Nunca se sabe quién va a entrar por la puerta de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. En un momento dado puede ser alguien que trabaja cerca y que ha pasado por allí cientos de veces antes, un viajero que está lejos de su casa, un miembro de la iglesia, o simplemente alguien que está buscando respuestas significativas. Independientemente de sus antecedentes, lo que estos visitantes tienen en común es que son gente real que está enfrentando situaciones y preocupaciones reales y actuales.
Usted entenderá lo que queremos decir con esta breve lista de visitantes que han entrado recientemente en una Sala de Lectura situada en la región del oeste medio de los Estados Unidos de Norteamérica.
Un señor que durante muchos años ha estado a cargo de atender una línea telefónica de emergencia a la que llaman personas con intención de suicidarse, vino porque sentía que él necesitaba más ayuda para ayudar a los demás. Habló con la bibliotecaria sobre la Ciencia Cristiana y compró un Christian Science Sentinel que tenía un artículo sobre el suicidio de adolescentes.
Una madre preguntó si teníamos algo sobre “la perseverancia”. Su hijo acababa de ser tratado por su adicción a la cocaína y ahora estaba empezando a caer en el problema nuevamente. Escuchó con avidez las contestaciones que la bibliotecaria dio a sus preguntas sobre la Ciencia Cristiana, y después compró un ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Antes de irse le dijo a la bibliotecaria que había pasado por la puerta miles de veces hasta finalmente entró, y agregó: “¡No sabe lo que me ha ayudado!”
Justo después de la hora de cerrar entró un hombre a la Sala de Lectura y dijo que su esposa iba a ser operada. Después de hablar sobre la Ciencia Cristiana, compró un ejemplar de Ciencia y Salud y la bibliotecaria le obsequió un número viejo de The Christian Science Journal para que tuviera una lista de iglesias y de practicistas.
Una joven pareja de sordos, que eran estudiantes de la Biblia, vino a la Sala de Lectura para usar los libros de referencia. Durante media hora mantuvieron un intercambio de ideas con la bibliotecaria, por escrito, sobre religión, la Ciencia Cristiana y la curación; se fueron con un ejemplar de Ciencia y Salud y del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana — Lecciones Bíblicas.
¿Qué trajo a estas personas a esta Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana? ¿Qué las hizo quedarse hasta que encontraron algo que sintieron que era significativo? Por cierto que su deseo de paz, de comprensión y de curación es parte de la respuesta. Y el hecho de que una bibliotecaria ore activamente para ver la paz, la comprensión y la curación de Dios manifestadas, es otra parte de la respuesta. Obviamente, éstas eran inquietudes espirituales que sólo podían ser satisfechas mediante la oración práctica, sincera, siempre nueva. Por eso le pedimos a la bibliotecaria de esta Sala de Lectura que compartiera con los lectores del Heraldo algo sobre cómo ora acerca de la actividad de la Sala de Lectura.
“Como bibliotecaria de una Sala de Lectura, he visto la necesidad de orar para reconocer la verdadera naturaleza espiritual de hombre cada vez que me desempeño como tal. También he visto la necesidad de estar alerta para orar específicamente por problemas mundiales y de la comunidad. Pero al mismo tiempo, he visto otra necesidad: la de entender diariamente que la actividad de la verdad de Dios es invariable, completa, que no se puede detener, que se revela a sí misma, y que la Sala de Lectura es parte integral de esa actividad en el escenario humano.
“¿Ha notado las muchas referencias que hay en el Nuevo Testamento sobre las ‘grandes’ multitudes que seguían a Cristo Jesús? Venían de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea, Idumea y de más allá del río Jordán. De estos pasajes inferimos algo de la manera en que el mundo respondía a la Verdad. Era poderosa, no mezquina. En algunos aspectos las épocas no han cambiado. Las multitudes todavía están aquí, hambrientas de la Verdad. Por medio de la Ciencia divina, el Consolador, como lo revela Ciencia y Salud, el mismo poder sostenedor y sanador que ofreció Cristo Jesús, también está aquí. Entonces, cuando pensamos en ello, no hay razón por la que nuestras Salas de Lectura no debieran ser el centro focal de esa actividad espiritual hoy en día.
“Si nuestra Sala de Lectura no es activa, quizás nos ayude el orar más profunda y consecuentemente para sentir con más intensidad el hambre que tiene la humanidad por la Verdad. La oración revela lo único que puede satisfacer verdaderamente esa hambre: el cristianismo que Cristo Jesús enseñó y vivió. Es útil recordar que antes que Jesús alimentara a las multitudes refutó las sugestiones que decían que no podría o debería alimentarlas. Como usted recordará, los mismos discípulos de Jesús le dijeron: ’El lugar es desierto, y la hora ya muy avanzada. Despídelos...’ (véase Marcos 6:34—44).
“Sin embargo, en vez de reaccionar a estas objeciones con complacencia, enojo o frustración, Jesús se apartó de ellos, miró directamente al cielo, ¡y procedió a Sala de Lectura? ¿Albergará a cinco mil? Si la contestación es negativa, entonces ¿con qué clase de argumentos estoy de acuerdo hoy? ¿Dónde en mí misma, en la comunidad, mis ayudantes, los visitantes, los transeúntes, estoy aceptando “la sequedad del desierto” o las creencias mesmerizantes que dicen: ‘La hora [es] ya muy avanzada’? ¿Con qué maneras me siento tentada a ‘despedirlos?’
