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La Verdad divina anula el ocultismo

Del número de abril de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Palabra Oculto significa “escondido, encubierto”, y cuando se aplica al ocultismo, se refiere a la creencia de muchos siglos de que el mal tiene poderes ocultos. El ocultismo incluye todas las creencias y prácticas que son ajenas a la razón humana o a la fe y al entendimiento basados en Dios, entre ellas la magia negra y blanca, el satanismo, la demonología, la numerología, el vudú, la astrología y la quiromancia.

Algunas personas se meten en lo oculto con cierta fascinación por lo que es temido o, porque ignoran la omnipotencia de Dios, piensan que la práctica de lo oculto puede hacer algo bueno. Otros lo hacen por simple curiosidad. Hay otros que son tan depravados que buscan en lo oculto una habilidad para perjudicar a otros. Y también hay aquellos que, por sentir un vacío interior y una pobre autoestima debida al agresivo materialismo de la sociedad, se exponen a las influencias de lo oculto.

La regeneración moral que echa fuera el pecado, es una exigencia para que podamos experimentar las bendiciones de Dios y para sentir Su poder, mientras que para practicar el ocultismo es necesario sumirse en el pecado. Algunos piensan que es más fácil obtener de lo oculto ciertos beneficios, que consideran son muy difíciles de obtener a través de la disciplina espiritual. Pero la experiencia demuestra que el mal siempre termina en su autodestrucción y lleva con él el sufrimiento y la ruina del malhechor. Aceptar el ocultismo significa sumergirse en un peligroso sendero. Considere, por ejemplo, las noticias que hablan sobre un incidente macabro o de la influencia que a veces tiene la astrología en las decisiones que toman algunos personajes políticos y que afectan el bienestar público.

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