¡LA Situacion Economica era apretada! Echamos una larga y profunda mirada a las carreras que habíamos escogido. Yo constantemente analizaba mis hábitos de gastar dinero, esperando suprimir todo lo que no fuera esencial para poder solventar las necesidades fundamentales.
Entonces un día de repente dejé de analizar la situación humanamente y pensé: “¿Creo que todo lo que necesitamos realmente es alimento y abrigo? ¿Pienso que podemos vivir sin belleza o refinamiento? Porque si lo hago, también debo creer que la música (la profesión de mi marido) es un lujo del que el mundo puede prescindir. Estoy creyendo que el hombre es un organismo físico y que se puede sacrificar todo lo que no sea físicamente tangible”.
Eso simplemente no estaba de acuerdo con mi comprensión de Dios y de Su creación. La Biblia incluye abundantes reconocimientos de la infinita bondad de Dios; Lo describe como tierno y poderoso, hermoso y sabio, glorioso y fiel. El no es unidimensional y ciertamente no es físico. Cristo Jesús dijo claramente: “Dios es Espíritu”. Si el hombre es en verdad la semejanza del Espíritu, como enseña la Biblia, él refleja la ilimitada diversidad del Espíritu.
¿Qué tenía eso que ver con la elección de una carrera y con los hábitos de gastar dinero? En primer término, significaba que la cualidad espiritual que expresaba la música de mi marido era absolutamente vital para nuestro bienestar y el de la humanidad. Significaba que la belleza era tan valiosa y necesaria como las cosas de uso práctico y que la provisión que Dios tenía para nosotros incluía belleza e inspiración.
A través de los años, una apreciación creciente de estos hechos, y un esfuerzo honesto por aplicarlos a las circunstancias de la vida diaria, nos han ayudado a vencer el temor a que nuestros recursos pudieran ser inadecuados. Aprender a valorar cada cualidad que proviene de Dios, y aspirar a expresar más, no menos, estas cualidades, ha traído mayor realización a nuestra vida.
Debido a que nuestra identidad real como semejanza de Dios incluye todo lo bueno, no podemos prescindir realmente de una sola cualidad semejante a Dios. Mary Baker Eddy, quien descubrió y fundó la Ciencia Cristiana, por cierto que demostró esto al responder a las exigencias de fundar un movimiento religioso internacional. Evidentemente, su obra requería cualidades que, por lo general, no se consideraban esenciales o apropiadas para una mujer del siglo diecinueve. Mediante su percepción vívida de la vastedad y riqueza de la naturaleza de Dios, ella pudo expresar gran capacidad organizativa y perspicacia para los negocios y, al mismo tiempo, disfrutar de un profundo interés por los asuntos cívicos y mundiales, por la invención, la música y la poesía. La Sra. Eddy entendió que el hombre es “la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas”, según lo escribió en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.
Incluir “todas las ideas correctas” no implica que tenemos que esforzarnos por “tenerlo todo”. Las enseñanzas de Jesús nos muestran que nuestros móviles no tienen que ser realmente el de acumular objetos materiales u obtener notoriedad pública, sino apreciar todo lo que eleve el pensamiento, lo que exprese el alcance infinito y el equilibrio perfecto de la bondad del Espíritu, buscar el reino de Dios. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El Ser Divino tiene que ser reflejado por el hombre — de lo contrario el hombre no es la imagen y semejanza de Aquel que es paciente, compasivo y fiel, el Unico ‘del todo amable’, mas el comprender a Dios es obra de la eternidad y exige absoluta consagración de pensamientos, energías y deseos”.
Cuando hay que pagar el alquiler mañana, juntar el dinero para pagarlo puede parecer una demanda muy urgente; virtualmente nos pide a gritos nuestra atención, nuestros “pensamientos, energías y deseos”. En esos momentos, el entender a Dios puede ser lo que menos ocupa nuestra mente. Pero ése es, en realidad, el preciso momento en que nos podemos beneficiar más al elevar nuestra visión por encima de la crisis inmediata para contemplar al hombre como el reflejo del Ser Divino, que es enteramente completo. El Ser Divino tiene habilidad infinita para expresar toda posible idea valiosa, abre su propio camino a las oportunidades, incluye su propio sustento seguro, tiene la sabiduría y el poder perfectos, y cuida fielmente a su reflejo.
Un mortal temeroso simplemente no es el reflejo de Dios. Un mortal frustrado, que marcha penosamente por un páramo de oportunidades o la competencia feroz, no es ese reflejo. El hombre espiritual, inspirado, satisfecho y guiado con seguridad por el Amor divino, es ese reflejo. Por medio de la oración que reconoce la semejanza perfecta del Espíritu que lo incluye todo, podemos empezar a discernir que este hombre perfecto y espiritual es quien somos en realidad, nuestra individualidad genuina. Podemos llegar a experimentar más del bien que incluye esa individualidad verdadera. Y esto satisfará la necesidad humana de maneras prácticas y eficaces.
Dado que cada uno de nosotros, en verdad, no sólo refleja la compleción sino también la diversidad del Espíritu, podemos descubrir que nuestra oración es contestada de maneras únicas e inesperadas. Además podemos encontrar que una variedad de exigencias legítimas a nuestro tiempo y atención, pueden traer en realidad un equilibrio útil a nuestra vida en vez de quitarle su unidad de propósito.
Algunas personas tal vez crean, por ejemplo, que una carrera artística simplemente no proporciona la estabilidad y seguridad que necesita una familia, o que las responsabilidades de la crianza de los hijos los ataría e impediría el progreso en sus carreras. Si bien las necesidades y experiencia de cada uno son individuales, y lo que puede ser apropiado para una persona quizás no lo sea para otra, no tenemos por qué sentirnos restringidos. En la medida que entendemos que el hombre, el reflejo del Espíritu, incluye todas las ideas correctas, tales como estabilidad y libertad, seguridad y progreso, hallamos que el Espíritu trae luz y perspectiva a cada aspecto de la experiencia. El amor incondicional que requiere una relación familiar fortalece y enriquece nuestra vida. El trabajo que expresa la belleza de Dios eleva nuestro punto de vista y amplía nuestros alcances.
Progresamos mejor en nuestras ocupaciones y abastecemos mejor a nuestras familias al mantenernos fieles al propósito definido que Dios tiene para nosotros. El abandonar los conceptos limitados y personales sobre lo que debiéramos estar logrando nos capacita para reconocer con mayor claridad que Dios, el Amor divino, siempre está deseoso de proveer nuevas oportunidades para glorificarlo a El y bendecir al género humano.
Pueden presentarse ocasiones en que nuestra confianza en esta verdad se vea profundamente desafiada. Quizás necesitemos valor y firme visión espiritual para permanecer en el camino aun cuando no podamos ver exactamente cuál será el resultado. Pero, ¿debemos estar consternados cuando las circunstancias exigen de nosotros una confianza más profunda y constante en el Espíritu como sustancia?
La humanidad está buscando realizarse con desesperación, aspirando a algo que satisfaga más que la materialidad superficial. Nuestra humilde disposición para orar por encontrar soluciones espiritualmente iluminadas en cada desafío, alumbrará el camino para que otros reconozcan y expresen la totalidad de la naturaleza de Dios.
