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Un Consejero Universitario,...

Del número de septiembre de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Consejero Universitario, después de haber examinado mi actuación académica en la escuela secundaria, me dijo que yo no tenía la capacidad para asistir a la universidad. Esto fue muy desalentador ya que completar una educación universitaria había sido una meta importante para mí.

Dediqué mucho tiempo a orar sobre esto, y con el apoyo devoto de una practicista de la Ciencia Cristiana, me di cuenta de que tener una inteligencia por debajo de lo normal es solamente una creencia falsa sobre el hombre. Es preciso ver la verdadera individualidad que tiene el hombre por ser el hijo de Dios, que manifiesta la inteligencia divina, y que jamás es menos que perfecto. La falsificación de la inteligencia divina es la creencia material en una inteligencia humana limitada. Para romper esta mentira, es necesario reconocer que la inteligencia es infinita, y tiene su fuente en Dios.

Como resultado de aferrarme a esta verdad espiritual la limitación personal desapareció. Me inscribí en una universidad cercana y empecé haciendo dos cursos nocturnos además de mantener un empleo de tiempo completo. Con el correr de los años continué insistiendo en que, en realidad, puesto que soy hijo de Dios, puedo manifestar inteligencia divina porque soy la expresión de la Mente divina. Tuve que aprender a no admitir ninguna clase de impedimentos.

A medida que hice un estudio más completo de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy, encontré el siguiente pasaje de Ciencia y Salud que me ayudó: “La palabra Ciencia, correctamente comprendida, se refiere únicamente a las leyes de Dios y a Su gobierno del universo, incluso el hombre. De eso se deduce que los hombres de negocios y los cultos eruditos han encontrado que la Ciencia Cristiana les aumenta su resistencia y sus poderes mentales, les amplía su discernimiento del carácter, los dota de agudeza y de amplitud de comprensión, y los habilita para exceder su capacidad usual”.

Mediante la oración y la persistencia cumplí con todos los requisitos para obtener mi diploma universitario. Mi gratitud por esto no tiene límites.

La Ciencia Cristiana ha sido mi modo de vida durante más de cuarenta y cinco años. He tenido muchas pruebas del cuidado de Dios al poner en práctica lo que estoy aprendiendo en mi estudio diario de las Lecciones Bíblicas. Algunas de las curaciones físicas incluyen huesos quebrados, pie de atleta, forúnculos, resfríos y presión alta de la sangre. Estoy muy agradecido por la Ciencia Cristiana.


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