En 1972 Me encontraba en plena confusión; me sentía infeliz e insegura sobre el significado de la vida. Un día mi madre me comentó que hacía muchos años ella había entrado en contacto con la Ciencia Cristiana. Me sugirió que fuera a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana para hallar algunas respuestas a mis preguntas. El resultado fue que comencé a estudiar esta Ciencia y a visitar a un practicista de la Ciencia Cristiana.
Unas semanas más tarde fui a una consulta con el médico de la familia para que me hiciera un examen médico general. El me había atendido muy amablemente cuando nacieron nuestras dos hijas y yo tenía confianza en él. Durante el examen noté una expresión de inquietud en su rostro, y me dijo que estaba preocupado por un bulto que tenía en un seno. Trajo a otros tres médicos quienes me examinaron y luego se retiraron para efectuar una consulta. Cuando el médico de nuestra familia regresó dijo que la opinión unánime era que había que efectuar una operación quirúrgica de inmediato. Agregó que había arreglado para hacer la operación en tres días. Le contesté que lo pensaría y volví a casa.
Después de informar a mi esposo y a mi madre sobre lo que el médico había dicho, llamé al practicista. El me habló del amoroso cuidado que Dios tiene por Sus hijos y comencé a sentirme en paz. Este fue un punto decisivo en mi vida porque decidí confiar en Dios completamente.
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