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La importancia vital de las oraciones en nuestras iglesias

Del número de septiembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Una Epoca, cedí a las presiones del mundo y caí bajo los efectos de una seria enfermedad. Durante varios días luché por sanarme mediante la oración y el estudio de la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, sólo para encontrarme peor e incapaz de satisfacer mis necesidades diarias. Casi incapacitado, mi esposa me llevó a un servicio religioso de la iglesia de la Ciencia Cristiana. Decidí dejar mis problemas en la entrada y entrar solamente a adorar a Dios. Inmediatamente al entrar, sentí esperanza y expectativa. Aun recuerdo el Himno 352 del Himnario de la Ciencia Cristiana, elevándome del temor a la confianza. Me habló de la paciencia, la humildad y el amor maravillosos de Cristo Jesús, quien venció al mundo y sus penas. La última estrofa dice así:

Que pueda yo en tu luz andar
Y ella a mi senda dé fulgor,
Y siga yo en mi caminar
Tus huellas, Hijo, tú, de Dios.

A medida que transcurría el servicio, así también progresaba mi curación, pero hubo desafíos que intentaban forzarme a abandonar el servicio física y mentalmente. En un momento estaba tosiendo tan fuertemente que pensé que debía irme para no molestar a los demás. Pero sentí el apoyo sin censura, compasivo y silencioso de los miembros alentándome a que me quedara. La tos disminuyó y luego desapareció. En otro momento sentí que estaba perdiendo el conocimiento. Pero todavía podía oír las lecturas, y la Palabra de Dios aumentó en fuerza y en claridad hasta que mi consciencia se llenó solamente con la Verdad y el Amor. ¡Había sanado!

Cuando salía, un ujier me susurró: "Gracias por haberse quedado". Pensé: "¿Gracias por haberse quedado? ¡No, no! ¡Gracias a los miembros por orar!" Los problemas que dejé a la entrada no estaban allí cuando salí, y, desde entonces, cumplí con las obligaciones apremiantes con más gozo.

¿Qué había experimentado? Nada menos que el poder sanador de una iglesia cuyos miembros se mantienen obedientes a la instrucción de la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre: "Las oraciones en las iglesias de la Ciencia Cristiana deberán ser ofrecidas colectiva y exclusivamente en pro de las congregaciones". Estas oraciones me habían sanado. Desde entonces he añorado saber aún más sobre cómo puedo yo también orar en la iglesia exclusivamente por la congregación, como nos instruye nuestra Guía, para que así otros puedan ser sanados.

Para orar por la congregación en forma apropiada, uno tiene que orar correctamente. Aunque hay muchas formas de oración, todas empiezan con humildad, con un anhelo profundo de saber más acerca de Dios y de Su creación. Oramos correctamente cuando permitimos que la revelación de la Ciencia Cristiana ilumine nuestra consciencia con la realidad espiritual del ser, Dios perfecto y hombre perfecto, y con el Principio armonioso y la ley del Amor, que gobierna la relación divina entre Padre e hijo. Cuando oramos, el Cristo, la Verdad, que Jesús enseñó, nos hace estar conscientes del poder y la presencia de Dios y de la Ciencia de la Verdad que mantienen armoniosamente a cada miembro de la congregación en salud, santidad e inmortalidad. La oración verdadera niega y destruye cualquier cosa desemejante a Dios, el Espíritu, y a Su imagen espiritual, el hombre, o sea, cualquier deformidad, enfermedad, impureza, carencia (toda materialidad).

Dado que Dios y Su semejanza son infinitos, la oración revela constantemente vistas más amplias de la bondad y del poder del Ser Supremo. Por lo tanto, la oración misma nunca es repetitiva o mecánica, sino siempre nueva y refrescante. La oración, la ventana mental a través de la cual discernimos el universo espiritual, se engrandece en la iglesia. Cada servicio religioso de la iglesia revela percepciones más amplias de la naturaleza de la Deidad. Y cada percepción clara sana, porque la curación es la prueba de que hemos vislumbrado que la naturaleza amorosa de Dios cuida del hombre.

Cada faceta del orden del servicio en la iglesia está divinamente basada, por lo tanto, podemos armonizar nuestras oraciones con ese orden y, llevados por su flujo, glorificar a Dios manifestando Su poder. Los himnos, la música, los anuncios, la oración y las lecturas de nuestro pastor dual, la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, todo esto da sustancia espiritual al pensamiento y abre más nuestra ventana de oración al cielo y a la armonía. Dado que cada detalle del servicio está divinamente impulsado, trae consigo curación. El estar atento a todas las facetas del servicio es gozar más de su totalidad, y orar más eficazmente por la congregación. La Sra. Eddy nos prepara para tal oración con estas palabras que aparecen en su libro titulado, The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany: "Lo que nuestras iglesias necesitan es esa calidad de pensamiento devoto y desinteresado que espiritualiza a la congregación".

Un paso necesario para vencer la inercia a la oración devota, es estar conscientes del estatuto que aparece en el Manual sobre la oración en la iglesia, y obedecerlo. El ser honesto y perseverante a través de los años en aplicar este Estatuto desarrolla altruismo. Pero el aplicarlo verdaderamente, es decir, orar con devoción "colectiva y exclusivamente" por las congregaciones, trae curación.

