DEMOS LA BIENVENIDA A LOS NIÑOS
El Estatuto del Manual de La Iglesia Madre escrito por la Sra. Eddy que trata sobre la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, comienza: “. ..se admitirán alumnos.. .” Man., Art. XX, Sec. 1. Una de las preguntas que se planteó en la reunión celebrada en la Escuela Dominical de La Iglesia Madre en octubre pasado, fue: “¿Estamos recibiendo a los niños con los brazos abiertos?”
Cristo Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis”. Mateo 19:14. La traducción de J.B. Phillips dice: “Deben dejar que los niños vengan a mí, y nunca deben impedírselo”. Mateo 19:14 (traducción de J.B. Phillips).
¿Qué es lo que tiene la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que alienta e inspira a los niños a asistir por su propia voluntad? ¿Qué los frustraría o les “impediría” asistir? Indudablemente dar la bienvenida a los alumnos entraña mucho más que abrir las puertas de la Escuela Dominical los domingos por la mañana.
“Toda la educación de los niños debiera tender a formar hábitos de obediencia a la ley moral y espiritual, con la cual el niño pueda enfrentar la creencia en las llamadas leyes físicas y vencerla, creencias que origina enfermedades” Mary Baker Eddy
Ciencia y Salud
Comenzó a surgir un punto de vista mucho más amplio de lo que significa recibir a los niños en la Escuela Dominical. Para eso es necesario que lleguemos a ellos de forma más activa con el pensamiento y la acción. Debe hacerse a cada momento de cada día, no simplemente durante una hora del domingo.
Estos son algunos de los comentarios sobre este tema que hicieron los que participaron de la reunión, y que vinieron de todas partes del mundo:
¿Cómo nos preparamos todos los que estamos relacionados con la iglesia y específicamente con la Escuela Dominical, para recibir a los niños de la comunidad? ¿Tratamos a los niños con respeto y amor, esperanza y honor? ¿Nutrimos y nos regocijamos al ver su semejanza con el Cristo? Si es así, nunca vamos a hablarles con altivez. También desarrollaremos en las clases tal confianza que los haremos sentir libres de preguntar cualquier cosa.
Me ha gustado pensar sobre la perspectiva de darles la bienvenida durante toda la semana. Cuando estoy afuera viendo a uno de mis alumnos jugar al fútbol o a uno que está en el equipo de saltos ornamentales, lo considero como una forma de darle la bienvenida a ese estudiante.
Tendríamos que considerar a quiénes recibimos en la Escuela Dominical. En la edición de The Christian Science Journal de octubre de 1895, la Sra. Eddy incluyó una nota que decía que la Escuela Dominical es para “los niños”. ¿Qué niños? ¿Estamos considerando a todos los niños? Al caminar por nuestras comunidades, ¿comprendemos que esos niños no son tan solo “esos niños” sino que son los “niños de Dios”, parte de nuestra familia? Cada niño de la comunidad es en verdad el hijo de Dios, y la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana es para ellos.
¿Y dónde recibimos a los niños? ¿Dónde los amamos y nutrimos y sanamos? En realidad, en la consciencia, no tan sólo en el ambiente físico. Podemos preguntarnos: ¿Qué hay en mi consciencia que les “impediría la entrada” a los niños, algo que específicamente nuestro Maestro dijo que no se debía hacer?
Así como recibimos en nuestra consciencia la verdadera identidad de los niños, también necesitamos tratar el falso concepto que tenemos de los niños. Después del significado espiritual del término niños del Glosario de Ciencia y Salud, está la descripción de este sentido falso y mortal. Dice en parte: “suposiciones materiales de vida, sustancia e inteligencia opuestas a la Ciencia del ser”.Ciencia y Salud, pág. 583. Los niños de Dios, el linaje del Espíritu, no están “[opuestos] a la Ciencia del ser” pero tenemos que saberlo y rechazar la opinión mundana que se tiene de los niños.
ARRANQUEMOS LOS PERCEBES
Durante el desarrollo de la reunión, el llamado para “¡arrancar los percebes!” salía constantemente a la superficie. Los percebes son unos crustáceos de agua salada que se adhieren debajo de la línea de flotación de los botes (entre otras cosas) y obstaculizan el libre movimiento de los mismos.
¿Cuáles son los “percebes” de los que necesitamos liberarnos para que la Escuela Dominical avance a toda marcha? Aquí hay algunas de las cosas que se mencionaron:
• la pretensión de que la Escuela Dominical no es parte esencial de la Iglesia;
• el conservadorismo, la ortodoxia, y el ritualismo materiales, de: “Es la manera en que siempre lo hemos hecho”;
• la creencia de que a algunos niños no se les puede enseñar;
• el temor a no poder responder a las preguntas de los jóvenes de hoy;
• enseñar la letra y perder de vista el espíritu;
• el sentir que uno no tiene méritos para enseñar;
• la apatía y la pasividad.
Como un participante destacó: “Necesitamos eliminar estos percebes de nuestro pensamiento y de nuestra vida”.
