Mucho De Lo que nos aporta la experiencia universitaria amplía nuestras capacidades, expande nuestros puntos de vista acerca de nosotros mismos y del mundo. Pero también hay mucho en el mundo académico que pretende definirnos, establecer los límites de lo que podemos lograr, intelectual y físicamente.
Parte de lo que Mary Baker Eddy descubrió cuando descubrió la Ciencia Cristiana es que el hombre es definido únicamente por Dios. Y este hecho cambia todo. En la experiencia académica, saca a relucir las posibilidades más profundas que tenemos para aprender y dar, para amar y crecer. Dice que no tenemos que sentirnos solos ni devastados por las presiones académicas ni atraídos por las distracciones mundanas, porque aquí y ahora Dios nos capacita para vivir lo que es real, que es la bondad, el amor y la sabiduría que el Espíritu expresa por siempre en sus hijos.
A medida que aprendemos a vivir sobre esta base, naturalmente empezamos a ver la profunda unidad espiritual o hermandad que necesariamente reside en el corazón de la vida que Dios confiere. Está relacionada con el hecho de que, en verdad, todos tenemos el mismo Padre-Madre, que nos mantiene unidos en Su amor. Por eso encontramos un vínculo más profundo con amigos y vecinos, y con compañeros y colegas.
Esta camaradería — este unirse sobre una base espiritual — es el propósito de las organizaciones de la Ciencia Cristiana en las universidades. (El Artículo XXIII, Sección 8, del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy establece las organizaciones universitarias.) Algo destacable puede suceder cuando las personas se juntan para ofrecer reuniones de testimonios o una conferencia para la comunidad académica de la que son parte. Ese algo está resumido en las palabras de Cristo Jesús: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".
"Vosotros sois la luz del mundo"
Extractos de la charla de un estudiante
Durante Mi Primer año en la universidad había estado asistiendo a las reuniones de la organización. Eramos un grupo pequeño y solamente nos reuníamos una hora a la semana, pero yo necesitaba esas reuniones con desesperación porque me daban algo a que aferrarme. Una vez por semana vislumbraba algo más del amor de Dios hacia mí; no como una víctima triste de la falta de sueño, de haber tenido una niñez demasiado protegida, o de carecer de autoestima, sino como el hijo amado e inteligente de Dios.
Al final de mi primer año me afilié a la organización. Antes de hacerlo, no se me había ocurrido que asistir a las reuniones no era lo único que había que hacer. Pero llegué a darme cuenta de que quería comprometerme más profundamente con la labor que la organización estaba realizando.
Al comienzo de mi segundo año era el único miembro que era estudiante. Los demás eran miembros de la facultad. Tuvimos que orar constantemente para no desanimarnos por la falta de asistentes, pero yo estaba convencido de que mientras una persona estuviera atestiguando el poder sanador de la Verdad, algo significativo estaba sucediendo, algo que llegaba mucho más lejos de esas cuatro paredes y más allá de las personas con las que yo tenía contacto.
El año siguiente, tres estudiantes de primer año se hicieron miembros y dos estudiantes que nunca habían asistido a las reuniones de la organización empezaron a venir. Trabajamos juntos en armonía, nos ayudamos mutuamente al compartir testimonios que salían del corazón, e incluíamos a la comunidad en nuestras lecturas. Uno de los problemas que abordamos en nuestro trabajo espiritual fue el de la cantidad de suicidios que iba en aumento en el ámbito universitario, y la atmósfera de temor que ello suscitaba. La situación había llegado a un extremo tal que hasta la prensa en otras partes del país se ocupaba de informar sobre el tema. Estoy seguro de que otros también estaban orando, y, el año siguiente, hubo una disminución considerable en el promedio de suicidios. La situación siguió mejorando.
Esta clase de trabajo amplió y profundizó nuestra visión de lo que es la Iglesia. En lugar de pensar sólo en los beneficios que podríamos recibir, nos dimos cuenta de que lo que llevaba adelante a la organización y abría el camino para tener una mayor actividad era llegar a los demás, mediante una comprensión más profunda del amor de Dios.
