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El ministerio sanador de la Verdad

Del número de abril de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Como Practicistas De la Ciencia Cristiana ¿cómo podemos sanarnos con más eficacia a nosotros mismos, a nuestros familiares y amigos, y al público en general que nos pide ayuda?

Las respuestas a esta pregunta se encuentran en los libros de texto de la Ciencia Cristiana: la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Estos libros muestran como Dios, la Verdad, sana a través del Cristo. Ellos nos proporcionan las reglas que nos permiten practicar el ministerio sanador de la Verdad.

La obediencia a los Diez Mandamientos y el Sermón del Monte de Jesús es fundamental para sanar en la Ciencia Cristiana. Jesús también habló de un Consolador que vendría a enseñarnos a seguir a Cristo más plenamente. El Consolador es lo que la Sra. Eddy llama la Ciencia del cristianismo, o la Ciencia divina. Esta Ciencia es la Ciencia de Dios, el hombre y el Cristo. La Sra. Eddy recibió la Ciencia divina de Dios, y mediante las Escrituras la practicó, la demostró, y la explicó en Ciencia y Salud. Estas leyes de Dios nos indican cómo vivir juntos como linaje de Dios, y cómo disminuir los sufrimientos de la humanidad.

El punto de partida para fortalecer nuestro ministerio sanador es comprender qué es Dios. Nuestros libros de texto revelan que Dios es uno, infinito y Todo. La Sra. Eddy nos indica varios sinónimos de Dios que nos ayudan a entender Su naturaleza, entre ellos Principio, Mente, Espíritu, Verdad y Amor. La Ciencia de Dios muestra que el Amor divino inspira y sostiene nuestra demostración del ministerio sanador de la Verdad, así como lo hizo con Cristo Jesús y la Sra. Eddy.

La comprensión de lo que es el hombre nos fortalece a nosotros y a nuestra práctica sanadora. Las Escrituras y Ciencia y Salud revelan que el hombre perfecto que Dios creó — y esto es lo que somos en verdad — está hecho a imagen y semejanza del Espíritu perfecto. La Ciencia del hombre prueba que la idea de Dios, el hombre, es el reflejo de Dios mismo: puramente espiritual, santo, divino.

Pulir la práctica sanadora también incluye comprender lo que es el Cristo. Nuestros libros de texto enseñan que el Cristo es el mensaje eterno de Dios acerca de la Verdad, que revela al pensamiento humano lo que es Dios: una Mente, Espíritu infinito. La Ciencia del Cristo nos hace comprender nuestra santidad, salud e inmortalidad, que provienen de Dios y son sostenidas por El. Y esta comprensión del Cristo sana.

El Cristo también ayuda al practicista a discernir y negar lo que Dios, la Verdad, no es. Por lo tanto, fortalecer el ministerio sanador también incluye discernir “lo que no es”. Y ¿qué es “lo que no es”? El error, la ausencia de la Verdad. Es lo que no está ocurriendo en la realidad espiritual. El error es básicamente una desviación de lo que es preciso y correcto, o sea, es el pecado. Ciencia y Salud explica que detrás del pecado está la creencia errónea de que en la materia hay inteligencia, sustancia o vida. El error es descubierto y destruido de una manera científica mediante el Cristo, la Verdad.

El practicista primero descubre y destruye las creencias de “lo que no es" en su propio pensamiento y vida. Continuamente “Limpia” su consciencia, por así decirlo, al evaluar y purificar su pensamiento y su conducta haciendo diariamente un autoanálisis y teniendo un pensamiento espiritualizado. Algunas de las creencias sutiles de “lo que no es” de las cuales el practicista puede defenderse, son el temor o la timidez, la deshonestidad o la práctica poco ética, la carencia de fidelidad o consagración, y tentaciones como el orgullo, la pasión, o el sentido personal.

“Lo que no es” es puesto al descubierto y destruido en nuestro pensamiento y en nuestra vida mediante el estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, la comunión silenciosa con Dios, y el crecimiento espiritual. Entonces el error es percibido y destruido por el Cristo, la Verdad, más fácil y rápidamente también en nuestra práctica pública. Cristo Jesús dijo: “Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Mateo 7:5.

¿Qué nociones de “lo que no es” vemos en la práctica? El error puede manifestarse como cualquier creencia de temor, ignorancia, pecado, enfermedad, y hasta muerte. Pero la luz de la Verdad penetra y disipa cualquier sombra en el pensamiento, para que así podamos ver al Dios perfecto y a Su idea perfecta, al hombre espiritual, sin pecado. La luz del Cristo revela que “lo que no es” — el error, o la materia — es en realidad nada, porque lo que es — el Espíritu, la Verdad — es Todo-en-todo. Comprender la totalidad de la Verdad y la nada del error resulta en curación.

Dios, la Verdad toda-inteligente, no sabe nada de “lo que no es”. Dios entiende sólo aquello que está más arriba y más allá del sentido material. El sólo conoce lo que es espiritual. El hombre verdadero, que refleja la Verdad inmortal, también es insensible a cualquier sentido falso o material. Por lo tanto, cuando distinguimos al error en nuestra práctica sanadora, es importante ver la nada de esta falsa creencia en particular. El Cristo pone al descubierto y echa fuera al error porque es una mentira irreal, es lo que no está ocurriendo en realidad, y lo reemplaza con la verdad de lo que sí está ocurriendo: la bondad de Dios.

La importancia de esta práctica es revelada en Ciencia y Salud así: “Poned el error al descubierto y él os imputará la mentira. Mientras no salga a la vista el hecho concerniente al error — o sea, su nada — no se satisfará la exigencia moral, y faltará la capacidad para reducir el error a la nada. Debiéramos avergonzarnos de llamar real lo que sólo es una equivocación. El fundamento del mal se asienta sobre una creencia de que haya algo aparte de Dios. Esa creencia tiende a apoyar dos poderes opuestos, en vez de insistir solamente en las reivindicaciones de la Verdad. La equivocación de pensar que el error pueda ser real, cuando es meramente la ausencia de la verdad, induce a creer en la superioridad del error”.Ciencia y Salud, pág. 92.

