Hace unos tres años, quería mejorar mi español y además ayudar a los niños, ya que en una época había trabajado en la docencia. Por eso, me inscribí como voluntaria para enseñar en una escuela primaria cerca de mi casa y solicité trabajar con niños bilingües que estaban teniendo dificultades en inglés, lectura y ortografía...
Un día, justo antes de terminar la clase, el niño mexicano mayor me dijo que él y su hermana querían hablarme. Su hermana me preguntó si yo iba a la iglesia, a lo que le respondí afirmativamente. Entonces me pidió si podía llevarla. Yo dudé, porque no quería mezclar la escuela con la religión. Le respondí que si sus padres estaban de acuerdo, yo no tenía ningún problema en llevarla...
La madre de la niña no sólo le permitió a ella ir con nosotros, sino también a los demás, generalmente llevábamos a cinco...
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