Cuando una persona mira al mundo y considera todas sus profundas y urgentes necesidades, puede que sienta que realmente no tiene los recursos o la capacidad para mejorar las cosas ni siquiera en cierta medida. Con frecuencia, satisfacer lo que se nos presenta en el curso de nuestra vida diaria es suficiente desafío. No obstante, cuanto más se amplíen nuestros horizontes para servir, tanto más eficaces serán los resultados de nuestro amor y oración, para nosotros como para el mundo.
Se necesita genuina humildad para lograr todo lo que se nos exige individualmente y como movimiento de una iglesia. La Iglesia en particular exige que cultivemos un afecto desinteresado. La tentación es menospreciar nuestra capacidad para expresar suficiente sabiduría y amor para ser eficaces. El Salvador, Cristo Jesús, fue lo suficientemente humilde para decir: “No puedo yo hacer nada por mí mismo”, pues él sabía, con certeza científica, que el único poder sanador y redentor viene directamente de Dios, la Mente divina.
Aun cuando siempre es verdad que ninguno de nosotros puede, de su propia capacidad y designios humanos y finitos, llevar a cabo el propósito de Dios, “Todo lo [podemos] en Cristo que [nos] fortalece”, como lo confirma otro versículo en el Nuevo Testamento. La Iglesia de Cristo, Científico, así como cada estudiante de Ciencia Cristiana, obedece la misma norma divina de hacer “todo” mediante el Cristo, la Verdad.
Cuando Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, estableció esta Iglesia, indudablemente había en ello algo muy superior que simplemente concretar un ideal abstracto. Nuestra Guía comprendió que la Iglesia necesitaría demostrar el poder práctico que tenía para redimir, para ser una realidad que formaría parte de la experiencia de la humanidad y literalmente transformaría la vida de hombres y mujeres en todas partes. La Iglesia, en las palabras de su Fundadora, dará “prueba de su utilidad” (Ciencia y Salud) sólo en la proporción en que participemos individualmente en su obra sanadora y salvadora.
El alcance de la Iglesia de nuestra Guía no puede incluir límites de raza o cultura, de geografía o política. La Iglesia, en cambio, sabe que hay un mundo que necesita curación, y que el camino en la Ciencia divina es el camino para traer esa curación. Como el Consolador de la humanidad, la Ciencia Cristiana está aquí esencialmente para despertar a la humanidad al poder salvador del amor verdadero, propio del Cristo, para con Dios y para nuestro prójimo.
La Iglesia que fundó nuestra Guía fue — y es — una institución viviente. No obstante, para que su vitalidad continúe, esta Iglesia requiere la clase de participación y compañerismo entre todos los miembros que no se limita a asistir a los servicios los domingos y los miércoles, sino a vivir, día tras día, una vida al servicio de Dios y de la humanidad. Y la Iglesia misma no se debe limitar a celebrar servicios religiosos, sino a hacer, como siempre ha hecho, todo lo que esté a su alcance para brindar los medios más amplios y posibles para que sus miembros ayuden a liberar a la humanidad de las cargas del pecado, la enfermedad, la ignorancia espiritual y la desesperación.
THE CHRISTIAN SCIENCE MONITOR
Uno de los medios más significativos que nuestra Iglesia ha provisto durante los últimos ochenta años es The Christian Science Monitor. Lo que empezó con la notable visión de nuestra Guía de fundar un periódico, “.. . para difundir indivisiblemente la Ciencia que opera inagotablemente” y al mismo tiempo “.. . no hacer daño a ningún hombre, sino bendecir a toda la humanidad” (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany), ha logrado, a través de las décadas, una obra grande y buena en bien de la humanidad. El alcance del Monitor verdaderamente ha cruzado todos los límites. Las actividades de difusión por radio y televisión, incluso los programas internacionales por onda corta, así como la revista mensual y el ejemplo continuo y extraordinario establecido por el diario mismo, han llegado, virtualmente, a todos los rincones del globo.
En una declaración que apareció hace cerca de tres años en The Christian Science Journal que exploraba “la misión pionera de The Christian Science Monitor”, se mostró cómo las diversas actividades del Monitor promueven “más mediante el ejemplo y su punto de vista que por el precepto directo, la difusión de un concepto liberador y cristianamente científico de la humanidad”. Esa declaración continuó indicando de qué manera las actividades del Monitor ofrecen “a un amplio público la ayuda de un amigo confiable para encontrar el sendero hacia una mayor libertad tanto individual como general, basada en la clara percepción de que el hombre es el amado hijo de Dios”. El apoyo que esto representa para las conferencias, las Salas de Lectura y la práctica sanadora es inmensurable.
