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Mi Nombre Es Garret, y estoy en...

Del número de agosto de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi Nombre Es Garret, y estoy en quinto grado. Un día de verano regresé a casa después de pasar un día en el campamento, y no me sentía muy bien. La cara se me estaba hinchando, pero, en realidad, no tenía temor. Voy a la Escuela Dominical en la iglesia de la Ciencia Cristiana en mi ciudad, y leo las historias de la Biblia acerca de cómo Dios sana a la gente que Lo ama. Amo a Dios porque El me ayuda a calmarme cuando juego como lanzador para el equipo de béisbol de La Pequeña Liga, y El me ha ayudado cuando me he sentido enfermo.

Mi papá y mi tía Peggy oraron conmigo, junto con una practicista de la Ciencia Cristiana. Me leyeron historias de la Biblia sobre curaciones, y me cantaron himnos. Mi historia favorita era la de Daniel en el foso de los leones, porque él no tuvo temor.

Durante los dos días siguientes aún no me sentía muy bien, y no podía ver nada. Entonces mi papá me llevó a una clínica para Científicos Cristianos, y se quedó conmigo. Las enfermeras y demás personas fueron muy amables.

La primera noche que estuve en la clínica, los ojos empezaron a abrirse. Al día siguiente, estaba jugando a las damas y escondiéndome de mi papá para divertirme. Tres días después ya estaba sano. Regresé a casa y al campamento durante el día.

Estoy muy agradecido por ser Científico Cristiano porque he aprendido a no tener temor de las enfermedades. También estoy agradecido por la ayuda que recibí de la practicista, de mi papá, de mi tía Peggy y de las enfermeras.


Mi hijo quería sanar la enfermedad por medio de la oración, y esto fue de gran inspiración para mí. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por él, y me ayudara a calmar mis temores sobre su apariencia física. Mi hermana fue de gran ayuda, y el apoyo firme espiritual de la practicista nos mantuvo a todos trabajando juntos por medio de la oración para saber que el hombre es verdaderamente la imagen y semejanza de Dios y que no está sujeto a las condiciones materiales de enfermedad, porque el hombre es la idea espiritual de Dios.

Durante nuestra estancia en la clínica nos sentimos rodeados de amor y cuidado, y pronto nuestros temores se desvanecieron. La curación completa tuvo lugar en pocos días, y mi hijo muy pronto regresó a jugar al campamento.

Me siento muy afortunado de tener la Ciencia Cristiana en mi familia, y esta experiencia ha demostrado que la oración sí sana a los niños.

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