La Sra. Eddy describe la clase de lector que se beneficiará más con el libro de texto de la Ciencia Cristiana cuando dedica las páginas de Ciencia y Salud “a los que sinceramente buscan la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. xii. Lo que una persona cree que es verdad forma el marco de su experiencia, define cómo vive, y a qué le teme o no. Sin embargo, la Verdad, según se la explica en Ciencia y Salud, es mucho más que lo que nos presentan los cinco sentidos físicos o el razonamiento humano. La Verdad divina es sinónimo de Dios. La Verdad divina es un poder profundo, una fuerza espiritual, amorosa, infinita. Es la sustancia del ser del hombre. Todo hecho espiritual de la creación de Dios transmite la realidad de la Verdad, la naturaleza de la realidad.
Podemos descubrir para nosotros mismos la verdad de toda realidad, que se origina en Dios, manifiesta Su bondad y omnipotencia, trasciende la materialidad. Podemos aprender que por ser el hombre de Dios nuestra verdadera identidad, es la expresión de la naturaleza divina. La verdad que Dios crea es espiritual y permanentemente intacta, por siempre y absolutamente buena. La Ciencia Cristiana no crea la verdad, pero ciertamente revela a nuestra consciencia la realidad espiritual actual.
¿Cuál podría ser el motivo para “buscar la Verdad”? La mayoría de la gente anhela algo verdaderamente sustancial en su vida, y al final de cuentas encontramos esa clase de satisfacción duradera sólo en Dios. La mayoría de las veces, lo que humanamente se concibe como “verdad” conduce a un callejón sin salida. La opinión humana y el materialismo convencional no son la fuente de nuestras respuestas. Lo que queremos sólo se encuentra en la Verdad misma y nada más, o sea, en Dios.
Buscar la Verdad honestamente no puede significar que ansiamos tener una relación más íntima con la naturaleza variable de la materialidad que ofrece felicidad o tristeza, salud o enfermedad. La materialidad cambiante y la verdad espiritual duradera son opuestos. Y la Ciencia Cristiana enseña que sólo una puede ser real. Sólo la verdad espiritual tiene la permanencia y la solidez para ser real. Jesús declaró: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32. ¿Libres de qué? La verdad puede liberarnos de creer que el mal, el pecado y la enfermedad son poderosos y que están actuando. La comprensión de la omnipotencia y la actividad de Dios produce los cambios que representan una mejoría en nuestro pensamiento y en nuestra vida, ya que lo que pensamos y lo que experimentamos van unidos.
¿Podemos alguna vez confiar en la materialidad para confirmar la verdad espiritual? Refiriéndose a esto, Ciencia Y Salud explica: “Por extraño que sea, se piden teorías materiales en apoyo de verdades espirituales y eternas, cuando las dos son tan antagónicas que el pensamiento material tiene que espiritualizarse antes que se pueda alcanzar la realidad espiritual. La llamada existencia material no da prueba alguna de la existencia espiritual ni de la inmortalidad”.Ciencia y Salud, págs. 355–356. Pedir a los cinco sentidos que confirmen o verifiquen la perfección espiritual de Dios y de Su creación es como pedirle a la serpiente del jardín del Edén de la que nos habla la Biblia, que nos informe sobre lo que es razonable, lógico o cierto. No se puede confiar en la serpiente para obtener una respuesta segura, como tampoco se puede confiar en que el estado mudable de la materia que nos llega por medio de los sentidos materiales sea un indicador confiable de la validez de la verdad espiritual. Ciencia y Salud pregunta: “¿Pueden los sentidos materiales, que no reciben evidencia directa del Espíritu, dar testimonio correcto en cuanto a la vida, la verdad y el amor espirituales?”Ibid., pág. 284.
Efectivamente, si fuéramos a orar y a recurrir a Dios con sólo una meta en mente, a saber, que nos asocie con la materia saludable, le estaríamos pidiendo a El que realice algo que nos perjudica, y en realidad estaríamos pidiéndole a Dios algo que El realmente no puede hacer por nosotros. Por más difícil que esto pueda parecer cuando tal vez estemos sufriendo, sería servir mal a Dios vincular Su creación espiritual con las limitaciones de la materia. El Espíritu infinito no se puede ajustar a la materia finita. Lo que necesitamos es liberarnos de las limitaciones de la materialidad, de la enfermedad y el pecado, y el conocer que la espiritualidad del hombre es verdadera ofrece esa liberación. La verdad acerca de la naturaleza espiritual del hombre es algo que, mediante el poder y la actividad divinos, destruye los conceptos materiales — aun aquellos que a veces son muy preciados en nuestro pensamiento— que presentan limitación en forma de enfermedad y pecado.
Para comenzar a orar correctamente, tenemos que estar seguros de atacar las pretensiones de lo que la Ciencia Cristiana denomina mente mortal, que son los intentos de la mente humana de declarar e imponer las denominadas “leyes” que dicen que el mal y la enfermedad son inevitables. Dios no ha sancionado ningún tipo de mal. Es preciso estar seguros de que no nos estamos esforzando por dar tratamiento y sanar la materia como si ésta fuera una realidad. Este es un elemento clave en nuestra oración y en el tratamiento mediante la Ciencia Cristiana.
