Un Domingo, Despues de haber asistido al servicio de la Iglesia de la Ciencia Cristiana, me detuve en una plaza grande que hay cerca de la iglesia. Me senté en un banco y comencé a observar los hermosos árboles verdes que rodean la plaza. Entonces vi a un joven que estaba debajo de un árbol grande haciendo ejercicios físicos. No parecía estar preocupado por el gran número de personas que tenía a su alrededor. Yo estaba impresionado no solo por su constancia sino también por el hecho de que para realizar esa actividad estaba perfectamente vestido con su equipo de gimnasia.
Yo también estaba interesado en las preguntas que me vinieron al pensamiento mientras lo observaba. Sin embargo, mis preguntas eran en términos de espiritualidad. ¿Acaso soy yo tan persistente y consecuente como este hombre al ejercitar mis capacidades espirituales y la comprensión de Dios que estoy obteniendo de mi estudio de la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens)? ¿Estoy adecuadamente vestido de pureza espiritual? Tuve que admitir que la respuesta a esas dos preguntas probablemente era “no”.
En ese momento me di cuenta de que a pesar de que conocía la Ciencia Cristiana desde hacía bastante tiempo y era miembro de la iglesia, no estaba haciendo todo lo que podía para progresar espiritualmente. Cuando yo me enfrentaba a un problema de inmediato llamaba a un practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda. Ahora bien, no hay nada malo en llamar a un practicista para pedirle ayuda mediante la oración. Pero comprendí que yo no lo llamaba simplemente para pedir ayuda, le estaba pasando al practicista la responsabilidad de mi progreso y curación espirituales. Yo había creído que otra persona podía hacer el “ejercicio” mientras yo cosechaba los beneficios.
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