Un día, la mamá escuchó que Santiago le decía a Guillermo: — Pues, yo no le tengo miedo a nada.
Guillermo se puso a reír. —¡Ah, sí! ¿eh? Y ¿qué me dices de ese perro negro inmenso de la calle Silver que siempre trata de abalanzarse sobre nosotros, ladrando sin parar?
— Es cierto, pero también te asustó a ti — dijo Santiago.
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