Mientras Haciamos Un repaso antes de un examen de ciencias, le pedí a mi clase de sexto grado que mencionara algunas de las diferencias que existen entre una estrella y un planeta. Un alumno respondió que una estrella brilla con luz propia mientras que un planeta brilla por reflejo.
Las palabras brilla por reflejo me llamaron la atención. Recordé una declaración que la Sra. Eddy hizo en una carta dirigida a una iglesia. La carta está incluida en Escritos Misceláneos. Ella dice: “Dejad que vuestra luz refleje Luz”. Fue un mensaje que en una ocasión me ayudó a recordar que aunque yo, como imagen y semejanza de Dios, reflejaba toda la luz o bondad de Dios, Dios continúa siendo la única fuente de esa luz. Así que la luz espiritual nunca podría faltarme ni disminuir porque esa luz no dependía de mí sino de Dios, el Amor divino, para brillar eternamente.
Al recordar esta lección pensé que a menudo tendemos a olvidar que nosotros, como los planetas, brillamos por reflejo. Al creer que somos tanto creadores como parte de una creación material, comenzamos a sentir que somos personalmente responsables de cada cosa buena que hacemos.
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