En Todas Las épocas, la gente ha sentido la presencia de Dios. Algunas experiencias han sido tan vívidas que después la acción y el lugar que relacionaban con Dios tomaba una identidad especial. Por ejemplo, esto fue lo que ocurrió con el tabernáculo.
En el Antiguo Testamento el tabernáculo era un lugar santo, la tienda o morada de reunión que Moisés construyó por mandato divino. En dicho lugar él hablaba con Jehová "cara a cara". Este tabernáculo era transportado por el pueblo de Israel y erigido cada vez que acampaban.
Cuando reinó Salomón, construyó el templo en Jerusalén. Este era, en efecto, un tabernáculo permanente, que se consideraba como la casa, o morada, de Dios entre Su gente. En el Nuevo Testamento, Cristo Jesús es considerado como el tabernáculo, o templo, de Dios, la prueba viviente de que Dios está con nosotros. En el libro del Apocalipsis, Juan describe la Nueva Jerusalén y dice "no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero". Siglos después, en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribiría lo siguiente sobre la visión de Juan: "No había templo — es decir, no había estructura material en la cual adorar a Dios, porque debe ser adorado en espíritu y en amor".
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