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El Cristo: ayuda que está aquí ahora

Del número de mayo de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


“Dame A Jesus, dame a Jesús.. .” Las voces que cantaban un spiritual [canto religioso de la gente negra norteamericana], fueron en crescendo y llenaron la sala. Se podía sentir el anhelo sincero del corazón. No es difícil imaginarse por qué una persona que enfrenta problemas querría tener a Jesús a su lado.

Si somos nosotros los que estamos buscando ayuda, tal vez pensemos en Cristo Jesús por todo lo que él hizo por tanta gente durante su vida. Quizás esperemos que él pueda entender nuestro problema mejor que nadie. Sin embargo, Cristo Jesús no está caminado sobre la tierra ahora. ¿Significa eso que no contamos con la ayuda que él nos podría dar? No, ni un ápice de la bondad divina que pertenecía al Salvador está fuera del alcance de la humanidad. Está disponible para nosotros hoy mediante el Cristo, la expresión eterna de Dios.

No vemos a Cristo con nuestros ojos de la forma que podríamos haber visto a Jesús si hubiéramos vivido en su época. El Cristo eterno no es una persona, sino la divina naturaleza que Jesús expresó en su vida. Cristo Jesús — el Hijo de Dios — recibió el título de Cristo por su semejanza a Dios y porque vivió su vida en obediencia absoluta a Dios. Dios era su Padre. Jesús enseñó a sus seguidores que ellos también podían llamar a Dios “Padre”. Este es el mensaje que nos trae el Cristo todavía hoy: que la verdadera naturaleza del hombre, como hijo de Dios, es espiritual.

¿Por qué es que deseamos que Jesús, el Maestro, esté con nosotros de la manera que estuvo con sus discípulos? ¿Acaso no es porque no hemos entendido realmente su mensaje de que Dios es la fuente de todo el bien y que Dios está siempre presente? Puede parecer difícil recurrir a Dios, el Principio, en lugar de a una persona para que nos ayude, pero eso era lo que enseñaba Jesús. Hasta sus discípulos, para llegar a tener éxito como apóstoles, tuvieron que dejar de depender de la presencia personal del gran Modelo. Jesús los alentó dándoles la garantía de que la presencia del Cristo estaba siempre con ellos cuando les dijo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

La Sra. Eddy estudió profundamente la vida de Cristo Jesús, e incorporó en sus escritos lo que aprendió en este estudio. Dice en su libro Ciencia y Salud: “El Cristo es la Verdad ideal, que viene a sanar a la enfermedad y al pecado por medio de la Ciencia Cristiana y que atribuye todo el poder a Dios. Jesús es el nombre del hombre que más que ningún otro ha manifestado al Cristo, la verdadera idea de Dios, sanando a enfermos y pecadores y destruyendo el poder de la muerte. Jesús es el hombre humano, y el Cristo es la idea divina; de ahí la dualidad de Jesús el Cristo”.

En una ocasión en que estaba enfermo en cama, deseé intensamente que Jesús viniera por la puerta, se detuviera a mi lado y me sanara. Pero mientras estaba allí orando, se me ocurrió que no necesitaba buscar a nadie que no fuera yo para que me ayudara. Dios me había dado todo lo que precisaba. Tenía al Cristo, la Verdad, para que me dijera lo que era espiritualmente real y verdadero. Sentí una renovada confianza en que es Dios quien mantiene la salud. Se disipó el temor a estar solo y enfermo. Mejoré rápidamente y pude volver a mi trabajo.

Conocemos al Cristo con nuestros sentidos espirituales. La manera en que el Cristo viene a nosotros puede presentarse como una sensación de paz interior, como la certeza de que Dios está siempre presente, o como una reprensión al egoísmo o al materialismo. Cualquiera que sea la percepción espiritual que nos consuela o corrige es evidencia del Cristo eterno y siempre presente, que quita “el pecado del mundo”.

Mediante el Cristo hemos recibido el más valioso don de Dios y la ayuda más cercana y mejor. El Cristo nunca nos abandonará. Según lo aseguró Jesús, el Cristo sanador y salvador es eterno.

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