Durante Muchos Años mi vida ha conocido la acción del poder de Dios. El dicho popular: “La necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios”, ha sido demostrado en la vida de nuestra familia.
La Ciencia Cristiana llegó a mi familia cuando yo tenía siete años de edad, y mi madre había sido desahuciada por el médico a causa de una enfermedad de los riñones. La habían operado de un riñón, pero como la enfermedad continuaba, la medicina ya no podía ayudarla.
La hermana de mi madre, al enterarse de que la muerte era inminente, estaba llorando en el pasillo del hospital cuando un desconocido le preguntó por qué lloraba.
El le pidió que lo condujera a la habitación de su hermana. Una vez allí, oró en silencio y luego dijo el Padre Nuestro en voz alta. Cuando terminó, mi madre abrió los ojos y le preguntó quién era. El respondió: “Yo estoy aquí para orar con usted”. Al día siguiente volvió y le habló sobre las maravillas de Dios, el Espíritu, tal como se revelan en la Ciencia Cristiana.
Poco tiempo después, le dieron de alta y abandonó el hospital. Desde entonces, se dedicó consagradamente al estudio de la Ciencia Cristiana. Nunca más volvió a usar medicamentos, sino que comenzó a confiar por completo en Dios para la solución de todos los problemas, incluso los de salud, tanto para ella como para nosotros, sus cinco hijos. Su estudio de la Ciencia Cristiana y su curación atrajeron a otras personas, quienes comenzaron a reunirse en la casa de ella para leer juntos las Lecciones Bíblicas, (tal como aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana) Mi madre vivió otros cincuenta años, llevando una vida útil y activa.
A través del ejemplo de mi madre, yo también comencé a estudiar esta Ciencia. Estoy agradecido a Dios por Su amor omnipresente, el cual por medio de Su Cristo, continúa aún hoy realizando curaciones, tal como cuando Cristo Jesús atravesaba ciudades y aldeas, difundiendo sus enseñanzas sobre Dios y sanando a la gente.
En una época yo vivía en los suburbios de una gran ciudad donde la seguridad era precaria, porque no había policías que recorrieran la zona y de noche había poco alumbrado público. Continuamente se oía hablar de que asaltaban a las personas y robaban las casas.
Intenté destruir el temor a la agresión por medio de la oración y el estudio diario de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. A través de este estudio, aprendí que Dios es la causa perfecta, la Vida indestructible, y que en realidad yo soy Su imagen y semejanza, o sea, Su efecto perfecto, la activa expresión de Vida, que no puede ser destruida.
Una noche al volver de la ciudad, mi esposa y yo estábamos por llegar a nuestra casa cuando un hombre se acercó por detrás gritando: “¡Yo voy a terminar con la gente como ustedes!” Me volví y oí un disparo, seguido por otro, que me alcanzaron y quemaron mis ropas. En ese momento no sentí nada; fui hacia él y lo desarmé y él se fue corriendo. Comencé a caminar hacia mi casa, cuando de repente sentí que me quedaba sin fuerzas y caí inconsciente. Pero antes de perder el sentido, oí una voz interior que me decía: “No temas; yo estoy contigo”.
Luego de los disparos, mi esposa gritó pidiendo ayuda. Un vecino se acercó y ella le pidió que me llevara en su auto a una clínica de emergencias.
Después de un tiempo, el médico que me estaba atendiendo, vino y le dijo a mi esposa: “Su marido no tiene posibilidad de sobrevivir”. A continuación le explicó que mis funciones vitales habían cesado. Mi esposa llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana, que la atendió bondadosamente y le aseguró que la Vida, Dios, estaba presente y era la verdadera Vida de su esposo.
Me mantuvieron en la unidad de terapia intensiva, y al tercer día recobré el conocimiento, aunque no podía ver nada. Yo afirmé en oración que la vista es una facultad de la Mente que no está sujeta a condiciones materiales y que nunca puede perderse. Continué orando reconociendo que mi consciencia estaba intacta, que Dios es mi Vida, y que yo manifiesto esa Vida con perfección.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “La Vida es imperecedera. La Vida es el origen y la finalidad del hombre, y jamás se alcanza por medio de la muerte, sino que se logra caminando por el sendero de la Verdad, tanto antes como después de lo que se llama muerte. Hay más cristianismo en ver y oír espiritualmente que materialmente. Hay más Ciencia en el ejercicio perpetuo de las facultades de la Mente que en su pérdida”.
No me operaron para extraerme las dos balas. Según la opinión de uno de los médicos, las balas estaban alojadas de tal forma que su extracción causaría más daño que si se dejaban donde estaban. En la etapa de recuperación, no me suministraron ningún medicamento.
Durante este período yo mantuve mi pensamiento puesto en Dios, agradecido por sentir cada día más que el poder de Dios, que es la Vida indestructible, actuaba en mí. El practicista me visitó en el hospital para orar conmigo. También tenía a mi lado a mi pastor, la Biblia y Ciencia y Salud, y cada día aprendía más sobre la perfecta creación de Dios.
Luego que me dieron de alta, recuperé rápidamente el movimiento y la flexibilidad en los brazos y piernas y las funciones de todos los órganos, y todo esto sin usar ninguna clase de medicina, masajes o terapia. En poco tiempo resumí mi actividad profesional, sin que sintiera ningún dolor o dificultad a causa de este incidente, y pese a que muchas veces dicha actividad requiere de un considerable esfuerzo físico durante doce y catorce horas diarias. Mi visión también volvió a su estado normal.
Estoy profundamente agradecido a Dios, la Vida siempre activa, por esta curación. Agradezco a Cristo Jesús por sus demostraciones como nuestro modelo. Estoy agradecido a los practicistas que están siempre dispuestos a ayudar con la oración y también por la oportunidad de tomar instrucción en clase Primaria en la Ciencia Cristiana.
San Pablo, SP, Brasil