Nos sentimos bien cuando estamos usando un abrigo que nos queda bien. Pero si es demasiado apretado, nos sentimos incómodos; y si es demasiado grande, parece que estamos sumergidos en él. Tenemos que sentir que nos queda bien; y, por lo general, nos preocupamos de que sea del estilo y del color que nos queda bien y exprese algo de nuestra individualidad.
La gente puede reconocernos por nuestro abrigo si es fuera de lo común; pero nadie jamás confundiría un abrigo con una persona. Los abrigos se pueden cambiar, no así la individualidad espiritual de la persona que los usa.
Los edificios son como los abrigos en el sentido que los necesitamos para que nos mantengan abrigados y secos. Pero ¡también es preciso que nos queden bien! Tienen que tener la forma adecuada para lo que sucede dentro de ellos. Si se hacen demasiado grandes o demasiado pequeños, nos resultan incómodos porque ya no cumplen con su propósito.
Una joven pareja con hijos se sentía muy apretada por falta de espacio en una casa que querían mucho y que habían remodelado ellos mismos durante nueve años. Cuando llegaron al punto en que ya no era práctico seguirla adaptando a sus necesidades, empezaron a buscar una nueva casa, pero siempre volvían con la sensación de que no podrían encontrar nada que amaran tanto como la casa con la que estaban familiarizados. Mudarse o no mudarse ¡ése era el dilema! La indecisión duró un año, hasta que una mañana la esposa se despertó y oró de todo corazón: “Padre, muéstranos la idea espiritual que necesitamos para progresar”.
Al instante le vinieron al pensamiento claramente estas palabras: “Ni la animadversión ni el mero afecto personal deben impulsar los móviles o actos de los miembros de La Iglesia Madre” (cita del Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy). ¡“El mero afecto personal”! Eso era. La pareja estaba tan apegada a las paredes de su casa que su sentido de hogar se había limitado. Salieron del atolladero, y al poco tiempo encontraron una casa nueva lo suficientemente grande para satisfacer las necesidades de la familia.
Las familias de las iglesias pueden pasar por situaciones similares cuando sienten que el edificio de su iglesia ya no es adecuado para ellos. En esas familias bien puede haber quienes recuerden el amor y la dedicación que se puso en la construcción de ese edificio. Si el local resulta demasiado pequeño, es relativamente fácil aceptar que construir uno nuevo significa progreso; pero si un edificio resulta demasiado grande, a veces es más difícil ver la remodelación o el cambio de ubicación como un paso de progreso. En ambos casos se necesita valor y honestidad para despojarse de un sentido de apego personal a un amado edificio para que el Amor divino pueda delinear su propia idea, y así pueda aparecer la forma externa apropiada para la iglesia.
La misión de una iglesia es sanar y bendecir a su comunidad. Para cumplirla se requiere dedicación de pensamiento por parte de los miembros. Ellos precisan la disponibilidad mental para ser capaces de oír y responder a las necesidades que tienen las personas que los rodean, tanto vecinos como otros miembros de la iglesia. Si el cuidado del edificio es, por lo general, el tema principal en las reuniones de miembros, el pensamiento está preocupado y menos libre para ocuparse en los asuntos más importantes de la misión espiritual de la iglesia.
“Jesús estableció su iglesia y mantuvo su misión sobre la base espiritual de la curación mediante el Cristo”, escribió Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Esto nos da una guía clara de nuestras prioridades en lo que respecta a la cuestión del mantenimiento de los edificios. El mero mantenimiento de la material, por más bonita que ésta sea, jamás mantendrá esta misión espiritual.
