Ami Amigo, un veterano de la guerra de Vietnam, le faltaba hacer dos cursos para recibir su título de licenciado en la universidad cuando lo mataron mientras vendía cocaína. Había sido traficante de drogas, como ocupación suplementaria, desde hacía varios años. A menudo había expresado el deseo de cambiar su vida. Sentí mucha desesperación cuando me enteré de que la violencia del mundo de las drogas había llegado a él antes de que cambiara.
¿Qué es lo que puede apartarnos de las drogas? ¿Qué me impidió a mí caer presa de las drogas? En mi propia experiencia nunca fue la falta de acceso a ellas, porque con frecuencia me las ofrecían gratis. Yo diría que fueron los valores espirituales que me inculcaron en mi hogar y en mi iglesia. Además de mantenernos en la dirección correcta, los valores espirituales tienen el poder de liberar a todos aquellos que han sido atrapados por la adicción a las drogas.
¿Qué son los valores espirituales y dónde los conseguimos? Son las aspiraciones y deseos espirituales que nos vienen de Dios. Cuando nos damos cuenta de que el ser real del hombre es el reflejo espiritual de Dios, el Espíritu divino, descubrimos que todo el bien proviene de Dios, y que podemos demostrarlo en las cualidades y deseos espirituales que El nos imparte. Si mi amigo hubiese comprendido que su ser verdadero provenía de Dios y que siempre permanecía puro y semejante a Dios, su deseo inestable de cambiar habría sido impulsado por el poder salvador del Cristo y habría tenido éxito.
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