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El Consolador y los Diez Mandamientos

Del número de abril de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestro Punto De vista acerca de Dios puede determinar nuestra forma de considerar los Diez Mandamientos y que tan seriamente los tomamos en cuenta en nuestra vida diaria. Por supuesto nuestra manera de ver los Diez Mandamientos también tiene mucho que ver con nuestro concepto de Dios.

Cristo Jesús se dio cuenta de que amar a Dios y el deseo de obedecer Sus mandamientos tenían que estar firmes en el corazón, el alma y la mente de cada discípulo. Cualquier tendencia del pensamiento a lo contrario se debía rápida y completamente detectar, aislar y echar fuera de la consciencia, privándola de la oportunidad de tomar forma en la experiencia humana. Su fiel obediencia a los mandatos de Dios fue esencial para el sorprendente éxito de su vida y sus obras. Ahora, como entonces, el espíritu de la obediencia y el amor espiritual de Jesús infunde sus enseñanzas con el poder viviente del Cristo, la Verdad, para sanar.

¿Qué impulsó el amor y la obediencia constantes de Cristo Jesús? Como Hijo de Dios, conocía naturalmente su propia unidad con el Padre, y concebía claramente a Dios, el Espíritu, como el origen divino del hombre, como su Padre y nuestro Padre. La vida de Jesús, desde su nacimiento virginal hasta su resurrección y ascensión, atestiguaron la paternidad de Dios. Para afianzarnos en la misma verdad sanadora y salvadora, Jesús nos instruyó: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”. Mateo 23:9. Además, él nos prometió un Consolador que explicaría completamente sus enseñanzas. Ese Consolador, la Ciencia divina, está aquí ahora y se llama Ciencia Cristiana para mostrar su aplicación práctica a las necesidades humanas.

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