En algunas partes del mundo, los paisajes están salpicados de siluetas de iglesias y catedrales construidas hace cientos de años. Son lugares destacados en los que se rinde culto, evidencia de un compromiso cristiano. Pero si pensamos en un pasado más lejano — si nos remontamos a casi dos mil años atrás — podríamos preguntar ¿qué lugares destacados o puntos sobresalientes dejó Cristo Jesús que hayan resistido la prueba del tiempo? Los edificios nunca podrían haberlo logrado, ¡pero sus curaciones sí! El milagro es que, a pesar del cambio de idiomas y culturas, los relatos de sus curaciones han sobrevivido los siglos y permanecen como un faro en el corazón y la vida de los cristianos de nuestra época. Y su mandato a sus seguidores “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios” es el primer compromiso que honra la Iglesia de Cristo, Científico.
Por eso es necesario dejar el pesado bagaje del manejo del edificio de la iglesia. El local de nuestra sia es un sirviente, no un amo. Ayuda a que la iglesia cumpla su misión primordial. Alberga las funciones especiales de la iglesia filial: los servicios religiosos abiertos al público, las reuniones de testimonios, y la educación espiritual que se imparte en la Escuela Dominical. Pero si la preocupación por los edificios de las iglesias pasa a ocupar el centro del pensamiento, el sirviente se ha convertido en amo. Esto naturalmente causa turbación, que puede ser el incentivo para renovarse y progresar.
La edificación de una iglesia no ocurre solamente una vez, es una aventura que continúa, una iniciativa espiritual que tiene lugar diariamente en el corazón y en la vida de los miembros, individual y colectivamente. Ninguna congregación de iglesia puede jamás descansar en el trabajo realizado por una generación anterior; debe edificar sobre él. Este edificar incluye una visión espiritual que dirige la mirada más allá de las paredes, hacia “la convicción de lo que no se ve” (Hebreos).
El amor no se “ve” materialmente, sino que se conoce por sus efectos; esta es una de las formas por la que nuestros vecinos saben que nuestra iglesia está entre ellos. La verdad no se “ve”, sino que se conoce cuando sana. Cuando los hechos espirituales se transforman en los materiales de construcción de nuestra vida, ellos hacen que nuestros vecinos encuentren la Iglesia que está construida del mismo material.
Si el edificio nos resulta incómodo, la respuesta puede aparecer como la venta del mismo y la reubicación de la iglesia, como una remodelación del local existente, o en un nuevo crecimiento interior hasta que el abrigo vuelva a quedarnos bien. Pero el imperativo espiritual siempre gobierna la forma exterior, y donde la honestidad y la falta de temor, la valentía y el amor están unidos e impulsando a los miembros de la iglesia, la renovación es inevitable, con las señales apropiadas que la acompañan.
UN AMOR MAS INCLUSIVO
El edificio de nuestra iglesia, construido a principios de siglo, es grande y está cerca del centro de la ciudad. En una reunión de miembros, en un esfuerzo por fortalecer el alcance de la Ciencia Cristiana, exploramos una amplia gama de posibilidades de construir un edificio nuevo, de quedarnos donde estábamos, de fusionarnos con otra iglesia filial.
Por algún tiempo la discusión se centró en el carácter físico del edificio de nuestra iglesia, en los vitrales, la hermosa arquitectura, y se dijo que cualquier cambio sería un “retroceso”. Entonces, un miembro dijo que la lglesia era mucho más que un edificio. Otros agregaron sus pensamientos elevados. Se hizo claro que nuestra iglesia está aquí para bendecir y regenerar a las personas, a nuestra comunidad y al mundo. Está aquí para fomentar la curación cristiana en nuestra comunidad, para inspirar comprensión espiritual. Proporciona canales para que se difunda la Palabra de Dios por medio de sus servicios religiosos, la Escuela Dominical, la Sala de Lectura y las conferencias.
