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Hace Muchos Años me apareció...

Del número de agosto de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Muchos Años me apareció un tumor muy grande en la espalda. Eso era algo tan opuesto a lo que constituye la armonía o la Vida, Dios, que de inmediato comencé a orar para sanarlo. El temor desapareció pero no así el tumor. Cometí el error de creer que podía aceptar el tumor, creyendo que era benigno. No había llegado a comprender debidamente que era fundamentalmente irreal.

Aunque el tumor continuaba agrandándose, tanto mi actitud como el tratamiento de la situación eran superficiales. Me preocupaba más su aspecto que cualquier otra cosa. Muy pronto, fue difícil ocultarlo por completo; sin embargo, debido a que no me causaba dolor ni molestia alguna, estaba dispuesto a vivir con él.

¡Qué equivocado estaba! Nada erróneo es aceptable o inofensivo, puesto que no procede de Dios. Después de un tiempo, sentí mucho dolor y la pérdida temporal de movimiento en el lado derecho. Pensé que la condición física benigna se había vuelto agresiva y maligna. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Cualquier conclusión en pro o en contra, deducida de la supuesta sensación en la materia, o del supuesto conocimiento de la materia en cuanto a la salud o la enfermedad, en lugar de invertir el testimonio de los sentidos físicos, confirma que ese testimonio es legítimo, y así conduce a la enfermedad”. Y en el mismo capítulo agrega: “Si queréis conocer el hecho espiritual, lo podéis descubrir invirtiendo la fábula material, ya sea que la fábula esté en pro o en contra; ya sea que esté de acuerdo con vuestras nociones preconcebidas o sea completamente contraria a ellas”.

Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara conmigo porque tenía mucho temor. El temor sanó rápidamente, pero yo continué orando y estudiando. Entre los escritos que leí había un folleto que compré en una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Se refería al ser verdadero del hombre como reflejo de Dios, la Mente divina, y la naturaleza espiritual del hombre como una idea divina. ¿Era posible que una idea divina se separara de la Mente divina? Al ser inseparable de la Mente, ¿cómo podría esa idea, o pensamiento, ser algo desemejante a la Mente? El hombre, como pensamiento divino, o reflejo, es puro, bueno, libre y activo, es guiado por Dios, es obediente y tiene objetivos. Me elevé al comprender que mi identidad es la creación de Dios.

Al llegar a este punto, tuve que afirmar que esos pensamientos eran la verdad de mi ser, la verdad que hace al hombre libre, la verdad que excluye el error. Sólo cuando estuve consciente de esos pensamientos, tuvo lugar la curación física. La piel se fue abriendo hasta que el tumor fue expulsado y luego se volvió a cerrar.

Varios meses después volvió a presentarse el mismo problema. Oré afirmando que la curación era completa y definitiva. Al cabo de unos días comenzó a drenar y sanó. Desde entonces el problema no ha vuelto a repetirse.

Siempre me ha gustado leer en otros testimonios sobre la alegría y gratitud que sentimos cuando obtenemos entendimiento espiritual. Lo que aprendí acerca de mi verdadera naturaleza también despertó en mí un aprecio más profundo por la Iglesia, que ha sido una bendición para mí y mi familia. La iglesia es mucho más que cuatro paredes. Su actividad es inseparable del entendimiento espiritual; la Iglesia es la evidencia de este entendimiento en mi vida diaria. La idea de Iglesia es poderosa y práctica, y tiene un impacto en muchos de los que me rodean.

Miembros de mi familia, aunque no directos, que no son estudiantes de la Ciencia Cristiana, quedaron muy impresionados con mi curación. Uno de esos familiares, llena de gozo, relató en su ciudad, y a cuanta gente pudo encontrar, lo que me había sucedido, algo que yo no había hecho porque era demasiado “tímido”. ¿Cómo puede la Iglesia ser Iglesia sin que sus miembros “andando y saltando”, alaben a Dios (Hechos) como hizo el cojo cuando Pedro y Juan lo sanaron? Estoy agradecido por la Verdad y la confianza que me ha dado esta curación para compartir la Ciencia Cristiana con otros.


Como esposa de Steve, estuve al tanto de la condición que él ha descrito. Cuando se volvió muy alarmante, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí que me ayudara a orar para vencer mi propio temor. La practicista muy tranquila me recordó que el hombre como reflejo de Dios es eterno y espiritual. El hombre espiritual no es víctima de ninguna situación material. Nada fuera de Dios, el bien, tiene poder alguno sobre el hombre.

Al orar para comprender esto, y llegar a saberlo, el temor desapareció. Al mantener con claridad mis convicciones espirituales, logré que a partir de ese momento no me afectara lo que aparentemente estaba sucediendo. Durante algunas semanas fue necesario limpiar y vendar la espalda de Steve. Y pude hacerlo con cariño y alegría.

Yo sabía que estaba presenciando una curación maravillosa. Cada día que pasaba, estaba agradecida de que la Mente divina simple y eficientemente nos hacía saber más y más acerca del hombre de Dios, perfecto y espiritual. La curación se produjo exactamente como la describió Steve, y estoy muy contenta de haber sido testigo de ella.

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