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Hace Doce Años tuve la provechosa...

Del número de marzo de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Doce Años tuve la provechosa oportunidad de servir como capellán en una cárcel para hombres en el estado de California. Una noche mientras esperaba que me escoltaran para ir a la capilla, el guardia me dijo: “¿Por qué pierde su tiempo en venir aquí? Estos hombres no merecen su tiempo”. Después de orar por un momento le respondí: “Si usted tuviera una pesadilla ¿no estaría agradecido si alguien lo sacudiera y tratara de despertarlo de esa pesadilla?” Esa conversación me recordó una “pesadilla” que tuve y que duró alrededor de ocho años.

He trabajado en la industria de acarreos por camión durante cuarenta años. Mi padre se dedicaba a ese negocio así que yo crecí en él. Siempre había querido entrar en el negocio del acarreo especializado, transportando grúas, topadoras, etcétera. Cuando adquirí suficiente experiencia para solicitar un empleo en esta clase de trabajo, me sorprendí al descubrir todo lo que entrañaba. Algunas veces trabajábamos todo el día y después remolcábamos una carga desde el sur de California al norte de california esa misma noche, unas diez horas de viaje. Algunas veces, este horario duraba toda la semana.

Me era bastante difícil permanecer despierto, y una noche le pregunté a un compañero con quien trabajaba, cómo podía mantenerse despierto. Me ofreció algunas píldoras que él tomaba. No las acepté, pero después de luchar contra el sueño noche tras noche, le pedí unas. La primera que tomé mantuvo mis ojos abiertos y me hizo sentir alerta. Pensé que eran formidables y me pregunté por qué no las había aceptado antes. No vi nada malo en tomarlas.

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