Una De Las muchas y atrayentes historias en la Biblia es la que habla de David y Goliat. Esta historia nos muestra el éxito que podemos obtener cuando nos volvemos a Dios como el dador y preservador de todo el bien. Cuando el gigante Goliat, con toda su apariencia de poder y grandeza, se enfrentó con el joven David, David con firme resolución e inviolable confianza en Dios, le contestó sin temor: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos”. Y agregó: “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla”.
Con este pensamiento de fe absoluta en el triunfo del bien, David “corrió a la línea de batalla contra el filisteo”. El no tuvo temor, no se retrajo irresoluto, sino que muy por el contrario, se enfrentó a su enemigo con valentía y lo venció.
Podemos ver en esta historia importantes lecciones sobre lo que significa confiar en Dios, razonar espiritualmente y tener humildad. Pero, antes que nada, puede ser importante preguntarnos: ¿Qué es este Goliat?
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