¿Han Tenido Esta clase de experiencia? Por ejemplo, ¿han estado en una reunión de una organización (o en una reunión de testimonios de los miércoles en una Iglesia de Cristo, Científico) que los ayudó a salir de una larga y difícil semana y los elevó a algo nuevo, los despertó a un sentido de lo que es espiritualmente posible ahora? Aunque tal vez no hayan pensado en esto exactamente de esta forma, ¿acaso no estaban recibiendo la luz misma del Cristo y dejando que esa luz eliminara las limitaciones del pensamiento convencional?
Alguien puede objetar: "Está bien, ese tipo de experiencia podría ayudar a la persona en particular que asiste a la reunión de la organización. Pero al considerar los problemas masivos (el crimen, el racismo y el egotismo, para nombrar unos pocos) con los que tiene que lidiar toda la comunidad universitaria como un todo, ¿es realmente tan significativo?"
Lo es, porque las organizaciones son la Iglesia, la Iglesia verdadera. La explicación que da la Sra. Eddy sobre Iglesia en el Glosario de Ciencia y Salud incluye lo siguiente: "La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y eleva a la raza humana, despierta al entendimiento dormido de las creencias materiales para que comprenda las ideas espirituales y demuestre la Ciencia divina, y así echa fuera a los demonios, o al error, y sana a los enfermos".
Es evidente que estas palabras no se refieren a una institución convencional, estática, sino a una que se halla donde hay personas que realizan actividades espirituales y morales que "elevan", "despiertan" y "sanan".
Debido al hecho de que le pertenece a Dios y es impulsada por El, donde se está demostrando la Iglesia hay un poder que llega más allá de quienes están congregados. La actividad de una organización puede sentirse tangiblemente en toda la comunidad en la que está llevando a cabo su labor.
Cuando las organizaciones han enfocado su oración y estudio espiritual hacia un problema de la comunidad, como el crimen, la presión o la integridad académica, a menudo ha habido una mejora decisiva de la situación. Jesús dijo: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Al confirmar con la oración cuán universal es el poder de Dios, la luz penetra dondequiera que se la anhele. En la habitación contigua o en el otro lado de la universidad, puede aparecer como un enfoque nuevo en los estudios, un cambio total en una relación problemática, un rayo de esperanza en una vida oscurecida por conjeturas mortales. Esta es la transformación — la revolución — que la Verdad está trayendo gradualmente a la consciencia humana.
¿Revolución? ¿Dónde está la evidencia? La evidencia directa aparece en cuerpos sanados, relaciones humanas renovadas, corazones purificados y vidas elevadas. Y también hay evidencia indirecta. Por ejemplo, se ve en la disposición de algunos profesionales médicos para reconocer y explorar los factores mentales en la curación. Se ve en el mayor número de curaciones espirituales que se están realizando entre grupos de cristianos que pertenecen a diversas organizaciones religiosas.
Gradualmente, pero con seguridad, las convicciones mortales arraigadas están cediendo su lugar a una nueva comprensión espiritual. A diferencia de la mayoría de las revoluciones en la historia de la humanidad, ésta tiene el poder de traer salvación eterna porque Dios Mismo es el poder que la impulsa.
Las organizaciones son también para los miembros de la facultad
Cuando Inicie Mi carrera universitaria, la organización de la Ciencia Cristiana en mi universidad fue como un salvavidas para mí. Siempre que las tareas que tenía por delante parecían abrumadoras, podía contar con las reuniones semanales de la organización para que me recordaran que en verdad "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones". Pero quizás, sólo cuando empecé a enseñar fue que llegué a entender más claramente la importancia que tienen las organizaciones universitarias de la Ciencia Cristiana en la vida académica, y la sabiduría de la Sra. Eddy al establecerlas en el Manual de la Iglesia.