El dar la bienvenida a los niños implica mucho más que esperar que vengan. La Escuela Dominical debe estar latente en la consciencia. Es necesario sanar todo pensamiento negativo que pudiera desalentar la participación activa tanto de los maestros como de los alumnos. Un interés vivo y un deseo sincero, por parte tanto de los maestros como de los alumnos, de estar seriamente involucrados con la Escuela Dominical, puede ser la norma. Tal vez necesitemos preguntarnos: “¿Estamos dispuestos a hacer todo el esfuerzo necesario para que esto suceda?”
Un participante de la reunión recordó el siguiente incidente: “En una oportunidad, una alumna de la Sra. Eddy, Julia Bartlett, se dio cuenta de que su práctica en la Ciencia Cristiana era tan inactiva que no iba a tener para comer. No tenía pacientes. Finalmente le vino el pensamiento de que la situación tenía que cambiar pronot si es que quería continuar sirviendo a la Sra. Eddy. Después de recurrir a la Biblia para que la guiara, supo que podría resolverlo. Recobró su práctica. Comprendió que el intento de privar a la Sra. Eddy de su ayuda había fracasado”.
El orador continuó diciendo: “La Iglesia es la actividad de Dios. Puede surgir la sugestión de que la Iglesia es inactiva. Dirá: ‘No hay nadie en la Sala de Lectura, no hay niños en la Escuela Dominical, los bancos de la iglesia están vacíos’. Esta sugestión es exactamente lo contrario de la verdadera realidad de la Iglesia de Dios. Y si realmente comprendemos que nada puede obstaculizar la actividad de Dios, la evidencia de falta de actividad o vitalidad se revertirá”.
Entonces, ¿cómo arrancar aquellos pensamientos negativos que impedirían a la Escuela Dominical cumplir con lo que es capaz de hacer? ¿Cuáles son las verdades espirituales que destruirían eficazmente los “percebes” y permitirían que la actividad de la Escuela Dominical progresara? Aquí hay algunas ideas que se compartieron en la reunión:
La Sra. Eddy en forma acertada, advirtió en Escritos Misceláneos: “Un concepto falso de lo que constituye la felicidad es más desastroso para el progreso humano que todo lo que un enemigo o la enemistad pueda imponer a la mente o implantar en sus propósitos y logros para impedir los goces de la vida y aumentar sus penas”.Esc. Mis., pág. 9. Leemos en Ciencia y Salud que: “La felicidad es espiritual, nacida de la Verdad y el Amor”,Ciencia y Salud, pág. 57. y que la Iglesia es: “la estructura de la Verdad y el Amor”. Ibid., pág. 583. Al interpretar esto en conjunto, ¿acaso no nos indicaría que la Escuela Dominical como parte integral de la Iglesia, es lo que brindará a niños (y a adultos) la verdadera felicidad? A medida que comprendemos esto con mayor claridad, ayudaremos a destruir el falso sentido de felicidad que pretende impedir a los niños valorar la Escuela Dominical y su potencial de curación, y que pretendería impedirles que asistieran a ella con regularidad.
Los maestros y alumnos necesitan estar más compenetrados con la misión de la Escuela Dominical de modo de nunca perder de vista su propósito. Tanto los maestros como los alumnos se encuentran allí para aprender a ser sanadores.
Los maestros deben esforzarse por seguir la vida de Cristo Jesús. ¿Estamos enseñando esta vida? ¿Estamos enseñando a los niños acerca del Maestro con la misma devoción y convicción que Pablo y Pedro predicaron a Cristo Jesús?
¿Creemos que podemos pensar de la manera en que pensó Jesús? La Biblia nos dice: “nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Cor. 2:16. Pensar sobre esto es revolucionario, pero cada uno de nosotros tiene la capacidad de pensar como Jesús. Lea el Sermón del Monte y pregúntese si está haciendo esas cosas. Si las hace, estará pensando de la manera en que Jesús nos enseñó que pensáramos.
Ayudamos a nuestros hijos a hacer las tareas del colegio, pero cuando se trata de la Escuela Dominical, ¿estamos ayudándolos en su educación espiritual? Y cuando ayudamos a nuestros hijos y a nuestros estudiantes de la Escuela Dominical, también necesitamos contemplar en la Ciencia al estudiante que tiene perfecta comprensión, el hijo de Dios, dotado intrínsecamente de entendimiento espiritual.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe sobre los niños que se marchitan “en brazos de padres rudos”.Ciencia y Salud, pág. 61. Podemos preguntarnos: “Aunque amo la Ciencia Cristiana, ¿está mi pensamiento verdaderamente cuidando de los niños? ¿O son mis brazos los ‘brazos de padres rudos’? ¿Están estos niños renunciando y alejándose de la Escuela Dominical debido a que no estoy ‘cuidando’ de ellos apropiadamente como miembro de la iglesia?”
