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La guerra contra las drogas es una lucha espiritual

Del número de marzo de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Poderosos Monopolios De drogas que intimidan a individuos y a gobiernos. Vecindarios invadidos por traficantes que compiten entre sí por las enormes cantidades de dinero que pueden ganar. Muchachos y adultos que pierden el control de su propia vida. Un círculo vicioso de falta de dominio propio, ignorancia y codicia que gira repetidamente en muchos niveles distintos. La plaga traspasa los límites sociales, económicos y raciales. Los efectos están tan ampliamente difundidos que todos, quieran o no, son afectados directa o indirectamente por la “guerra contra las drogas”.

Algunos luchan contra el desaliento. Hace poco un oficial de policía dijo que la actividad de las drogas en su comunidad “es una marejada que según parece no podemos detener”. Aun cuando se hagan esfuerzos heroicos para reducir el comercio de las drogas, tenemos la impresión de que simplemente la destrucción de las drogas y el encarcelamiento de la gente no va a ser suficiente.

Es indiscutible que es necesario enjuiciar a ciertas personas y que se deben sacar de circulación las sustancias dañinas. No obstante, la culpable de todos los crímenes relacionados con las drogas y el sufrimiento concomitante es cierta mentalidad, una manera de pensar material que tiene que cambiar si es que todo lo demás ha de cambiar de manera permanente.

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