Pocos Meses Despues de que mi compañera de cuarto en la universidad y yo conocimos la Ciencia Cristiana, nos hallamos en una situación en que necesitábamos ayuda inmediata. Una noche, ya tarde, estaba yo cortando moldes de cartón para unos dibujos con un cuchillo sumamente afilado. Por error, puse la mano izquierda en el paso del cuchillo y me corté el dedo pulgar gravemente.
Grité de dolor, y mi compañera de cuarto corrió a ayudarme. Ambas vimos que era una situación seria. Tenía miedo de perder el dedo pulgar. Teníamos que hacer algo rápidamente. Mi compañera dijo: "O tenemos que llevarte al cuarto de emergencia del hospital o tenemos que hacer uso de la Ciencia Cristiana". Habíamos visto con claridad en la vida de nuestros amigos que la oración puede sanar, y en este momento de necesidad queríamos recurrir a la Ciencia Cristiana.
Nos sentamos juntas en la orilla de la cama. Suavemente ella envolvió mi mano en una toalla y empezamos a orar. Al principio no podíamos pensar cómo orar. Entonces recordamos que una maestra de la Escuela Dominical de la iglesia local de la Ciencia Cristiana había dicho que el Padre Nuestro siempre ayuda. Anteriormente jamás hubiera pensado que la oración podía ser tan práctica. El Padre Nuestro me era familiar, pero me había parecido que eran puras palabras. Yo necesitaba más que palabras. Necesitaba ayuda. No obstante, la Ciencia Cristiana me había estado enseñando que la oración verdadera no son sólo palabras. Mis amigos habían sanado mediante la oración. La oración les había brindado ayuda verdadera.
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