Melinda tenía problemas. A ella le encantaba pasar mucho tiempo con su hermana mayor, Molly, y hacer todo lo que ésta hacía. Pero a Molly no siempre le agradaba esto, había muchas cosas que le gustaba hacer sola. Otras veces, para que Molly le prestara atención, Melinda la importunaba. Entonces Molly le decía y hacía cosas desagradables, y terminaban discutiendo y peleando.
Un día, cuando los problemas con Molly se habían vuelto terribles, Melinda resolvió irse de la casa, así ya no tendría que tratar de llevarse bien con Molly. Llamó a una amiga e hizo planes para encontrarse con ella a la mañana siguiente en la gasolinera de la esquina a las 6:30.
La mamá de Melinda se enteró del plan, y comenzó a pensar en las historias de la Biblia que se refieren a personas que quisieron huir de sus problemas. Luego Melinda y su mamá hablaron sobre algunas ideas importantes.
La mamá le contó que mucha gente, pequeña y grande, a veces siente el deseo de huir de la necesidad de tomar una decisión o de los momentos difíciles con un hermano o una hermana o con la mamá. A Melinda le agradó saber que ella no era la única que tenía problemas.
Hubo una ocasión en que Dios le dijo a Moisés que echara su vara al suelo, la que se convirtió en una culebra venenosa. Moisés huyó de la culebra. En la historia de Jonás, éste tenía miedo de ir a Nínive a hablarle a la gente de Dios. Entonces se embarcó en un barco que iba en dirección contraria y terminó en la barriga de un gran pez. Pero Dios les hizo saber a Moisés y a Jonás que ellos debían y podían hacer lo que El les había pedido que hicieran. Cuando lo hicieron, todo resultó mejor.
Luego hablaron sobre la historia que contó Cristo Jesús de un hermano menor que sentía que su vida en la casa era aburrida y que la pasaría mejor en el mundo jugando con sus amigos. Pero lo que sucedió fue que gastó todo su dinero y se quedó sin amigos, ¡y ni siquiera le permitían que comiera la comida de los cerdos!
Los tres personajes de estas historias bíblicas pensaron que podían solucionar sus problemas huyendo. Los tres se dieron cuenta de que sus planes no funcionaron. Se habían olvidado del poder de Dios y de Su bondad, y que primero había que escuchar y luego obedecer a Dios. Por esto cada cual tuvo que regresar y comenzar de nuevo su experiencia con Dios. Tenían que estar dispuestos a dejar de lado el miedo y sus propios planes y obedecer las directivas de Dios.
Cuando estuvieron dispuestos a obedecer a Dios encontraron respuestas a sus problemas: Moisés perdió el miedo y levantó la serpiente, la cual inmediatamente volvió a convertirse en vara. Jonás, finalmente, hizo lo que Dios quería que hiciera. El hermano menor, o hijo pródigo, se acordó por último de cuánto amor había recibido en su hogar y regresó a casa. La lección es ésta: primero escucha a Dios y luego obedécelo; entonces aparecerán las soluciones.
A Melinda le encantaba escuchar las historias de la Biblia. Le gustó saber que ella podía escuchar primero a Dios cuando se encontraba en alguna dificultad. También le encantó saber que Dios siempre tiene buenas ideas y que El le muestra como usarlas.
Cuando Melinda comenzó a oír las ideas que venían de Dios, las cosas mejoraron. Las hermanas no se convirtieron en las mejores amigas de la noche a la mañana, y todavía hay veces que discuten, pero Melinda no ha vuelto a hablar de irse de la casa. Algunas veces se le ocurre la idea de llamar a alguna amiga para jugar con ella, en lugar de querer estar todo el tiempo con Molly. También ha encontrado cosas que le gusta hacer sola, y muchas veces las dos juegan como buenas amigas.
Es muy agradable cuando uno está suficientemente callado para escuchar el mensaje de Dios. Eso es oración. Cuando oramos podemos sentir la presencia de Dios, y entonces no hay ninguna razón para huir.
