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Naci Y Fui criado en una familia...

Del número de agosto de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Naci Y Fui criado en una familia hindú tradicional que confiaba totalmente en la medicina. Después de graduarme en Ciencias en la universidad de Pendjab, acepté un trabajo en la Universidad de Delhi. En ese tiempo sufría frecuentemente de disentería y problemas estomacales. Sentía mucho miedo de comer ciertos alimentos y de comer fuera de casa. En 1954 recibí una beca y fui a la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, para continuar estudios más avanzados. También allí sufrí de problemas estomacales y fui examinado por médicos con frecuencia. Uno dijo que lo que causaban las molestias estomacales eran mis disturbios emocionales.

Pensé que si podía alcanzar paz mental, me sentiría bien. Una vez leí un aviso en The Christian Science Monitor que decía que uno podía alcanzar la paz mental leyendo el libro Ciencia y Salud, por la Sra. Eddy. En una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana conocí a una señora de edad avanzada, que me dijo que había vivido toda su vida sin tomar medicinas, lo cual me sorprendió mucho. Ella me invitó a asistir a los servicios en una iglesia filial de la Iglesia de Cristo, Científico que había cerca.

Comencé a leer Ciencia y Salud. Cuando leí el primer capítulo titulado “La oración” me impresionó la siguiente pregunta: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido?” Sentí que no lo estaba. Lejos de dar gracias a Dios por las innumerables bendiciones que había recibido, me quejaba constantemente del estómago. Me di cuenta de que el estómago no tenía inteligencia para quejarse; era yo quien me quejaba por él.

Recuerdo la primera reunión de testimonios a la que asistí un miércoles por la noche en la iglesia filial. La atmósfera calmada y tranquila me elevó espiritualmente. Comencé a leer con regularidad la Lección Bíblica, según aparece en el Trimestral de la Ciencia Cristiana. Me ayudaron mucho las palabras de Cristo Jesús en Mateo. “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber”. En dos semanas sané completamente, y desde entonces nunca volví a tener problemas con los alimentos. Para mí fue como si estuviera percibiendo “un cielo nuevo y una tierra nueva”.

Durante los treinta y cinco años que he practicado la Ciencia Cristiana he recibido incontables bendiciones: he gozado de excelente salud y he llevado una vida fructífera. Gracias a la comprensión de que el hombre no tiene una mente propia sino que refleja la Mente divina ilimitada, he podido ampliar mi conocimiento en mi carrera de geofísico. He podido escribir dos libros y he contribuido con un gran número de artículos sobre el tema.

El tomar instrucción en clase de la Ciencia Cristiana ha contribuido sustancialmente a mi comprensión espiritual. Cualquiera sea nuestro pasado religioso, si renunciamos a las creencias mortales y aceptamos en nuestra consciencia al Cristo, la Verdad, podemos beneficiarnos con la Ciencia que está aquí para beneficiar a todas las personas y a toda la humanidad.


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