El Amor Es un lenguaje que todo el mundo comprende. No necesita traducción. Habla de corazón a corazón. Puede sanar los males del mundo: los conflictos, el terror, el desamparo, la debilidad moral. Ese amor expresa el poder sanador del Amor divino — es decir, Dios — y, por lo tanto, es espiritual y puro.
Sin duda, Cristo Jesús fue el más grande comunicador de este amor derivado de Dios que el mundo ha conocido y conocerá jamás. El trajo su mensaje redentor y sanador a todos los que querían recibirlo. El enseñó que Dios es un Padre afectuoso que siempre es misericordioso y justo, y sus obras sanadoras ejemplifican esta verdad. Ponen en evidencia la perfecta realidad espiritual de Dios y el hombre, mostrando que debido a que Dios es totalmente bueno, El no pudo haber creado o permitido algo que fuera menos que bueno en Su linaje.
El amor puro y espiritual que Jesús personificó era el poder que reformó a los pecadores y sanó la enfermedad. Evidentemente, este amor no era simplemente un producto de la bondad humana, falible e inconstante. Era el reflejo del Amor divino, infinito, imparcial y omnímodo.
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