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Podemos llegar a ser mejores padres

Escrito para Asuntos de Familia

Del número de septiembre de 1991 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Siempre He Confiado en que Dios nos ama. Sin embargo, no fue hasta que realmente tuve que enfrentar lo que fue para mí la gran soledad — mis siete hijos ya habían crecido y se habían ido de casa — que comencé a comprender verdaderamente lo que es el amor de Dios.

En mi vida diaria, me sentía casi abrumada por el profundo deseo de estar cerca de mis hijos. No obstante, lo que había comprendido sobre Dios y sobre mi naturaleza espiritual como Su hija, a lo largo de muchos años de estudiar la Ciencia Cristiana, evitó que me sintiera agobiada.

La angustia interior de extrañar a mis hijos no me impedía llevar una vida normal y activa. Pero sentía una insistente tristeza unida a una sensación de que lo único que me haría feliz sería estar con mis hijos, y nada podría sustituirlo.

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