Según esto, toda la obra del Monitor es indudablemente evidencia contemporánea del espíritu del Cristo, la Verdad, que se mueve entre la humanidad de acuerdo con el propósito salvador que tiene Dios para el mundo. A través de las páginas del periódico y de la revista mensual, mediante cada transmisión en las ondas aéreas, algo tangible va avanzando que incorpora cualidades esenciales, tales como integridad, imparcialidad, compasión, comprensión, esperanza, expectativa, verdad, justicia, sabiduría y amor. Todos aquellos que contribuyen a la obra del Monitor son beneficiados — lo reconozcan o no — por la visión propia del Cristo que llevó a la creación del Monitor en 1908.
La misión del Monitor, en cualquiera de sus formas, representa una idea profundamente religiosa y una certeza de que los males del mundo se pueden sanar. Esto no se expresa únicamente mediante el artículo religioso, sino a través de la demostrable calidad del Cristo de la que dan testimonio todas las cualidades del Monitor. El humanitarismo, como doctrina, o el escéptico materialismo, podrían afirmar que las cualidades especiales del Monitor son meros valores humanos y no la directa expresión del Cristo. No obstante, es el espíritu del Cristo lo que capacita a sus trabajadores a exceder sus habilidades normales, descubrir lo que necesita ponerse al descubierto, y alentar la curación y el progreso.
Jesús enseñó a sus seguidores esencialmente mediante ejemplo y parábola. Cuando relató la historia del buen samaritano que ofreció ayuda a un extraño herido, y conscientemente decidió no ignorar la necesidad humana inmediata, se nos dio una descripción vívida de un requisito fundamental para seguir a Cristo Jesús. Hoy en día, el Monitor sirve en mucho de la misma manera como una parábola moderna, que ilustra cuán absolutamente esencial es que no sean ignorados los duros desafíos de la vida humana. El Monitor ilustra cómo se trae la luz a las tinieblas del sufrimiento humano dondequiera que las cualidades del Cristo, la Verdad, estén guiando el camino. Al mismo tiempo que el Monitor dirige una escrutadora mirada a las necesidades humanas, también tiene cuidado de celebrar los nobles logros de la humanidad. En un sentido muy real y práctico, toda actividad de The Christian Science Monitor está ayudando a sanar el analfabetismo espiritual que quisiera ocultar toda señal de la realidad divina en la vida diaria de la gente.
A medida que la obra del Monitor continúa expandiéndose, se vuelve un paso natural del desarrollo el permitir que se convierta en realidad la idea de tener un acceso más amplio a la humanidad. Se ha hecho evidente que también debe haber un canal de televisión a nivel nacional dedicado a los valores y propósitos únicos del Monitor, que responda a la necesidad de noticias e informaciones contemporáneas y futuras que tiene una población cambiante y de cambiantes estilos de vida. En consecuencia, en mayo de este año, The Monitor Channel, un servicio continuo de televisión por cable, transmitirá todo un complemento de noticias y programas especiales, basado en programas que se han desarrollado durante los dos últimos años en nuestra propia estación de televisión independiente, WQTV, en Boston, entre ellos el artículo diario religioso del Monitor. Hay razón para esperar que el nuevo canal de cable hallará subdistribuidores en ultramar así como en América del Norte, ayudando así a facilitar la misión redentora del Monitor para toda la humanidad.
LA PRACTICA DE LA CIENCIA CRISTIANA
Quienes practican el método sanador de la Ciencia Cristiana siempre han tenido una profunda gratitud por la misión del Monitor. La práctica de la Ciencia Cristiana está dedicada no sólo a quitar los males de la carne, sino, aún más importante, a quitar los pecados del mundo. Los Científicos Cristianos que se dedican a la curación cristiana, claramente reconocen que es, por cierto, una práctica que incluye a todos y no una práctica particular. Por supuesto, la importancia de cuidar de nosotros mismos no debe descuidarse, pero es sólo en el cuidado desinteresado en bien de los demás que descubrimos el tesoro verdadero del reino de los cielos que está a mano. Si nuestra oración se extiende solamente en cuanto a nuestra propia experiencia o, incluso, a la de nuestros compañeros Científicos Cristianos, no da prueba suficiente de que el Cristo, la Verdad, es, en las palabras de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud, el “amigo del Hombre Mortal”. Hay un mundo entero que está en necesidad. La exigencia de Cristo Jesús de auxiliar a ese mundo sigue siendo esencial para cumplir las demandas básicas cristianas: amor para con Dios y nuestro prójimo.
Para el sanador que se ha comprometido, el Monitor representa mucho más que un programa de oración. Es un enérgico recordatorio de que un interés más amplio por la humanidad jamás puede quedar fuera del trabajo por la salvación individual. La Sra. Eddy escribe en Escritos Misceláneos: “El monitor espiritual comprendido, es la coincidencia de lo divino con lo humano, la cima de la Ciencia Cristiana. La humanidad pura, la amistad, el hogar y el amor recíproco, traen a la tierra un goce anticipado de cielo. Unen alegrías terrenales y celestiales, coronándolas con bendiciones infinitas”. Esto ciertamente alude a la amplia misión del Monitor y su obra por todo el mundo. Es un faro para la fe y las obras básicas del cristianismo.
