Nuestro Punto De vista acerca de Dios puede determinar nuestra forma de considerar los Diez Mandamientos y que tan seriamente los tomamos en cuenta en nuestra vida diaria. Por supuesto nuestra manera de ver los Diez Mandamientos también tiene mucho que ver con nuestro concepto de Dios.
Cristo Jesús se dio cuenta de que amar a Dios y el deseo de obedecer Sus mandamientos tenían que estar firmes en el corazón, el alma y la mente de cada discípulo. Cualquier tendencia del pensamiento a lo contrario se debía rápida y completamente detectar, aislar y echar fuera de la consciencia, privándola de la oportunidad de tomar forma en la experiencia humana. Su fiel obediencia a los mandatos de Dios fue esencial para el sorprendente éxito de su vida y sus obras. Ahora, como entonces, el espíritu de la obediencia y el amor espiritual de Jesús infunde sus enseñanzas con el poder viviente del Cristo, la Verdad, para sanar.
¿Qué impulsó el amor y la obediencia constantes de Cristo Jesús? Como Hijo de Dios, conocía naturalmente su propia unidad con el Padre, y concebía claramente a Dios, el Espíritu, como el origen divino del hombre, como su Padre y nuestro Padre. La vida de Jesús, desde su nacimiento virginal hasta su resurrección y ascensión, atestiguaron la paternidad de Dios. Para afianzarnos en la misma verdad sanadora y salvadora, Jesús nos instruyó: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”. Mateo 23:9. Además, él nos prometió un Consolador que explicaría completamente sus enseñanzas. Ese Consolador, la Ciencia divina, está aquí ahora y se llama Ciencia Cristiana para mostrar su aplicación práctica a las necesidades humanas.
La Ciencia Cristiana permite a la gente probar a través de la curación que Dios, el bien, es el único origen del ser. Dios, por ser Espíritu, o Vida, Verdad y Amor eternos, no crea nada desemejante a Sí Mismo. Por lo tanto, el hombre es, siempre ha sido y siempre será la semejanza inmortal del Padre celestial, la expresión y el refleja perfectos de la Mente divina, aquella Mente a la cual Cristo Jesús fue tan inexorablemente leal.
La explicación espiritual del Consolador sobre el origen del hombre, hace que la mente humana obtenga nuevas perspectivas acerca de la libertad y la santidad. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dice: “En la proporción en que comprendemos la Ciencia Cristiana, nos liberamos de la creencia en la transmisión hereditaria, de que hay mente en la materia o magnetismo animal; y desarmamos al pecado de su poder imaginario en la proporción en que comprendemos espiritualmente el estado del ser inmortal”.Ciencia y Salud, pág. 178. La experiencia ha demostrado que cuando el entendimiento espiritual que lleva a “[liberarse] de la creencia en la transmisión hereditaria”, y que permite “[desarmar el] pecado, comienza a manifestarse tangiblemente en su propio pensamiento y vida, surge dentro de uno un amor vivo por Dios. Usted quiere aprender todo lo que pueda acerca de Dios, Su naturaleza, leyes e ideas. Usted quiere obedecer a Dios porque entiende que la obediencia inteligente a su Padre celestial lo liberará, y también lo ayudará a liberar a otros, de las creencias falsas que no tienen derecho ni poder real de mantener a la humanidad en la esclavitud de la discordia y la limitación.
Los Diez Mandamientos son ricos en posibilidades espirituales para aquel que está creciendo en amor por nuestro Padre y desea obedecerle por encima de todo. Los Mandamientos hacen mucho por alimentar ese amor y obediencia. Y aun para aquellos que todavía no han alcanzado ese compromiso consigo mismos, o quienes aun en ese momento puedan dudar del valor de la obediencia espiritual, es provechoso evaluar los Mandamientos por el beneficio que pueden brindar a las necesidades de la sociedad.
Cuando atesoramos los Mandamientos y abrimos nuestro pensamiento a su significado espiritual y a su aplicación, nos premian año tras año. Este alimento que nos dan los Mandamientos por medio de la oración trae progreso espiritual, curación, un amor más profundo a Dios, y un deseo creciente de obedecerlo. Aunque yo misma he hecho esto por algún tiempo, siento que es ahora cuando he comenzado a abrir la puerta de mi pensamiento a lo que Dios nos está transmitiendo de Su inspiración. Quien examine los Mandamientos como aparecen en Exodo 20:3-17 y abra su pensamiento a todas las facetas de sus intenciones espirituales, descubrirá cómo se pueden aplicar directamente a las necesidades humanas.
