¿Ha Estado Dispuesto alguna vez a desempeñar un cargo en su iglesia filial, como, por ejemplo, ser miembro de la Comisión Directiva, o Lector? ¿Sintió que no podía porque le faltaba experiencia, o cierto nivel de educación? ¡Yo sí! Sin embargo, si hubiera continuado aceptando tal limitación, no habría podido servir a Dios y a la Causa de la Ciencia Cristiana con la dedicación con que lo he hecho a través de los años.
Una de las primeras cosas que deberíamos ver con claridad es qué es realmente la educación. El diccionario la define como la disciplina o el proceso de capacitación de la mente o el carácter a través del estudio o la instrucción. Necesitamos recordar también que las cualidades para cualquier trabajo en la iglesia filial son en primer término espirituales. Es por medio de la oración que somos guiados a dar los pasos que nos permiten progresar, a nosotros y a nuestra iglesia. Pero para lograr cualquier cosa tenemos que querer hacerla, porque por medio de nuestro estudio de la Ciencia Cristiana aprendemos que el deseo es oración.
La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La Mente no necesita depender de procedimientos educativos. Posee de por sí toda belleza y poesía y el poder de expresarlas. El Espíritu, Dios, se oye cuando los sentidos guardan silencio”. Estas afirmaciones son útiles, y nos conducen al tema del reflejo espiritual. Cuando uno se dedica seriamente al estudio de la Ciencia Cristiana, uno comienza a captar lo que significa ser el reflejo de la Mente. Cristo Jesús nos dio el ejemplo más espléndido de lo que significa ser el reflejo de la Mente. Acerca de esto, el dijo: “No puedo hacer yo nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”.
Para poder oír, necesitamos escuchar, escuchar las intuiciones espirituales correctas, que satisfacen las necesidades humanas. Estas intuiciones son transmitidas por medio del Cristo, al que Ciencia y Salud se refiere como “la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana”. La inspiración que experimentamos no está basada en lo que hemos aprendido como resultado de estudios académicos. Es evidencia de nuestra innata consciencia espiritual. De modo que nuestra necesidad básica es cultivar una consciencia espiritual más elevada.
Cuando practicamos la Ciencia Cristiana, recurrimos a la Mente divina, Dios, en busca de guía e inteligencia para saber qué pasos debemos dar, y oramos a Dios, el Espíritu, reconociendo la omnipresencia del entendimiento espiritual, para que nos ayude a cumplir nuestro propósito. Permitir que Dios se exprese a Sí Mismo en nosotros no es una tarea penosa, sino gloriosa. Es conmovedor escuchar los dulces mensajes del Cristo respondiendo a nuestras preguntas, o sentir la presencia de Dios proveyendo la fortaleza, la energía y la resistencia que necesitamos.
Hace muchos años la iglesia filial de la que era miembro, estaba reunida en asamblea para la elección de los Lectores. Yo sólo tenía educación secundaria, pero estaba deseosa de hacer cualquier cosa que pudiera para servir a Dios.
Comenzó la reunión, y después de varias votaciones fui elegida Primera Lectora. Era una oportunidad de servir a nuestra Causa, y la acepté con gratitud. Pero, ¡tenía tanto miedo! ¿Qué hacer? ¡Orar!
Como resultado de la oración, fui a la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana para ver qué más podía encontrar sobre los requisitos y las instrucciones de la Sra. Eddy para los Lectores. Exploré la Biblia y todos los escritos de la Sra. Eddy, y encontré muchas citas que me resultaron útiles. Una de Escritos Misceláneos, por nuestra Guía, dice: “El hombre es la imagen y semejanza de Dios; todo lo que es posible para Dios, es posible para el hombre como reflejo de Dios. Por medio de la transparencia de la Ciencia aprendemos esto y lo aceptamos: aprendemos que el hombre puede cumplir con las Escrituras en toda ocasión; que si abre la boca, le será llenada — no en virtud de las escuelas, o la erudición, sino por la habilidad natural que ya le ha sido conferida por ser el reflejo de Dios, para dar expresión a la Verdad”. Este y otros pasajes de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy me alentaron a seguir adelante y demostrar la habilidad que me ha dado Dios de reflejar inteligencia. Y durante los tres años siguientes recurrí a ellos con frecuencia cuando me sentía tentada a creer que mi habilidad para progresar estaba limitada por mi falta de educación superior.
Hay muchas tareas que quizás nos sintamos guiados a realizar, pero nuestras oraciones deben estar en primer término y sobre todo, reconociendo que reflejamos la guía, la inteligencia, la capacidad de la Mente, y también la humildad y fortaleza necesarias para servir a Dios. Podemos confiar en la promesa de Jesús: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Leer fue para mí una experiencia gloriosa y provechosa.
Por supuesto, quizás tengamos que trabajar diligentemente para cultivar la consciencia espiritual. Pero todo esfuerzo vale la pena porque nos acerca más a la Mente divina y nos capacita para comprender con mayor claridad que la Mente y el hombre en verdad son uno.
¡Ten ánimo si sientes que tu capacidad para servir a Dios y a la Iglesia es limitada! Cree en la promesa de nuestra Guía y prueba en tu propia experiencia que “el hombre puede cumplir con las Escrituras en toda ocasión; que si abre la boca, le será llenada — no en virtud de las escuelas, o la erudición, sino por la habilidad natural que ya le ha sido conferida por ser el reflejo de Dios, para dar expresión a la Verdad”. ¡Regocíjate al hacerlo!