Casi A Diario periódicos y revistas dramatizan la difícil situación de las personas sin hogar en todo el mundo, y la televisión da gráficas descripciones de cómo y dónde viven. Los desplazamientos de la población y otros acontecimientos como dificultades económicas, represión de los gobiernos, sequías o inundaciones han creado una nueva clase de gente que al parecer carece permanentemente de hogar. Todos buscan algún tipo de albergue o refugio hasta poder encontrar su propio hogar.
Sin lugar a dudas muchos sienten compasión por quienes carecen de hogar, y desean ayudar de alguna manera. Los esfuerzos humanitarios ayudan, y son de vital necesidad. Pero la naturaleza aparentemente insoluble del problema nos impulsa a profundizar en el tema de qué es realmente el hogar en toda su extensión, qué lo origina y dónde podemos encontrar un hogar del cual no podamos vernos privados.
Quizás el humilde caracol, que Lleva su casa consigo, pueda darnos una idea al respecto. Al primer indicio de peligro se refugia en ella y se halla a salvo. Cuando nos enfrentamos con una situación difícil o algún peligro, nosotros dondequiera que vayamos: el reconocimiento del poder de Dios para protegernos y guiarnos, que está siempre a nuestro alcance. Dios, que es el Amor infinito, siempre está allí mismo donde nosotros estamos. ¡Piense en lo que esto significa! Quizás nos resulte difícil reconocer esta verdad cuando nos encontramos en situaciones desesperadas de total carencia. Pero es esta verdad misma la que puede librarnos de los pensamientos depresivos que nos aprisionan y nos limitan, que no nos permiten ver cómo Dios puede satisfacer nuestras necesidades humanas, como la de encontrar un hogar.
Trabajar con Dios es una experiencia vivificante, maravillosa. El temor, nuestro enemigo básico, es lo que hace que la falsa evidencia de carencia o pérdida nos parezca real. No obstante, la evidencia de la presencia de Dios elimina este temor debilitante y nos libera. Cuando oramos con el entendimiento que nos da la Ciencia Cristiana, somos guiados a dar los pasos necesarios que nos conducen a nuestro lugar correcto u hogar.
Consideremos el ejemplo de Cristo Jesús. La Biblia no hace mención de que durante su ministerio él haya tenido un hogar en el concepto típico que tenemos de hogar. El dijo: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza". Sin embargo, sus necesidades siempre fueron satisfechas. El aseguró a sus seguidores que cuando buscamos primeramente el reino de Dios, jamás nos vemos privados de algo esencial para nuestro bienestar. Jesús siempre exhortó a quienes le escuchaban, a recurrir a Dios en toda necesidad, y nada mejor podemos hacer que seguirle. El Salmo 91 nos asegura: "El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente". Cuando dominamos el temor y habitamos en nuestro propio santuario interior, la consciencia de la totalidad y la bondad de Dios, percibimos la presencia de Dios y sentimos la calidez de Su amor. Entonces recuperamos la confianza que parecíamos haber perdido y somos receptivos a la dirección divina y lo suficientemente humildes para decir: "Hágase tu voluntad", no la mía.
La Sra. Eddy escribió en Ciencia y Salud: "El hogar es el lugar más querido en la tierra, y debiera ser el centro, mas no el límite, de los afectos". Ella habla por experiencia, porque en determinada época de su vida no tenía su propio hogar y se vio obligada a mudarse de un pensionado a otro debido a la oposición a sus enseñanzas. Mientras daba forma al precioso mensaje que estaba recibiendo de Dios, la Ciencia divina de la curación del Cristo, ella encontró tanto puertas cerradas como mentes cerradas. Trabajó para dar a la humanidad las leyes espirituales que son prueba de que Dios es Amor siempre presente, ahora mismo, donde nos encontremos. Como resultado de sus oraciones y de su constante fe en la bondad de Dios y el amor que El tiene para el hombre, comprendió que nuestro verdadero hogar se encuentra en el conocimiento de Dios. Esta verdad se aplica a todos. El hogar es en verdad una idea divina que debemos expresar en nuestra experiencia. La mente mortal o humana presenta una perspectiva material, a menudo negativa, pero la Mente divina, o Dios, sólo conoce la armonía de la realidad espiritual, que experimentamos cuando oramos por ella con comprensión. La oración es esencial. Debe nacer del corazón y nuestro pensamiento debe ser humildemente receptivo. Dios oye nuestra oración y la contestará.
Esta es la razón por la cual la falta de hogar no tiene por qué ser una situación sin esperanza. La esperanza es eterna y no puede ser sepultada en la conmiseración o el desaliento. En verdad, al igual que el caracol, Llevamos nuestro verdadero hogar con nosotros, y cuando despejamos nuestro pensamiento de los escombros mentales que pretenden obstruir nuestra clara visión de la realidad espiritual, nos encontramos en nuestro hogar y receptivos a todo lo que el Amor divino nos ha preparado.
La siguiente experiencia ilustra en parte esa verdad. Una persona conocida me comentó que sólo después que encontró la Ciencia Cristiana y comenzó a estudiarla, percibió con claridad el verdadero concepto de hogar, "el lugar más querido en la tierra". En una ocasión, cuando vivía en una deprimente habitación amueblada, recurrió a Dios en oración y encontró aliento y seguridad en esta declaración en Ciencia y Salud: "Peregrino en la tierra, tu morada es el cielo; extranjero, eres el huésped de Dios". Razonó que como "huésped de Dios" podía esperar tener un hermoso hogar que satisfaciera todas sus necesidades. Oró y trabajó con esta idea de que era huésped de Dios.
Muy pronto hubo mejoras donde ella vivía, por lo cual se sintió agradecida. Luego recibió un Llamado inesperado de un matrimonio que había conocido brevemente en la iglesia. Le preguntaron si estaría interesada en subalquilar el apartamento de ellos porque el esposo había sido transferido a otro estado y debían partir de inmediato. Ella fue a ver al matrimonio y el apartamento, y halló que éste incluía todo lo que ella necesitaba. Supo sin lugar a dudas que ésta era la respuesta a su oración. Ocupó este apartamento en seguida y vivió allí por varios años.
Este es un pequeño ejemplo de una necesidad que fue satisfecha a través de la oración, pero ilustra una verdad más grande. Dondequiera que estemos, cualesquiera sean las circunstancias, nuestro refugio u hogar se hace evidente cuando recurrimos a Dios con confianza y comprensión. El Amor infinito está siempre disponible y pronto para ayudar. Sin embargo, no deberíamos planear cómo o dónde la idea de hogar se hará evidente para nosotros. La idea correcta de hogar ya existe en la consciencia espiritual, la Mente única. En nosotros está abrigar esta idea y no sentirnos desalentados porque estamos atravesando una situación difícil. Dios sabe lo que necesitamos, y lo proveerá cuando hagamos nuestra parte al confiar en El y sigamos el camino que nos revela. El Salmista dice: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". Estar quietos significa dejar de preocuparnos y de planear cómo y en dónde nos encontraremos. Dios es el Amor ilimitado y está dispuesto a ayudarnos, dondequiera que nos hallemos y cualesquiera sean las circunstancias.