Desafortunadamente, la gente ve con frecuencia a los Mandamientos como negativos y restrictivos. Pero el Consolador nos permite verlos a través de un sentido espiritual de la totalidad de Dios, a través del entendimiento de que la materia y el mal no tienen existencia verdadera porque no tienen origen en Dios, nuestro Padre, y, por lo tanto, no tienen autoridad sobre el hombre, la verdadera identidad suya y mía. Desde este punto de vista espiritual, los Mandamientos pueden verse como promesas liberadoras y positivas, por medio de las cuales podemos ejercer dominio sobre las injustas limitaciones que la creencia material impone a la libertad, el gozo y el bienestar.
Los “no” de los Diez Mandamientos, vistos espiritualmente, no son edictos condenatorios y punitivos contra el hijo de Dios, Su imagen y semejanza espiritual, que supuestamente se ha extraviado. Se puede considerar que afirman la inocencia eterna, la pureza y la bondad del hombre de Dios: afirman que el reflejo de Dios no puede actuar independientemente de Dios y volverse desemejante a El.
Dios condena el mal, no al hombre, Su reflejo puro y bueno, quien somos usted y yo en realidad, sin importar lo que nuestra historia humana pueda sugerir. No, los Mandamientos no tienen el propósito de limitarnos, sino de destruir la creencia humana y la práctica del mal, la desemejanza de Dios. En la medida en que usted y yo aprendamos la verdad acerca del abundante bien que Dios tiene para el hombre, y entendamos que la vida y la satisfacción no se encuentran en la materia, podremos ver que el pecado no es nada más que cumplir con una tentación de la creencia falsa; podremos ver que la obediencia a los Mandamientos es nuestro medio para liberarnos de la creencia mortal auto-destructiva.
Nuestro Padre-Madre, Dios, dice a la falsa creencia de que hay mente en la materia: “No impresiones, en realidad no podrás impresionar, tus imágenes en Mi hijo, Mi reflejo, el hombre, y hacer que adore esas imágenes. Tú no eres nada más que un impostor, que no tiene origen, existencia ni poder para hacer imágenes falsas. Yo soy Todo-en-todo. Soy Mente, el único creador de imágenes. Tú no tienes potestad para matar, adulterar, robar, falsificar o codiciar la vida o el bienestar de Mi hijo, ni hacer que Mi hijo, Mí imagen, haga estas cosas. La obediencia de Mi hijo hacia Mí está asegurada porque Yo soy el Principio y el hombre es Mi idea; Yo soy la causa y el hombre es el efecto”. Esa es la enseñanza del Consolador.
La falsa creencia no se siente alentada por esta visión de Dios y Sus Mandamientos, porque el amor y la obediencia que esta verdad espiritual crea en nuestro corazón es el anuncio fatídico para la creencia falsa y su descendencia falaz: el pecado, la enfermedad y la mortalidad.
Aun con el creciente aprecio por el entendimiento espiritual de nuestro Padre que nos da el Consolador, el amor de Dios que brota dentro de nosotros como resultado y el vivo deseo de obedecerle a Dios en todas las cosas, no es fácil probar consecuentemente nuestra semejanza a Dios a través de la obediencia de los Diez Mandamientos. Ni tampoco es fácil para un músico aprender y ejecutar a la perfección una composición musical grandiosa. Para ser un músico habilidoso es necesaria mucha persistencia, práctica e inspiración, impulsadas por la anticipación de la armonía y la belleza que surgen cuando el error es eliminado. Con ese fin el músico mantiene la partitura musical delante de él cuando la aprende y se esfuerza de cualquier forma posible para volverla realidad en el corazón y en la actuación.
Mantengamos los Mandamientos delante de nosotros de la misma forma tan consagrada día a día. El Consolador revelará su propósito espiritual y nos permitirá demostrar las variadas facetas de la bondad y la pureza de nuestro Padre en nuestro corazón y nuestra vida.
