Si bien alerta al lado sombrío de la vida, las personas espirituales también rehusan tolerar lo intolerable. En simples palabras, ellos creen que estamos aquí en la tierra para hacerla un lugar mejor.
Es lamentable que Descartes no haya escrito: "Amo, ergo sum" —"Amo, luego existo". Porque, en resumidas cuentas, existimos a medida que amamos. Es el amor lo que mide lo que valemos. No hay paquete más pequeño en el mundo que el de una persona totalmente envuelta en sí misma. Podemos negarlo, sofocarlo, sin embargo, este amor sigue viviendo en cada uno y en todos nosotros, aunque los obstáculos para evitar que continúe ardiendo a menudo sean abrumadores.
Tomado de Lear's, Tomo 2, Número 9, Diciembre de 1989. Reimpreso con permiso del autor.
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