La creencia en “la superioridad del error” tratará de obstaculizar nuestra demostración del ministerio sanador de la Verdad. “Lo que no es” no es algo real y fuera del pensamiento mortal. El Cristo descubre todos los métodos secretos o escondidos del error que hay dentro del pensamiento mortal, demostrando que el error no es nada más que una creencia subjetiva falsa. El Cristo echa fuera de nuestro pensamiento “lo que no es” en la medida en que practicamos el conocimiento de sí mismo, la honestidad, la humildad, el amor, el arrepentimiento, la regeneración, y la comprensión de lo que es verdad y bueno: Dios y Su idea. La comprensión y la demostración de la totalidad del Amor ponen el error al descubierto y lo destruyen. Y cada curación y cada paso de crecimiento espiritual en nuestra vida prepara el camino para que tengamos una más amplia demostración del ministerio sanador de la Verdad.

Hay situaciones que comprometen a la familia, los negocios, la iglesia o el gobierno, en las cuales es probable que se tenga que descubrir y corregir algún error. ¿Cómo hacemos esto? La sabiduría instruyó a Moisés a tomar la serpiente. Y Jesús tuvo el valor de odiar la iniquidad. Nosotros también obtenemos sabiduría divina y valor moral cuando nuestros pensamientos y nuestras acciones son uno con la Mente del Cristo. El Cristo puede guiarnos a hablar con la Palabra de Dios humilde o firmemente para desenmascarar un error.

“Lo que no es” puede ser sutil o flagrante. Sin embargo, de acuerdo con nuestros libros de texto, un error necesita ser descubierto, ya sea en lo abstracto: sin hacer referencia a personas, lugares o cosas en particular, como en una parábola; o claramente: con franqueza directa, honestidad y sinceridad; o forzosamente: con fortaleza espiritual, energía y poder; pero siempre bajo el impulso del Amor divino. En cada caso no debemos creer en el error, y éste debe ser desarmado y destruido al comprender la Verdad, probando que el mal se vence con el bien.

¿Hay ocasiones en las que nos esforzamos por no señalar un error? Sí, por ejemplo si alguien fuera a reaccionar perjudicándose a sí mismo o a otros. Tampoco queremos poner al descubierto un error que aún nos parece real. La sabiduría divina algunas veces guía al practicista a guardar silencio y dejar que la creencia de “lo que no es” se destruya a sí misma. Hubo ocasiones en que Jesús guardó silencio y dejó que el mensaje sanador del Cristo hablara por sí mismo. Que el practicista hable o no, debe estar determinado por su demostración honesta de la Verdad y el Amor. Desde luego, el practicista estará afirmando la verdad aunque no lo haga en voz alta. La Palabra de Dios puede decirse con autoridad solamente cuando es dirigida desde el punto de vista de la sabiduría, la comprensión espiritual y la demostración. Un practicista recibe poder para decir la verdad divina en forma eficaz en la práctica cuando entiende lo que Dios conoce, y cuando demuestra la Verdad en su propia vida, para que así la voz del Cristo se escuche.

No es lo que se conoce humanamente sobre una persona o un problema lo que sana, sino lo que se reconoce de la totalidad de Dios y de la perfección del hombre como Su idea. Cuando la Verdad divina llena el pensamiento del practicista con el amor y la bondad de la creación espiritual y perfecta de Dios, el error tiene que ceder. La clave es no temer o luchar contra alguna creencia de “lo que no es” como si fuera una realidad; la clave es no aceptarla. Cuando el error es tranquila y firmemente reemplazado con la realidad de la perfección de Dios, la ley de la Verdad pondrá al descubierto el error — como la nada que es — y lo destruirá.

La historia bíblica de la curación de la mujer con el flujo de sangre es una ilustración de la Ciencia de la curación cristiana en acción. Después de doce años de sufrimiento y de haber gastado todos sus recursos en los médicos de su tiempo, esta mujer fielmente buscó tocar a Cristo Jesús para encontrar curación.

La Sra. Eddy escribe acerca de este incidente: “Cuando Jesús se volvió y dijo: ‘¿Quién me ha tocado?’ debe de haber sentido la influencia del pensamiento de la mujer, pues está escrito que él sintió ‘que había salido poder de él’. Su consciencia pura lo discernía todo y pronunció este veredicto infalible; mas él no aceptó el error de la mujer ni por afinidad ni por debilidad, pues el error fue descubierto y rechazado”. Véase Marcos 5:25–34. Jesús respondió a la demanda de la Verdad de permitir que el Cristo detectara “lo que no es” y lo descartara. Su consciencia del Cristo sabía que Dios es la única Vida perfecta y el Principio de la perfección, que lo gobierna todo. Y Jesús no asoció el error con la mujer ni consigo mismo, pues en la destrucción del error la ley del Amor impersonaliza el error como la nada y nadie que es, y destruye el pecado. La mujer fue sanada.

Nuestro Maestro nos indicó, y Ciencia y Salud nos ha explicado, como dejar que el Cristo, la Verdad, ponga al descubierto y destruya “lo que no es” para que así lo que es — la bondad espiritual y la armonía — brille para todos. Aun como recién nacidos en la práctica de la Ciencia Cristiana, podemos discernir y expresar la sabiduría, la verdad y el amor de Dios, que fortalecen y protegen nuestra demostración del ministerio sanador de la Verdad.

¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
salvación mía y Dios mío.

Salmo 43:5

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