Una Nueva Conocida me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Me dijo que Mary Baker Eddy es la autora de un libro que explica las leyes de Dios que fundamentan las curaciones de Cristo Jesús.
Llevaba dos años y medio de casada. Mi esposo y mi círculo inmediato de amigos no estaban interesados en la Ciencia Cristiana. Pero mediante el estudio diligente de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy pude superar muchos desafíos. Poco a poco descubrí que el amor de Dios es constante e imparcial. Tuve que aprender también que las curaciones se producen por medio de la oración, el estudio hecho con regularidad y el profundo deseo de comprender a Dios y al hombre como Su hijo.
Un día, poco después de haber empezado a estudiar la Ciencia Cristiana, mientras estaba trabajando en mi lugar de empleo, nuestro hijo se quejó de dolores en el estómago. Mi esposo llevó al niño a un hospital, y una radiografía mostró un bulto anormal cerca del intestino. Me llamaron y me dijeron que una operación era inminente. Me volví a Dios en oración. Me atrajo una declaración de la Biblia: “No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová” (Proverbios).
Oré continuamente hasta que pude reunirme con mi esposo y mi hijo en el hospital. Sentí la infalible presencia de Dios. Cuando llegué mi esposo me dijo que se había tomado otra radiografía, y para gran sorpresa de los médicos no habían encontrado nada malo. Volvimos a casa, pero más tarde esa noche aparecieron los síntomas nuevamente, y mi esposo decidió que debíamos volver al hospital. Como estaba temerosa acerca de la situación llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara mediante la oración. No se le dio ningún tratamiento médico al niño. A la mañana siguiente estábamos muy contentos al ver que nuestra oración había sido eficaz. Ya no hubo ningún problema ni dolor; la curación fue completa. Por la tarde volvimos a casa, pues todo estaba bien. Le expresé mi profunda gratitud al practicista por su ayuda.
Un mes después, mi esposo tenía mucha fiebre. Como presidente de una federación de fútbol, tenía que estar en dos horas en una recepción, y era sumamente importante que estuviera allí. Estuvo de acuerdo en dejarme orar por él. Mientras oraba se quedó dormido. Estos textos de la Lección Bíblica fueron de gran utilidad: “El que confía en Jehová será exaltado” (Proverbios) y “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías). Reconocí que el Dios único por cierto que gobierna todo. La misma Lección Bíblica incluía el relato en el que Cristo Jesús sana a la suegra de Pedro, que padecía de fiebre. Después de una hora y media, mi esposo despertó y vio que la fiebre había desaparecido. Fuimos a la recepción, y todo estuvo bien.
A la mañana siguiente, mi esposo dijo que no se sentía muy bien. Persistí en afirmar, mediante la oración, la verdad de que el hombre jamás está separado de Dios. Pronto sanó, y me agradeció sinceramente el tratamiento mediante la oración.
Agradezco a Dios el haber conocido a la mujer que me ayudó a encontrar la Verdad. Mi gratitud por la Ciencia Cristiana no tiene límites.
Jumet, Bélgica
Me complace confirmar el testimonio de mi esposa.