Recuerdo que en mi época de estudiante siempre me impresionaba la manera en que el profundo sentido de apoyo que sentía en las reuniones de la organización se combinaba con la exigencia de que yo expresara más disciplina espiritual. El mensaje que escuchaba en los testimonios de los demás participantes en la organización era más fuerte que el que encontraba en los comentarios bien intencionados de mis amigos. Si bien su compasión con mis diversas dificultades me consolaba, no me daba esperanzas para solucionar realmente mi difícil situación del momento, que podía ser terminar una monografía en lo que parecía poquísimo tiempo, o cumplir con las rigurosas demandas de practicar un deporte y competir entre universidades. Los otros miembros de la organización me enseñaron que para encontrar soluciones al confiar de todo corazón en la fortaleza más profunda del gran amor e inspiración de Dios — para entender lo que significa realmente conocer a Dios como Amor y como Mente — yo también tenía que dar el difícil paso de despojarme de tales sentimientos como conmiseración propia, fracaso e imposibilidad.
Creo que ahora puedo ver con mayor claridad por qué sentí que esa disciplina que se me exigía era tan especialmente imperiosa para mí cuando empecé la universidad. El mundo académico parece ser un crisol del pensamiento contemporáneo, mezclando mucho de lo mejor y de lo peor de la mente humana. Por un lado, como lo observa la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: "Estudios académicos apropiados son esenciales. La observación, la inventiva, el estudio y el pensamiento original son expansivos y debieran promover el desarrollo de la mente mortal para que salga de sí misma, de todo lo que es mortal". Pero, por otro lado, ella también deploraba lo que denominó "la maraña de barbarismos en la instrucción". Con demasiada frecuencia la experiencia universitaria parece estar sofocada por el orgullo del intelecto y la agresividad del materialismo, que se hacen pasar por honestidad y rigor.
Aun cuando las universidades reconocen y promueven los grandes logros en las artes y las ciencias que nos inspiran a todos, generalmente lo hacen sobre la base de la creencia de que la inteligencia es un producto individual limitado, que les es dado a algunos y negado a otros.
Esta es una de las razones por las que las organizaciones tienen una misión especial en los ámbitos universitarios, y por qué tanto miembros de la facultad como estudiantes, tienen una función importante que desempeñar en ellas. Al desafiar las descripciones convencionales sobre lo que significa pensar y aprender, las organizaciones defienden activamente un concepto concepto distinto de lo que es el descubrimiento intelectual, y apoyan específicamente a quienes están buscando demostrar este concepto distinto sobre una base diaria.
Innumerables veces he asistido a reuniones de la organización sintiéndome muy sobrecargada por las exigencias de la docencia y la investigación, y por una sensación opresiva de mis propias limitaciones, sólo para encontrar que una percepción renovada de libertad espiritual revelada en el testimonio de un estudiante me ha quitado la carga. Seamos estudiantes o profesores, todos estamos trabajando para aprender más acerca de la alegría, la fortaleza y la sabiduría que nos trae el confiar en la única Mente. Y, por supuesto, ésa es la tarea que marca la razón de ser de las organizaciones universitarias de la Ciencia Cristiana.
UN MIEMBRO GRADUADO ESCRIBE
El Manual de la lglesia establece que los miembros de La lglesia Madre que se han graduado de una universidad pueden solicitar hacerse miembros de una organización universitaria de la Ciencia Cristiana, si existe una en su universidad. Si bien los miembros graduados no están incluidos entre los que pueden formar y dirigir las organizaciones (miembros de la facultad, instructores o alumnos), hay otros modos por los que pueden ayudar a cumplir el propósito de esta forma única de iglesia.
Por ejemplo, se mencionó que los miembros graduados pueden ayudar a reactivar un grupo inactivo al apoyar con la oración la continuidad de la organización y su derecho a existir en el ámbito universitario.
Un miembro graduado que había pertenecido a una organización universitaria que en los últimos años había estado inactiva, escribió a varios miembros graduados de su organización informándoles que se necesitaba apoyo por medio de la oración. Los miembros graduados oraron persistentemente, afirmando la continua atracción y poder de la Verdad.
Cuando las clases comenzaron nuevamente en el otoño, cuatro estudiantes de primer año manifestaron su interés en celebrar reuniones de la organización. Pronto se les unieron otros estudiantes interesados. Hace poco, solicitaron a La lglesia Madre anunciarse nuevamente en el Journal.