Nota del Redactor: Con frecuencia nos preguntan sobre las citas, las relaciones y el matrimonio. Este es un tema que presenta desafíos en los noventa, y en respuesta a esas preguntas que nuestros lectores han formulado, el Redactor Administrativo
recientemente habló con una pareja de casados: y .Antes de conocerse ¿qué temas sobre las relaciones analizaron con detenimiento?
Michael: Yo pensaba mucho en los motivos para que hubiera relaciones. No había salido con tanta gente como Julie, pero definitivamente estaba buscando una compañera. Y yo creo que un punto clave para mí fue el decidir si quería recibir algo o si quería dar algo.
Pero el punto de vista mundano de las relaciones dice que uno encuentra a su compañero y dos se vuelven uno. ¿Sale la gente a buscar las cualidades que quieren tener en su vida?
Julie: No estoy segura de cuánta gente piensa en términos de cualidades. Algunos lo hacen, pero pienso que otros sólo se sienten incompletos y buscan algo porque sienten la necesidad. No buscan necesariamente un cónyuge, sino definitivamente algo que quieren alcanzar fuera de sí mismos: felicidad, la cual se supone que está estrechamente conectada con el tener compañía.
Michael: Cierto. El dicho de los esposos “mi media naranja”, es muy común; sin embargo, ayuda pensar que uno está completo, sin necesitar a alguien — o algo— más para estar completo.
Julie: Un mortal nunca se siente completo, pero el hombre como reflejo espiritual de Dios siempre se siente completo, y cuanto más nos demos cuenta de que somos ese hombre, más satisfacción espiritual sentiremos. Hablaba con alguien sobre lo que significa estar completo, y esta persona me dijo: “Pero si empiezo a orar para entender mi compleción espiritual, entonces voy a estar solo, porque no voy a necesitar a nadie”. El ser completo no quiere decir que uno se va a meter en una caja, aislado de todo lo demás, o arriba en una nube, diciendo: “Yo estoy completo, no necesito nada”. Ese es el concepto mortal de compleción que tiene límites o vallas, no la infinitud del Espíritu. La verdadera compleción es tener esa abundancia del bien de Dios para dar, es tener esa sensación de que algo fluye de El hacia los demás. Cristo Jesús tenía tanto para dar que multitudes de gente lo siguieron.
¿Cree usted que Jesús también pasó tiempo con esas multitudes porque necesitaba compañía o estaba pidiéndoles algo que sentía que le faltaba en su vida?
Julie: No, él siempre habló de su unidad con Dios; decía que el Padre era una presencia que estaba mucho más cerca de él de lo que ningún ser humano podía estar, y como resultado de ese sentimiento de unidad con Dios tenía un inmenso amor para compartir con toda la humanidad.
Michael: Y también algunas veces necesitaba tiempo para sí mismo. El se apartaba. Así que el estar solo no es necesariamente malo. A veces también lo necesitamos.
Julie: Y es muy interesante cuando vemos lo que Mary Baker Eddy nos dice sobre solo, soledad, solitario. En una ocasión me quedé asombrada de ver lo positivas que pueden ser estas palabras, incluso la palabra solitario, como cuando dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El recinto solitario de la tumba le ofreció a Jesús un refugio contra sus enemigos, un lugar en el cual resolver el gran problema del ser”.Ciencia y Salud, pág. 44. Esos tres días de soledad fueron una oportunidad inapreciable.
Entonces, ¿en dónde aparece la compañía en el panorama?
Julie: Precisamente antes de conocernos Michael tuvo una experiencia que en realidad, yo pienso, tuvo como resultado el que nos conociéramos. Muestra, entre otras cosas, que cuando percibimos en alguna medida lo que significa estar completos, llegamos a realizarnos personalmente, ya sea que permanezcamos solteros o nos casemos.