A veces, aun después que hemos sido sanados y hemos llegado a tener conciencia del Estatuto que aparece en el Manual que se titula "La oración en la iglesia", la inercia y la distracción basadas en el pensamiento egocéntrico podría hacer que fuéramos desobedientes al Estatuto. Empezamos con buenas intenciones pero encontramos que nuestros pensamientos se desvían hacia nuestras propias necesidades o hacia la agenda del día. O nos distraemos con lo que vemos en otros: ¿cómo es su apariencia exterior?, o sea, ¿cuál es su tamaño, su forma, su peso, su edad, su ropa; es hombre o mujer? ¿Cuál es su raza, su color, su religión, su moralidad; su riqueza, su posición social, su educación o su filosofía política? ¿Están sus puntos de vista de acuerdo con los nuestros? Aun podemos hacer la distinción en cuanto a si son miembros o si son extraños. ¿Cómo reaccionamos a lo que vemos? ¿Tenemos algún apego por algunos y antipatía por otros? ¿Somos envidiosos o criticones? Por supuesto que nada de esto es oración, y no nos ayuda ni a ellos ni a nosotros.

La Biblia declara: "Dios no hace acepción de personas". Dios creó de manera única y ama imparcialmente a todas sus ideas espirituales en forma individual. La oración nos muestra lo que hay en el paquete, ¡no cómo está empacado o envuelto! La oración verdadera revela la identidad distintiva de cada uno en la congregación como los hijos e hijas de Dios que individual y colectivamente expresan la forma, el color y las cualidades del Espíritu. La honestidad en vigilar nuestros pensamientos para ver si están de acuerdo con la realidad espiritual, la verdadera comprensión de Dios y el hombre, elimina los malos entendidos que distraen; y es así que nosotros y otros somos sanados.

Una desviación sutil de las instrucciones que da nuestra Guía en el Estatuto "La oración en la iglesia", algo que subvierte la curación, es el punto de vista grandioso de que los miembros deben orar por la comunidad o el mundo mientras estén en la iglesia en vez de orar exclusivamente por la congregación. Esto sería como si un practicista de la Ciencia Cristiana, a quien se le pide tratamiento, orara en general por el mundo y no por la persona que necesita el tratamiento. Esto no sería ni honesto ni obediente. Cuando invitamos a la comunidad y al mundo a nuestras iglesias para ser sanados, oramos específicamente por aquellos que vienen: la congregación. (Por supuesto, no damos tratamiento a las personas que están en la iglesia, porque esto sería una infracción al derecho que tienen a la privacidad.)

Tal enfoque en la oración responde a las necesidades espirituales de aquellos que vienen, cumpliendo con la función sanadora de la Iglesia. ¿No es ésta la mejor manera de ayudar a la comunidad y al mundo, a responder a las necesidades individuales, de la misma manera que nuestras necesidades fueron y son satisfechas? Todos prosperamos con la curación que constantemente se lleva a cabo en la Iglesia. La gente naturalmente se siente atraída a nuestros servicios y a la Escuela Dominical. Entonces todos nos unimos, cuando salimos de la iglesia, para orar y trabajar por la comunidad y el mundo.

Para orar en forma efectiva en la iglesia se requiere mucho más que lo que inicialmente entendemos. Se requiere gran sacrificio propio y crecer espiritualmente con un amor desinteresado. Esto no ocurre todo al mismo tiempo, pero tampoco se nos pide que lo hagamos todo al mismo tiempo. Es una oportunidad y una responsabilidad de toda la vida. Es necesario asistir consecuentemente a la iglesia, orar en la iglesia, y aplicar las oraciones en el diario vivir. Esta dedicación complementa nuestra devoción a Dios a través de la cristianización de nuestros pensamientos y obras, lo cual redime y regenera nuestra vida. Esto es un aspecto importante de "esa cualidad devota y desinteresada del pensamiento que espiritualiza a la congregación" y sana.

Trabajamos en esto toda la semana en nuestro hogar, en nuestro trabajo y en nuestras horas libres. Estudiamos la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy concienzudamente para comprender más de la Verdad y el Amor, y de nuestra querida naturaleza como hijos de Dios; entonces ponemos en práctica lo que aprendemos al ser honestos y amorosos con nuestra familia, nuestra profesión y nuestra filosofía política. Luchamos más y más por estudiar, orar y practicar sin cesar. Esto es una tarea de consagración continua que, generalmente, no se obtiene en un día o en un año. Pero con esfuerzo persistente, cada vez que vayamos a la iglesia tendremos más de "esa devota y desinteresada cualidad de pensamiento" que añora recibir más de la Palabra y está más dispuesta a orar "colectiva y exclusivamente en pro de las congregaciones".

Tal devoción amorosamente abarca a todas las congregaciones del movimiento (incluso las Escuelas Dominicales) así como a la congregación de La Iglesia Madre. Este Espíritu Santo de amor trae curación a las congregaciones al radiar a través de cada comunidad, uniendo a todos en el Amor universal que es Dios. Como lo profetizó la Sra. Eddy en Miscellany: "Las oraciones silenciosas de nuestras iglesias, resonando a través de los pasillos oscuros del tiempo, salen en oleadas de sonido, un diapasón de los latidos del corazón, vibrando desde un púlpito a otro, y de un corazón a otro, hasta que la verdad y el amor, uniéndose en una oración justa, rodeen y solidaricen a la raza humana".

Cuando nuestro corazón se llena con el amor que Dios siente por la humanidad, hay curación en la iglesia. Y con cada curación se adelanta el propósito mayor de la Iglesia de lograr la hermandad universal bajo un Padre-Madre.

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