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Hagamos nuestra parte para acabar con la violencia

Del número de agosto de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿ Quien Puede Presenciar recientes escenas de violencia que ocurren en algunas ciudades sin sentirse profundamente perturbado? Es posible que mucha gente anhele hacer algo para que disminuyan los problemas urbanos, pero tal vez no vivan en las comunidades afectadas. O tal vez consideren que una sola persona no puede hacer mucho para mejorar la situación. Así que, con inquietud, se alejan del problema y esperan que las cosas mejoren.

No obstante, hay algo que cada uno de nosotros puede hacer para ayudar. Por muy complicados o irremediables que puedan parecer los problemas que encara la humanidad, pueden resolverse. El encontrar las soluciones empieza con usted y conmigo. El remedio es el amor desinteresado, el amor del Cristo. La Ciencia Cristiana,Christian Science (crischan sáiens) que destaca las enseñanzas de Cristo Jesús, muestra que lo que la humanidad necesita hoy en día es el amor irresistible, propio del Cristo, que expresa el poder de Dios, el Amor divino.

Cada vez que usted y yo traemos armonía a una situación discordante o verdaderamente perdonamos una injusticia; cada vez que amamos ante la presencia del odio; cada vez que comprendemos que el ser verdadero del hombre es en realidad el reflejo espiritual de Dios y no un mortal engañado, o pecador, estamos haciendo algo muy importante para acabar con la violencia en la comunidad en general. ¿Por qué? Porque los problemas del mundo son la culminación de los problemas y conflictos individuales no resueltos.

La capacidad para expresar bondad, compasión y perdón, no pertenece a unos pocos elegidos. Es natural a todos, puesto que el ser verdadero de todos es el reflejo del Amor divino inagotable.

Cualquiera sea nuestra ocupación, nuestra verdadera razón de existir es dar testimonio de nuestro amoroso Padre, Dios; expresar a nuestros congéneres — ya sea que vivan al lado de nuestra casa o en otro país— el amor que Dios está derramando incondicionalmente sobre todos Sus hijos. Por supuesto, es todo un desafío amar a la gente cuando está comportándose de una manera egoísta, irresponsable y hasta odiosa. Pero amar a otros no es algo que debemos hacer cuando es fácil o cuando queremos hacerlo. Jesús pidió a sus seguidores que expresaran la naturaleza divina día tras día. El enseñó: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Mateo 5:9. Tenemos el derecho divino de sentir paz; pero al mismo tiempo tenemos el deber de ayudar a que haya paz. Y podemos hacer ambas cosas a medida que oramos para reemplazar el cuadro del hombre errado y sensual con el del hombre espiritual y perfecto que Cristo Jesús ejemplificó mediante sus obras sanadoras.

Alguien podría decir “No hay duda de que ahora ayudaría mucho que en el mundo hubiera más amor y paz. Pero, ¿puede una sola persona realmente ayudar a lograrlo?” Por supuesto que sí. Nos alienta este versículo bíblico del libro de Santiago: “La oración eficaz del justo puede mucho”. Sant. 5:16.

Una breve experiencia que tuve hace varios meses comprueba esto. Había vuelto a una tienda de reparaciones para recoger un artículo de uso casero que había dejado para que lo repararan, y ni bien entré me di cuenta de que algo andaba mal. El dueño del negocio estaba sumamente ebrio; además de insultar a sus dos ayudantes, estaba arrojando mercancía por todos lados. La situación empeoró cuando vio que el artículo que debían haber reparado ni lo habían tocado. Al principio, ofrecí volver otro día; lo que yo quería era salir de allí lo antes posible. Pero el dueño se disgustó e insistió en que yo esperara a que él reparara la máquina. Para mi desconcierto, sus dos ayudantes tenían que irse, pues era hora de cerrar. Una mujer al salir para irse a su casa, me miró como diciendo: “Quisiera no dejarla sola con este hombre”. Sin embargo, puedo decir que no estaba temerosa, y me sentía confiada en que Dios estaba presente con nosotros.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El testimonio de los sentidos materiales no es ni absoluto ni divino. Por lo tanto, yo me fundo, sin reservas, en las enseñanzas de Jesús, de sus apóstoles, de los profetas, y en el testimonio de la Ciencia de la Mente. Otros fundamentos no hay”.Ciencia y Salud, pág. 269.

Había estado pensando profundamente acerca de esa declaración esa misma mañana, y le doy el crédito de haberme ayudado a resolver lo que hubiera sido una situación desagradable. Mientras el hombre empezó la reparación, yo me fui a un rincón y oré fervorosamente para ver más allá de lo que los sentidos materiales estaban diciendo acerca de él, es decir, ver su verdadera naturaleza. La atmósfera en el negocio empezó a cambiar. En menos de media hora el hombre empezó a hablar de sus preocupaciones financieras. Sus negocios habían disminuido considerablemente, no sabía por cuánto tiempo podría mantenerse en su negocio, y así por el estilo. Esta confidencia despertó en mí compasión, y para cuando terminó el trabajo de reparación, las cosas habían cambiado de tal manera que insistió en llevar el artículo reparado hasta mi automóvil. “Puedo hacerlo yo misma”, le aseguré, pero él insistió en hacerlo. Mediante la oración sincera, el enojo y la descortesía dieron lugar a la caballerosidad y a la buena voluntad.

La Biblia nos enseña la manera segura de lograr la armonía en todas nuestras relaciones con los demás. Revela en el primer capítulo el hecho de que Dios hizo al hombre a Su imagen y que El declaró que todo lo que El creó es bueno en gran manera. No hay mejor punto de partida para colocar las relaciones sobre una base firme.

Cualesquiera que sean las causas de los malentendidos y reyertas de la sociedad, el antídoto se encuentra en ajustarse a la norma divina que presentó el Maestro, quien nos exhortó que era necesario amar a nuestro prójimo. “Un ideal supremo”, alguien podría estar pensando. “Pero no estoy seguro de que realmente puedo hacerlo. No tengo la habilidad para vencer el enojo y la falta de respeto para con los demás. La gente puede ser muy irritante”.

La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Cuando nos damos cuenta que no hay más de una sola Mente, se revela la ley divina de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; mientras que una creencia en muchas mentes gobernantes, impide la inclinación normal del hombre hacia la Mente única, el Dios único, y conduce al pensamiento humano por vías opuestas donde impera el egoísmo”.Ibid., pág. 205.

Podemos hacer mucho para ayudar a promover la curación en el mundo al comprender que realmente hay sólo una Mente, la cual refleja al hombre, y que los rasgos de carácter que ocasionan los conflictos y la violencia no son parte de la individualidad genuina de ninguna persona creada por Dios. Dios es totalmente bueno y El hizo todo. El recordar que incluso la peor conducta y hostilidad no le pertenecen al hombre de Dios, nos capacita para ver más allá de las apariencias. Esto nos faculta para tener el punto de vista cristiano acerca del hombre que tenía el Mostrador del Camino. Y este punto de vista elimina los sentimientos enfurecidos.

La Biblia nos aconseja: “Sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”. 1 Pedro 3:8. Al hacer esto contribuimos concretamente a la curación del odio y la infelicidad. El hecho de dedicar tiempo cada día a orar desde el punto de vista de una sola Mente y vivir el amor que proviene de la única Mente, del Amor divino, hace que el poder sanador de Dios influya en el temor y el enojo que hay a nuestro alrededor. Y mediante esta actitud propia del Cristo, contribuimos concretamente a mantener la armonía y el progreso en el mundo.

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