En la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, si a un barco de las Fuerzas de las Naciones Unidas se le hubiera disparado un proyectil detector de metales, la tripulación estaba preparada para disparar su propio cohete al aire. Este cohete, lleno de pedazos de papel de aluminio, se llama cohete engañador. El proyectil en camino sería engañado por el papel de aluminio y se dirigiría a él en el aire en lugar de dirigirse hacia el barco en el mar. Encuentro que ésta es una ilustración muy útil sobre cómo nosotros también podríamos ser burlados si fuéramos a orar y a tratar a la materia como si fuera verdadera. La materia puede compararse al cohete engañador. La materia es un señuelo que nos tienta a alejarnos de lo que realmente necesitamos atacar, y lo que necesitamos atacar son las nociones falsas que provocarían el pecado y la enfermedad, nociones que la adquirida creencia en el mal y el testimonio limitado de los sentidos físicos hacen circular. La materia no es nuestro objetivo, sino que cuando destruimos la mentira de causa y efecto en la materia, obtenemos dominio espiritual. Hay curación. No obstante, si estamos percibiendo la curación en el sentido de que “Mi materia estaba mal; yo oré; mi materia se mejoró”, no estamos entendiendo la verdadera naturaleza de la curación espiritual. Es importante reconocer que la curación espiritual siempre elimina la mentira de que pueda existir algo que no sea creado y mantenido por Dios. Una vez que se erradica esa mentira del pensamiento, los efectos físicos concomitantes ya no pueden ser parte de nuestra experiencia.
¿Qué es lo que realmente destruye o “sana” tales mentiras? ¿Es un poder en la mente humana? No. En primer lugar, la voluntad humana a menudo es la base del problema. La Mente divina, Dios, por medio de la influencia del Cristo salvador, es lo que sana. Una vez en una entrevista, la Sra. Eddy declaró: “Todo el poder que tienen los Científicos Cristianos viene de lo Alto. No tenemos otro poder, ni fe en ningún otro poder”. Cita del libro Mary Baker Eddy por Norman Beasley (New York: Duell, Sloan and Pearce, 1963), pág. 352. Este poder “de lo Alto” es la Verdad divina, que estamos buscando con honestidad y anhelo.
Con seguridad, los problemas que enfrenta la gente parecen ser mucho más reales que simples mentiras y creencias falsas; parece que el mal está realmente suelto por allí y que en verdad todo indica que podemos ser sus víctimas. ¿Qué hicieron Cristo Jesús y sus discípulos cuando se enfrentaron a esta clase de dificultades? En una oportunidad, Jesús, Pedro, Jacobo y Juan llegaron a donde había mucha gente. Un hombre se arrodilló delante de Jesús y le dijo: “Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático.. .” Se le dijo a Jesús que el muchacho a menudo perdía el control y se caía en el fuego y en el agua. Entonces el hombre dijo: “Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar”. Luego Jesús preguntó: “¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?” Cuando le trajeron al muchacho, “reprendió Jesús al demonio.. . y éste quedó sano desde aquella hora”. Discretamente, cuando se apartaron de la multitud, los discípulos con humildad le preguntaron a Jesús: “¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?” Jesús dijo que “este género no sale sino con oración y ayuno”. Mateo 17:14–21.
Por supuesto, la oración y el ayuno de los que habla Jesús son algo mucho más que dedicar un período de tiempo repitiendo oraciones mientras uno se pasa sin comer. Al referirse a este relato de la Biblia, la Sra. Eddy define la oración y el ayuno como “abstenerse de admitir las pretensiones de los sentidos”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 222. Esta clase de oración y de ayuno decididamente no ignora el mal. Más bien nos ayuda de la manera que más lo necesitamos: nos ayuda a comprender la realidad espiritual de todas las cosas, y cuál es nuestro lugar en la realidad. Mediante esta creciente comprensión aprendemos que la enfermedad, el agravio, el pecado y la carencia pueden sanarse espiritualmente.
¿Cómo podemos hacerlo más eficazmente? En un discurso improvisado ante un gran público en Chicago, la Sra. Eddy declaró: “La Ciencia habla cuando los sentidos callan, y entonces la Verdad eterna triunfa”.Escritos Misceláneos, pág. 100. La realidad espiritual del parentesco del hombre con Dios es evidente cuando se subyugan las pretensiones del sentido físico. Cuanto más acallamos los sentidos materiales y menos confiamos en la información discordante que recibimos de ellos, tanto más natural es escuchar y entender humildemente cómo nos percibe Dios. El sentido espiritual, opuesto al sentido material, revela a Dios perfecto, la unidad de Dios y el hombre, y por consiguiente, al hombre espiritual perfecto. En otras palabras, el sentido espiritual expone lo que es divinamente verdadero sobre nuestra identidad individual. ¿Acaso no parece lógico que seamos humildes y dejemos que Dios, la Verdad divina, sea la fuente de información más importante en la vida?
Ser un buscador honesto de la verdad significa que tenemos un solo propósito como meta. La Verdad divina, que revela a la Mente perfecta e infinita, Dios — y al hombre como Su creación amada y perfecta— es lo que, en realidad, todos estamos buscando. La realidad espiritual es lo que estamos buscando con anhelo. A medida que la verdad sobre Dios y el hombre entra silenciosamente en nuestra vida, al escuchar con humildad y orar científicamente, bien podemos sorprendernos al descubrir que de algún modo ya nos habíamos percatado de esta verdad. Es como caminar por una puerta que no habíamos visto nunca antes y entonces descubrimos que en realidad estamos en casa.
Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia,
y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 4:31, 32