En un artículo publicado en el Journal en abril de 1918, Samuel Greenwood plantea la situación de esta manera: “Podría preguntarse ¿qué tiene que ver el movimiento de la Ciencia Cristiana con la publicación de un periódico?” Luego continúa preguntando retóricamente por qué debe darse tanta atención al mundo que nos rodea. Responde: “Simplemente porque el resolver la salvación humana, siempre que se haga genuinamente, se relaciona con toda la humanidad, y con todo lo que la humanidad vea que es beneficioso hacer en esta época; por lo tanto, tiene que ayudar a mejorar todo aquello en la actividad humana que se preste a mejorar”.
EL MUNDO QUE SERVIMOS
No obstante, hay un peligro del cual todos los cristianos tienen que estar alerta. Es algo que el mundo enfrenta constantemente. Es un peligro que toda iglesia enfrenta hoy en día. Esto toma la forma de secularización, la cual argumentaría que las cosas del Espíritu son esencialmente inaplicables al final del siglo veinte. Esto nos impediría practicar diariamente la curación por la Ciencia Cristiana. Además, arguye falsamente que ir por todo el mundo — como Jesús nos exige — inevitablemente nos hace del mundo. Y es aquí donde la misión de la Iglesia de Cristo, Científico, o sea la espiritualización del pensamiento y la cristianización de la vida diaria, se pone claramente de evidencia mediante la obra de The Christian Science Monitor y la obra de todo miembro que practica la curación cristiana. Samuel Greenwood destaca este punto: “Los Científicos Cristianos no pueden ir a un rincón y volverse espirituales por sí mismos. Somos compañeros peregrinos con nuestro prójimo en el viaje hacia cosas mejores, y aun cuando hayamos captado algunas pequeñas vislumbres de los ideales de la Verdad antes que otros, y hayamos sido capaces de demostrar en cierto grado que el ser es espiritual, esto sólo aumenta nuestra responsabilidad de ayudar al resto de la familia humana”.
The Christian Science Monitor y el Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana, las transmisiones de onda corta y nuestras otras publicaciones periódicas no son sólo — apropiándonos de las palabras de la Sra. Eddy — para “eleva[r] a la raza humana” y adelantar la curación de los pecados del mundo, sino que también despiertan “al entendimiento dormido” (Ciencia y Salud), hablándole a la humanidad en formas que puede comprender. El Monitor no es un auxiliar de la Iglesia; es la evidencia de la Iglesia en acción.
Una de las más grandes necesidades de los Científicos Cristianos es aprender a comunicarse más eficazmente con el mundo. Muchas personas hoy en día son espiritualmente analfabetas o están espiritualmente desorientadas. Jesús fue el más grande comunicador de la Verdad que el mundo haya conocido jamás. Habló directa y sencillamente, y con frecuencia en parábolas. Y cuando hablaba en parábolas, no explicaba en detalle a sus oyentes lo que la parábola quería decir en su significado espiritual más profundo. Dejaba que la lección se desarrollara por sí misma.
En muchos sentidos, las actividades de La Iglesia Madre son, con frecuencia, como parábolas vivientes. Y entre todo lo que hace la Iglesia, sencillamente no se requiere que toda actividad explique en detalle toda la Ciencia del Cristo. El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, y la Biblia — nuestro pastor — tienen esa responsabilidad principal. No obstante, todas las “parábolas”, o actividades de la Iglesia, expresan al Cristo. Sirven de poste indicador a nuestro pastor.
Se ha dicho que un barco anclado en puerto está a salvo; no obstante, los barcos no se hicieron para eso. Para los seguidores de Jesús de hoy en día, también hay momentos en que están tentados a quedarse en puerto donde están a salvo y seguros, atendiendo a sus necesidades personales. Pero un discípulo o una iglesia tampoco ha sido hecho para eso. En Pulpit and Press nuestra Guía ha dicho del trabajo de La Iglesia Madre que “imperativamente impulsa a la más grande de las reformas religiosas, morales, físicas y civiles jamás conocida en la tierra”. Luego la Sra. Eddy indica lo que es esta Iglesia: “En las palabras del profeta: ‘Como sombra de gran peñasco en tierra calurosa’ ”.
Todo Científico Cristiano que percibe la necesidad actual de esta reforma, la más grande de todas las reformas, es exhortado a dedicar toda la energía moral y espiritual posibles hacia este logro. Este es claramente un momento de singular importancia en la historia de la humanidad. Es el momento de “dejar todo por Cristo”.
