"Paz En La tierra". Esta es una frase muy linda que se usa en las tarjetas de Navidad. Ahora que la Navidad se aproxima, ¿a quién no le gustaría sentir que esta paz se establece en nuestro mundo, circundando y consolando a toda la humanidad? Quizás en esta época del año más que en ninguna otra, el corazón humano anhela aquella quietud y paz espirituales que los ángeles prometieron y que Cristo Jesús demostró tan maravillosamente en su vida.
La paz genuina no es tanto el resultado de circunstancias apacibles como la íntima convicción del inequívoco gobierno de Dios en toda circunstancia. Aun en medio de una tormenta violenta o de una muchedumbre furiosa, Jesús mantuvo una convicción tranquila y clara de la presencia de Dios y de Su gobierno infalible. Su paz interior fue preservada no sólo en estas situaciones sino que la convicción que tenía de esta paz lo protegió contra la amenazante muchedumbre y calmó la tormenta que lo ponía a él y a otros en peligro.
¿Es posible aportar esta paz inalterable a una agitada (o vana) época de festividades? Sí, pero primero necesitamos comenzar por preguntarnos: ¿Qué es esta época de festividades que se aproxima? ¿Es una época de ajetreada actividad comercial, o es un sentimiento tranquilo dentro de nosotros mismos? ¿Es una temporada de centelleantes luces y tintineos, o es una vislumbre de esperanza en la omnipotencia de Dios, el bien? ¿Es una temporada de constante camaradería y jarana, o es una tranquila comunión con Dios?
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!