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Abramos las fronteras

Del número de septiembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tengo Un Amigo que se crió en un área cerca de la frontera de un país vecino. Entre los dos países había mutua comunicación y libre tránsito. Como resultado, mi amigo hablaba dos idiomas, y mediante el estudio aprendió un tercero.

Tengo otro amigo que es muy inteligente, pero cree que aprender otro idioma es imposible. Al no haber tenido mucho contacto con personas que no hablan su idioma, mi amigo cree que la posibilidad de aprender otra lengua es tan remota como sería para él viajar a la luna.

Hay cierta similitud entre el enfoque tan diferente de estos dos amigos y la experiencia de la curación espiritual, o cristiana. Si tal curación no ha formado parte de nuestra vida o si uno, por ejemplo, ha tenido tal curación cuando era chico, pero como adulto no ha persistido en comprender cómo se realizó, entonces la curación espiritual puede parecer tan remota e inalcanzable como aprender otro idioma. Y, sin embargo, normalmente esperamos que los niños dominen lo elemental de su propio idioma mucho antes de que comiencen a asistir a la escuela.

Todos poseemos profundas capacidades espirituales, las cuales, si no son exploradas, pueden parecer inexistentes. Si hemos dado poca importancia a la naturaleza del hombre como el hijo espiritual de Dios, entonces podemos pensar de nosotros mismos en términos totalmente materiales. En tales circunstancias realmente podemos ser aprisionados por limitaciones físicas e intelectuales autoimpuestas.

Los maestros de escuela ven constantemente en los estudiantes esta clase de limitación. Y los maestros que más éxito tienen son aquellos que logran despertar en los alumnos un reconocimiento del potencial que poseen y un deseo de realizarse y aprender. Recuerdo cómo se despertó en mí un interés por aprender otro idioma después que me fue pésimo en dos años de clases de latín. Tenía un amigo que estaba aprendiendo español, de manera que decidí tratar de aprender esta lengua. Pero, realmente, lo que me atraía era conocer gente de países de habla hispana. De pronto mi estudio pasó a ser una experiencia concreta; me di cuenta de que realmente se relacionaba conmigo y con nuevas amistades. Mi interés entonces recibió un gran impulso.

Cuando se trata de descubrir nuestra verdadera identidad espiritual como hijos de Dios — y esto es lo que fundamenta la curación cristiana — necesitamos, igualmente, alguna conexión concreta que nos muestre la existencia de Dios y nuestra relación inmediata con El. Las personas que relatan en esta revista experiencias de sus propias curaciones, representan muchas que han encontrado esta conexión o experiencia concreta.

Recuerdo una ocasión así cuando mi esposa y yo estábamos de novios, antes de casarnos. Al igual que yo, ella no fue criada como Científica Cristiana, y toda la idea de la curación espiritual, aunque obviamente formaba parte de la Biblia, nunca había estado directamente relacionada con su vida. Era escéptica, como lo había sido yo.

Una tarde, una antigua enfermedad de la cual ella había padecido y que reaparecía, se manifestó de nuevo y, repentinamente, cayó enferma. Hasta ese entonces, ocasionalmente habíamos conversado sobre la Ciencia Cristiana, mas la idea de una verdadera curación mediante la oración todavía a ella le parecía algo remoto. Pero entonces me pidió que la ayudara con la oración, como se hace en la Ciencia Cristiana. Aunque yo mismo había experimentado algunas curaciones mediante la Ciencia Cristiana y había ayudado a algunos amigos, que habían sido criados en esta religión, cuando habían estado enfermos o heridos, ésta era la primera vez que alguien que no había aun estudiado las enseñanzas de la Ciencia Cristiana me pedía que orara para que sanara.

Hay una declaración acerca de Dios en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, que dice: "Dios es individual, incorpóreo. Es el Principio divino, el Amor, la causa universal, el único creador, y no hay otra autoexistencia. Es omnímodo, y el reflejado por todo lo que es real y eterno y por nada más. Llena todo el espacio, y es imposible concebir tal omnipresencia e individualidad excepto como Espíritu infinito o Mente".

Mientras estábamos sentados en silencio, la percepción espiritual acerca de Dios y del hombre según aquella declaración en Ciencia y Salud, comenzó a guiar mi oración. Mi percepción acerca del hombre — que incluía tanto a mi esposa como a mí— fue más libre, menos limitada por el temor, y pude captar una vislumbre de la verdadera naturaleza del hombre como la expresión espiritual de Dios, que es Amor divino, Espíritu y Mente. La enfermedad era contraria a Dios y no tenía nada que ver con El y, en términos profundamente espirituales, percibí que la enfermedad no era parte integrante del ser del hombre. En pocos minutos la enfermedad desapareció.

La curación espiritual que resulta de una comprensión de Dios como la fuente completa del ser del hombre, y del hombre como el reflejo de Dios, es semejante a abrir una frontera por largo tiempo cerrada. La curación aporta una libertad que antes era desconocida, o quizás hasta inimaginable, porque uno inconscientemente se amolda a las restricciones materiales y a las diversas clases de esclavitud mental y al temor.

El Apóstol Pablo a menudo hablaba de la libertad que aporta el Cristo, la idea espiritual que Jesús demostró del poder de Dios para sanar y salvar. Contrariamente, la materialidad es una forma de esclavitud y condenación que restringe nuestra genuina identidad como hijos de Dios.

Pablo comprendió esto. El había sentido la seria esclavitud material y doctrinaria que resulta de la ignorancia de lo que es Dios y el hombre como Su hijo. Pero Pablo finalmente pudo declarar en su epístola a los cristianos en Roma: "La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. ... El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz".

No se nos puede ocultar la comprensión espiritual que reconoce que Dios es la verdadera Mente y Vida del hombre. Es propio de nuestra naturaleza espiritual el conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos como El nos creó. Es en esta identidad espiritual donde se origina nuestro impulso para la libertad, el amor, la dignidad y la bondad. También podemos experimentar nueva libertad, abrir fronteras y encontrarnos libres para comprender a Dios y saber que somos del todo capaces de expresar Su bondad.

Voz que clama en el desierto:
Preparad camino a Jehová;
enderezad calzada en la soledad
a nuestro Dios.
Todo valle sea alzado, y bájese
todo monte y collado;
y lo torcido se enderece,
y lo áspero se allane.
Y se manifestará la gloria de Jehová,
y toda carne juntamente la verá;
porque la boca de Jehová ha hablado.

Isaías 40:3–5

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