“La educación del futuro será la instrucción en la Ciencia espiritual, opuesta a las ciencias materiales simbólicas y falsificadas”. Mary Baker Eddy
Escritos Misceláneos
Debemos buscar los rasgos propios de la juventud en toda la organización de la iglesia, no sólo en la Escuela Dominical. La juventud no es una cuestión de edad sino de cualidades. La lozanía, la inspiración y la revelación renovadas, la regeneración, la esperanza y la promesa, pertenecen a cada uno de nosotros sin considerar la edad. Y son una parte inalterable de nuestra iglesia. En forma activa debemos buscar frescura en cada miembro de la iglesia y en toda actividad de iglesia. Cuanto más valoremos y apreciemos las cualidades de la juventud, más probable será que ellos vengan a la iglesia, incluso a la Escuela Dominical. Las clases revivirán y los niños responderán.
AVANCEMOS
Buscar respuestas significa responder preguntas, a veces muchas de ellas. A medida que cada uno de nosotros se esfuerza por entender en forma más completa “qué podemos hacer por los niños” (véase la observación de la Sra. Eddy en la edición de The Christian Science Journal de octubre de 1885), surgirán preguntas. La reunión de octubre no fue la excepción. Se hicieron muchas preguntas. Aquí hay algunas de ellas:
• ¿Deben las clases estar divididas por edades?
• ¿Puede haber una “clase introductoria” para niños de cualquier edad que no estén familiarizados con los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas o el Padre Nuestro con su interpretación espiritual por Mary Baker Eddy, y a la que los estudiantes de cualquier edad puedan asistir una vez al mes?
• ¿Pueden las clases unirse ocasionalmente?
• ¿Tiene que tener un límite de una hora la Escuela Dominical?
• ¿Podríamos eliminar las listas de asistentes?
• ¿Puede un miembro de la iglesia filial que no tiene aún veinte años, pero que está preparado espiritualmente, dirigir una clase de la Escuela Dominical?
• ¿Son apropiadas las ayudas que se tienen para la enseñanza?
Estas preguntas y otras más serán respondidas en su totalidad en las páginas del Heraldo de los próximos meses. ¡Pero no espere hasta entonces! Puede comenzar a buscar sus propias respuestas ahora mismo. Y no sienta timidez de hacer otras preguntas.
Nuestra guía suficiente para conducir y progresar en la Escuela Dominical es el Artículo XX del Manual de la Iglesia. Todos podemos consultar esos Estatutos y encontrar las respuestas que necesitamos. ¡Hagámoslo juntos!
Si usted tiene algunas ideas o experiencias que podrían contribuir a este seminario sobre la Escuela Dominical y todavía no las ha enviado, por favor, hágalo. Envíelas a:
The First Church of Christ, Scientist
Sunday School Activities, A–172
175 Huntington Avenue
Boston, MA, E.U.A. 02115
o por Fax: (617) 450–3554
“Fui invitado a dar una charla en una Escuela Dominical de una iglesia filial. Celebraron las clases de la Escuela Dominical y al finalizar todos se quedaron y hablamos. Resultó que en esta Escuela Dominical eso era una tradición.
“Esta era una Escuela Dominical que tenía mucha interacción con su comunidad. Algunos miembros de la iglesia daban una vuelta por la comunidad antes de que empezara la Escuela Dominical y recogían a los estudiantes. La mayoría de los padres de estos niños no concurrían a la iglesia. Y algunos de los padres ni siquiera sabían que sus hijos estaban en la Escuela Dominical, debido a que no tenían una presencia concreta en la vida de sus hijos. Entonces la Escuela Dominical empezó a proporcionarles un sentido de familia donde todos trabajan juntos. Cada semana después de la Escuela Dominical tenían una verdadera reunión de familia”.
“Me gustaría entregarle mi clase al Apóstol Pedro, porque ¡qué buen trabajo haría!
“Pensando en cómo ser un buen maestro de la Escuela Dominical, me puse a investigar algo. Comparé a Pedro con Gamaliel. Pedro era un hombre de trabajo. Gamaliel era un maestro de leyes de gran reputación. The Interpreter's Bible menciona que Gamaliel era muy sofisticado, y que Pedro no lo era. En una oportunidad, cuando Pedro y otros apóstoles iban a ser asesinados, Gamaliel intervino y fueron salvos.
“No tenemos que elegir ser uno u otro. Podemos tener lo mejor de ambos. El sabio consejo de Gamaliel le salvó la vida a Pedro. Esto le preparó el camino a Pedro para continuar.
“Pero esto no fue necesariamente un desprestigio para Pedro. Vean lo que él estaba haciendo. Estaba enseñando a la gente acerca de Cristo Jesús, que él era el Mostrador del camino y que sus promesas serían cumplidas.
“La gente habla del tiempo, debido a que no sabe hablar de otra cosa. Pedro hablaba acerca de Dios y de Cristo Jesús porque era la única cosa de la que valía la pena hablar. ¿Podría haber algo más importante?
“Pedro era una antorcha encendida. Gamaliel, con lo sabio que era, era una brasa resplandeciente. No queremos ser simplemente una brasa resplandeciente. Los niños de hoy merecen la antorcha encendida”