Michael: Sí. Yo estaba muy enamorado de una chica, pero ella no estaba enamorada de mí, y ¡esto hacía la vida un poco difícil! Entonces el momento crucial vino cuando tuve un trabajo que me daba tiempo para orar bastante, y una cita del libro de texto de la Ciencia Cristiana me vino al pensamiento, la Sra. Eddy dice: “El Espíritu, Dios, reúne los pensamientos informes en sus cauces adecuados y desarrolla esos pensamientos, tal como abre los pétalos de un propósito sagrado, con el fin de que ese propósito aparezca”.Ibid., pág. 506. Pude comprender que todo afecto que era verdaderamente desinteresado venía de Dios. Y todo aquello que llamamos afecto que es meramente mortal o egoísta, de todos modos no tiene sustancia. Así que pude reconocer que el afecto genuino no se origina en mí personalmente; pude verlo como parte del afecto de Dios, poniéndolo en un contexto más grande, y viendo que tal afecto es amor verdadero, es satisfacción verdadera. Pude confiar en que Dios estaba detrás de cada afecto mío que es bueno, y que El conduce por sus canales adecuados. Y esto en realidad me liberó tremendamente. El verdadero amor no está atado a un objeto específico. Todo amor que necesita un objeto físico es limitado. No es verdaderamente generoso.
¿Así que usted comprendió que Dios es la fuente del afecto desinteresado y entonces confió en que esa fuente guiaría a la expresión del Amor de un modo que no sólo lo beneficiaría a usted sino a la humanidad?
Michael: Exactamente. Yo confié en que Dios cuida de todo aquello que es puro y bueno, y que El aparta de mí todo lo que no es bueno y puro. De todos modos, el egocentrismo, la impureza, no son pensamientos míos. Y hubo tanta luz en ese momento de despertar espiritual que todo sentimiento de infelicidad desapareció.
Julie: Y fue más o menos un mes más tarde que nos conocimos. Yo reconocí ciertas cualidades en él. Fue el afecto más espiritual que jamás haya sentido, al reconocer esa felicidad espiritual que él irradiaba, y bondad y amor.
Yo había estado reflexionando sobre el capítulo “El Matrimonio” de Ciencia y Salud,Ibid., pág. 56. no porque estuviera buscando un compañero para casarme, porque no lo estaba buscando. Pensaba que mi carrera era más importante, pero yo definitivamente anhelaba obtener ciertas cualidades en mi vida; había cometido una serie de errores extremadamente educativos en las citas que había tenido con el otro sexo. (Había salido con muchachos desde los trece años.) A pesar de que otros se burlaban de mí, yo fui viendo poco a poco lo hermosas que son algunas cualidades como la inocencia y la rectitud. Quería alguien que me comprendiera, y en algún momento me di cuenta de que la Mente, Dios, me comprende. En la página 57, al hablar de las relaciones, la Sra. Eddy menciona cuatro adjetivos y tres sustantivos: “amoroso, puro, tierno y fuerte” e “intelecto, bondad y virtud”.Ibid., pág. 57. Me encantaron. Los mantuve en mi pensamiento. Pero a la gente con frecuencia les preocupa otro tema cuando llegan a la conclusión de que la espiritualidad es más natural que la materialidad o lo físico, y esto es que sienten que hay poca gente “allá afuera” que siente como ellos.
Michael: “¿Y cómo los voy a encontrar?”
Julie: Sí, uno piensa: “Estadísticamente no parece haber nadie que piense como yo”. Pero la bondad y la pureza son cualidades de Dios; no son estadísticas. Estamos hablando de cualidades que están siempre presentes, y Dios hace que estas cualidades se manifiesten dondequiera que estemos. Algunas veces nos parecerá que nos mudamos a otro sitio, cambiamos de relación, conocemos a alguien nuevo, pero estas cualidades siempre vienen de Dios; están siempre presentes; no están limitadas por la materia ni determinadas por los mortales.
En el capítulo “El Matrimonio” del que hemos hablado, la Sra. Eddy dice: “La unión de las cualidades masculinas y femeninas constituye la entidad completa”.Ibid., pág. 57. Ella no dice la unión de mortales femeninos y masculinos, sino de las “cualidades”. Esas cualidades están tan presentes como Dios, en cantidades infinitas.
Julie: Pero otra cosa que interviene en las relaciones es la preocupación de hacerse entender por la otra persona, ya sea explicando sentimientos, gustos, religión, moralidad, o lo que sea. Usted oye decir: “Bueno, yo pienso de esta manera acerca de, digamos, la religión en este caso. Pero mi novio o novia lo ve diferente, y parece que no puedo explicarle mis sentimientos lo suficientemente bien como para que me entienda”. Pero lo que usted entiende acerca del bien, ya es suficiente para lograr que el poder divino lo sostenga. Puede confiar en que Dios desarrollará aquel pensamiento que usted aún no ha expresado. Es volver al hecho de que Dios se comunica con todos nosotros; no sólo con los que pertenecemos a una u otra religión en particular.