Hace Poco Aparecio un artículo en un periódico de una provincia de Canadá, The Whig-Standard, intitulado "Esos Científicos Cristianos de ánimo saludable". Fue escrito por un clérigo, y decía en parte: "Hoy en día, cuando el materialismo se está haciendo popular, la Ciencia Cristiana es un antídoto apropiado para aquellos que afirman que el mundo no es nada más que lo que aparenta ser. Esta religión nos recuerda que hay algo más, y que la realidad es mucho más que lo que un enfoque de pesos y medidas puede descubrir. No quiero vivir sin el discernimiento expresado por la Sra. Eddy cuando optó por creer en un Dios que niega la muerte, el mal, el pecado y la enfermedad, antes que creer en la muerte, el mal, el pecado y la enfermedad que juntos niegan a Dios".
¿Cómo llegó la Sra. Eddy a comprender que ante la presencia de Dios, el bien omnipotente, el mal y la enfermedad no existen? Ella fue una cristiana devota desde su niñez. No obstante, en sus años adultos, su fe fue puesta seriamente a prueba por la mala salud y la pérdida de miembros cercanos de su familia a quienes amaba mucho.
En su libro Retrospección e Introspección, la Sra. Eddy describe los pasos que la guiaron a su descubrimiento de la Ciencia Cristiana: "Durante veinte años antes de mi descubrimiento, había yo estado tratando de relacionar todos los efectos físicos con una causa mental; y a fines de 1866 adquirí la certeza científica de que toda causalidad era la Mente, y todo efecto un fenómeno mental".
Su rápida recuperación de graves lesiones causadas por un accidente, y la restauración de su salud, la guiaron a hacer una profunda investigación de las Escrituras. A medida que estudiaba la Biblia, se convenció de que Dios, el Espíritu, es Todo y que El es el único creador del universo espiritual y del hombre. Literalmente descubrió la Ciencia del cristianismo que Jesús y sus discípulos habían practicado, y ella demostró su descubrimiento llevando a cabo notables obras sanadoras.
¿Cómo podemos hallar esta clase de confianza y convicción espiritual? El razonamiento humano por sí solo no es suficiente para que podamos reconocer la presencia y el poder de Dios. El razonamiento tiene que estar acompañado por la revelación y demostración espirituales, como lo fue para nuestra Guía. Mediante nuestro propio estudio de la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, nosotros también llegamos a conocer a Dios más íntimamente. Vislumbramos por nuestra propia cuenta que Dios es Espíritu y que El es todopoderoso y está siempre presente. Estos hechos espirituales dejan de ser sólo una teoría para nosotros cuando comprendemos que la misma ley divina que fue tan evidente en la vida de Jesús es una Ciencia práctica hoy en día.
Cristo Jesús es nuestro Ejemplo para aprender a sanar. Ante la omnipresencia de Dios no hay lugar para nada que sea desemejante a El. Comprendiendo esto, Jesús tuvo la autoridad para negar y destruir la enfermedad, el pecado y la muerte. La verdadera individualidad de Jesús, o Cristo, hizo que estuviera consciente de que moraba en todo momento en el amor de su Padre.
Los discípulos que Jesús eligió para que llevaran adelante su misión sanadora eran, obviamente, hombres de gran convicción, y, no obstante, esa convicción no dependía del intelecto o posición. Eran, de hecho, hombres sencillos. Su convicción vino cuando respondieron a la presencia del Cristo. Como dice el Evangelio de Mateo, cuando el Maestro los llamó para que lo siguieran, estuvieron dispuestos a dejar todo por el Cristo, o la Verdad.
La Verdad divina que Jesús enseñó lleva al pensamiento más allá de las apariencias materiales hacia la realidad de la verdadera identidad espiritual del hombre como el hijo de Dios, creado a Su imagen y reflejando la sustancia del Espíritu. Al responder al llamado del Cristo en nuestra propia vida día tras día, sentimos que el poder de Dios impulsa nuestro progreso espiritual. Paso a paso, al confiar en Dios para mantener y gobernar a Su propia creación, experimentamos más orden, salud y estabilidad en nuestra vida.
Al comprender el hecho de que el hombre de la creación de Dios está eternamente unido a El como reflejo, empezamos a demostrar el Cristo, la Verdad, a diario. Expresamos santidad, humildad, pureza y amor más consecuentemente. Nuestra obediencia a las leyes divinas también nos mantiene con buena salud, pues el cuerpo refleja lo que estamos pensando.
Mediante una constante purificación de pensamiento y móviles en las minucias de nuestra vida diaria nos es cada vez más natural recurrir al Espíritu en procura de curación si surge la necesidad. Percibimos que Dios es nuestra Vida y que podemos confiar totalmente en El en asuntos de salud, bienestar y progreso espiritual.
Una joven mujer dejó su país para seguir una carrera en una ciudad en el otro extremo del mundo. Una noche, después de algunos meses en este nuevo país, enfermó gravemente. Una enfermera médica que compartía su hogar con ella, viendo la gravedad de su condición, la apremió para que buscara ayuda inmediatamente. La joven, que era estudiante de Ciencia Cristiana, decidió confiar en lo que estaba aprendiendo acerca de la relación del hombre con Dios para su curación.
Se comunicó con una practicista de la Ciencia Cristiana para que apoyara sus propias oraciones. La practicista fue inmediatamente a ver a la Científica Cristiana. La recibió la enfermera, quien hizo énfasis en la gravedad de la enfermedad. En unos minutos la enfermera se fue; pero la practicista se quedó y oró por su paciente la mayor parte de la noche. Temprano por la mañana, una enfermera de la Ciencia Cristiana vino para cuidar de la paciente y para que estuviera confortable. Pronto se hicieron arreglos para llevarla a un sanatorio de la Ciencia Cristiana cercano, donde podía ser atendida de manera más adecuada.
A medida que la practicista oraba por la joven, obtuvo una clara comprensión de que la identidad espiritual del hombre a la semejanza de Dios, sólo refleja la sustancia del Espíritu, la sustancia del bien. Refutó la suposición de que la materia podía interferir con el gobierno totalmente bueno de Dios sobre Su creación. Comprendió que creer en un poder aparte de Dios era magnetismo animal, una sugestión de que la creación era espiritual y material, buena y mala a la vez.
La practicista recurrió a Rudimentos de la Ciencia Divina, donde la Sra. Eddy da una clara guía sobre la curación. Escribe: "Los pensamientos del practicista deben estar imbuidos de una convicción firme de la omnipotencia y omnipresencia de Dios, la convicción de que El es Todo, y que nada puede haber fuera de El; que Dios es el bien y que produce únicamente lo bueno; y, por consiguiente, que todo lo que milita en contra de la salud, la armonía o la santidad, es un vil usurpador del trono de Aquel que gobierna a toda la humanidad".
Al recurrir a Dios de todo corazón, la practicista pronto obtuvo una convicción irresistible de Su bondad y de Su poder para sanar. Realmente sintió el amor omnímodo de Dios. Muy pronto la joven informó que el dolor había disminuido y que estaba recuperando la armonía. Esa noche durmió confortablemente, y en la mañana estaba totalmente libre de toda dificultad. Había sanado. Y todos los que vieron esta prueba del gran amor de Dios se regocijaron con ella.
La convicción espiritual sana. Nos hace comprender que el Cristo está aquí mismo con nosotros, dando testimonio del poder y presencia de Dios, ahora y siempre.