Poco a poco, fuimos sintiendo que la esencia real de la Iglesia nos abarcaba a todos. El resultado fue que permanecimos en nuestro edificio original. Pero ha disminuido mucho la tendencia a reverenciar el edificio en sí. Nuestras reuniones de miembros ya no se dedican primordialmente a tomar decisiones acerca del mantenimiento del edificio. Ahora nos abrimos más para incluir a la comunidad y sus necesidades. Nuestra iglesia se siente evidentemente más activa, basada en cimientos espirituales más firmes. Lo interesante es que muchos de nuestros visitantes han comentado que sienten una sensación especial de actividad espiritual y un amor inclusivo.
RENOVADA DEDICACION A LA CURACION, A LA COMUNIDAD
Una iglesia filial estaba enfrentando una situación difícil. Originalmente, la iglesia había estado ubicada en una zona residencial, pero ahora estaba rodeada de edificios comerciales. El edificio tenía más de sesenta años, y si bien todavía tenía básicamente el tamaño adecuado para la cantidad de miembros, ya no estaba bien ubicado, su mantenimiento era muy costoso, y no era práctico calefaccionarlo de manera adecuada. Pero quienes se habían unido a la iglesia hacía muchos años encontraban difícil de imaginar tener que dejar a su amiga tan conocida.
Entonces una compañía de desarrollo urbano se comunicó con los miembros y les preguntó si estaban interesados en participar en un proyecto conjunto de reurbanización.
La iglesia decidió seguir adelante con la reurbanización. No obstante, una y otra vez los miembros pasaron por grandes reveses: oposición por parte del concejo local, rechazo de su primer diseño. Luego, cuando se había aprobado un nuevo diseño, se les dijo que la compañía que les iba a comprar el local se había declarando en quiebra.
Todo lo acaecido puso en el tapete el tema de cuál era el verdadero propósito de la iglesia. Se celebraron muchas reuniones en las que se hizo más clara y evidente la misión espiritual de la lglesia.
Aunque estaba reconocida como iglesia, ya ninguno de sus miembros estaba registrado en la lista de practicistas que aparece en The Christian Science Journal. Cuando el propósito sanador de su iglesia se convirtió en el punto central para la congregación, un miembro procedió a dedicar todo su tiempo a la práctica pública de la Ciencia Cristiana y su nombre apareció anunciado en el Journal. Otro practicista se mudó a esa localidad y se unió a la iglesia. Este período de desafíos se transformó en un período de gran fortalecimiento espiritual para la iglesia.
Decidieron vender el edificio a otra compañía, aunque sin tener en vista ningún otro lugar donde construir. Los servicios religiosos se realizaban en una escuela cercana. Se encontraron nuevas ubicaciones posibles, pero nunca se les concedió el permiso para construir. A esa altura la comunidad que los rodeaba bien podría haber pensado que la iglesia de la Ciencia Cristiana simplemente había desaparecido.
Un día, un miembro estaba parado en una vereda orando, de espaldas a lo que había parecido ser un sitio ideal para la iglesia y que acababan de negárselo. Levantando los ojos notó que enfrente había una casa antigua erigida en un enorme jardín. Se sintió impulsado a averiguar quién era el dueño y a preguntarle si estaba interesado en vender. La respuesta fue afirmativa. Poco después los miembros de la iglesia votaron para comprar la propiedad.
Se sometió a la aprobación de las autoridades locales de planeamiento un diseño para construir un nuevo edificio. La aprobación les fue concedida de buena gana. Una integrante del concejo local expresó que se habían demolido dos iglesias en esa zona y que contaba con la iglesia de la Ciencia Cristiana para mantener una presencia religiosa en el vecindario.
Se expresó mucho interés en el progreso de la iglesia, y se dio una conferencia de Ciencia Cristiana en la escuela, la que fue presentada por la directora de la misma. Como resultado de esta comunicación con la escuela, un miembro de la iglesia fue invitado a participar en el directorio, ocupando el lugar reservado para un representante religioso. El presidente de la iglesia ha integrado el comité de la asociación de residentes locales, y sus miembros han expresado ampliamente su aprecio por la calidad del nuevo edificio. Acaban de abrirse las puertas de la nueva iglesia.