“Siempre que un bibliotecario se esfuerza por morar en los hechos eternos e invariables del Espíritu y está dispuesto a no admitir ninguna suposición sobre por qué la actividad de Dios no está operando ese día — el tiempo, el intelectualismo, la economía, las vacaciones, la ignorancia, el temor, el prejuicio y cosas por el estilo — una Sala de Lectura se convierte en un lugar vivo, lleno de actividad sanadora, y vienen muchas personas por primera vez que están buscando la verdad sinceramente.
“Debido a mi experiencia en la Sala de Lectura, ya no miro al pasado con nostalgia ni a un acontecimiento en el futuro lejano para que las Salas de Lectura cumplan su propósito. Creo que somos el acontecimiento. Jesús probó que ‘ahora’ no es una condición del tiempo o las circunstancias, es una cualidad del pensamiento. Es nuestra visión espiritual disciplinada que puede guiar a la humanidad al Cristo salvador y sanador. Las multitudes hambrientas están aquí, y también el Consolador. Depende de nosotros que los unamos científicamente”.
¿Quiénes somos “nosotros”? Somos todos nosotros. Como esta bibliotecaria y los que trabajan en la Sala de Lectura citada en estas páginas demostraron con sus ejemplos, ya contamos con las herramientas y la habilidad otorgada por Dios para formar parte de esta gran obra. Y se convierte en nuestra respuesta al mandato de Cristo Jesús: “Pastorea mis ovejas”.
“DEJAMOS DE LADO LAS AGENDAS MERAMENTE PERSONALES”
De una Sala de Lectura en California
Se Les Pide a nuestros bibliotecarios que oren por el mundo y dejen de lado las agendas meramente personales cuando cumplen con su tarea. Estamos alerta y atentos a quienes pasan por enfrente de la vidriera y a quienes entran por la puerta, preparados para apreciar a cada visitante como el amado hijo de Dios. El tratar continuamente de familiarizarnos cada vez más con la literatura que tenemos a nuestra disposición, nos capacita para compartirla con espontaneidad e inteligencia. De esta forma estamos siguiendo la esencia de la declaración de la Sra. Eddy: "Todos los servidores de Dios, hombres y mujeres, son milicianos... Seamos fieles y obedientes, y Dios hará el resto" (Escritos Misceláneos).
Varias personas que viven en la calle han llegado a utilizar y amar nuestra Sala de Lectura. Una mujer, que llevaba todas sus pertenencias en dos bolsas de compra, nos visitó varias veces. Durante su primera visita, todo lo que hizo fue sentarse ante una Biblia abierta y mecerse. La bibliotecaria oró con diligencia para ser testigo de la dignidad personal de esta mujer como hija de Dios. En visitas subsiguientes, la mujer estuvo cada vez más tranquila. Un día vino limpia, vestida prolijamente, con un aspecto de dignidad genuino. Esa vez leyó la Biblia.
Otra mujer que vivía en la calle entró de modo muy abrupto y nunca dijo una palabra. Hacía ruidos inusuales mientras copiaba palabra por palabra del Heraldo. No oramos para catalogar a ningún visitante sino para confiar en que cada visita es una oportunidad para ver la identidad pura y espiritual del hombre, que no está cargada con una historia mortal previa. Pronto dejó de hacer ruido, empezó a leer las publicaciones periódicas y la Biblia, y nos visita con regularidad. Hasta asiste ahora a los servicios religiosos de la iglesia y a las conferencias.
Sí, ha habido momentos en que ha venido gente que al parecer no quería lo que teníamos para ofrecer espiritualmente. En una época las toallas de papel para secarse las manos en el baño se transformaron en un artículo que todos querían llevarse, lo mismo que usar nuestro baño como si fuera un baño público. Fueron épocas en que todos los que trabajábamos en la Sala de Lectura tuvimos que unirnos y orar para demostrar que la Iglesia nunca puede ser profanada ni mal usada. Cada uno tuvo que llegar a entender por sí mismo como expresar el dominio para echar fuera toda forma de error y continuar amando al hijo de Dios.
¿QUIEN IRIA A UNA SALA DE LECTURA EN UN DIA TORMENTOSO?
De una Sala de Lectura en Alemania
Era un dia muy tormentoso. Cuando me dirigía a trabajar en la Sala de Lectura, había tanto viento que apenas si podía sostener mi paraguas. Poco antes de llegar a la Sala de Lectura pensé que con seguridad nadie vendría a la Sala de Lectura con esa clase de tiempo. Pero de inmediato rechacé ese pensamiento. Me di cuenta de que no era un pensamiento que procedía de Dios.
En la puerta, se me acercaron dos señoras para pedirme si podían hacer una llamada telefónica. Una vez adentro, me hicieron preguntas sobre nuestra iglesia, y de allí surgió una conversación muy significativa. Al irse, las dos compraron el libro Ciencia y Salud. También les di algunos ejemplares del Heraldo.
Desde entonces, han venido a la Sala de Lectura con regularidad a comprar el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y el Heraldo, para después ir a leer y estudiar con sus amigos.
Estoy segura de que el Amor divino que las trajo hasta nuestra puerta continuará guiándolas en su camino.