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Afecto Por La Comunidad

Es natural sentir un afecto profundo por la comunidad. El amor real a la familia se extiende a los vecinos, y al desbordar abarca a toda la sociedad. Esta columna ocasional nos dice cómo una perspectiva espiritual ha estado ayudando a la gente a contribuir a sanar algunos de los desafíos colectivos que enfrentan las comunidades hoy en día.

Afecto Por La Comunidad

Del número de agosto de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace unos tres años, quería mejorar mi español y además ayudar a los niños, ya que en una época había trabajado en la docencia. Por eso, me inscribí como voluntaria para enseñar en una escuela primaria cerca de mi casa y solicité trabajar con niños bilingües que estaban teniendo dificultades en inglés, lectura y ortografía...

Un día, justo antes de terminar la clase, el niño mexicano mayor me dijo que él y su hermana querían hablarme. Su hermana me preguntó si yo iba a la iglesia, a lo que le respondí afirmativamente. Entonces me pidió si podía llevarla. Yo dudé, porque no quería mezclar la escuela con la religión. Le respondí que si sus padres estaban de acuerdo, yo no tenía ningún problema en llevarla...

La madre de la niña no sólo le permitió a ella ir con nosotros, sino también a los demás, generalmente llevábamos a cinco...

Un día le pregunté a la niña si a su mamá le molestaba que ella asistiera a una iglesia distinta a la que su familia había asistido tradicionalmente. Petra pensó sobre eso y llegó a la conclusión que su mamá los dejaba ir siempre y cuando estuvieran aprendiendo acerca de Dios.

Algunos de sus vecinos habían hablado contra nuestra iglesia, pero después que contesté una o dos preguntas que me hizo su hermano, los niños no prestaron ninguna atención a esos comentarios. Siempre que es posible tratamos de darles maneras específicas para orar sobre sus problemas. Los niños realmente parecen responder bien a aprender más acerca de Dios. Una de las cosas más importantes en la que pueden aplicar lo que están aprendiendo ha sido saber continuamente que, como hijos de Dios, jamás pueden ser ciudadanos de segunda categoría...

Una de las niñas más pequeñas nos escribe notas de vez en cuando. Le gusta copiar pasajes de los libros para niños que pide prestados en la biblioteca circulante de la Escuela Dominical e ilustrarlos con corazones. Por ejemplo, del libro ilustrado Las dádivas de Dios recientemente extractó: "Cuando lo escuchas a El como Mente, puedes de pronto recordar dónde pusiste tus medias y zapatos. Cuando sientas a Dios como Espíritu, no tendrás miedo cuando tu casa esté oscura, porque Dios llena todo el espacio". Ella agregó: "Amo a Dios. Tuve que caminar a casa de noche. No tuve temor. Cariños, Lilia".

No serán más
por despojo de las naciones,
ni las fieras de la tierra
las devorarán;
sino que habitarán con
seguridad,
y no habrá quien las
espante...
Y vosotras, ovejas mías,
ovejas de mi pasto,
hombres sois,
y yo vuestro Dios,
dice Jehová el Señor.

Ezequiel 34:28, 31

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