Te Espero A la salida — me susurró ella, mirándome fijamente y con dureza.
— Allí estaré — respondí con igual vehemencia.
Me encontraba frente a una pandilla de rufianes de la escuela secundaria, pero sus amenazas no me iban a amedrentar. Mis amigas, además de estar asustadas, estaban asombradas de mi temeridad. Ese era el grupo más agresivo de la escuela; nadie se atrevía a responderles, y menos a aceptar el desafío de encontrarse a la salida de la escuela. No era ningún secreto que tenían navajas, y que las habían usado.
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