Si Le Pide a alguien que le describa el problema de las drogas y el alcohol, es probable que le describa pandillas violentas, niños drogadictos, y líderes fugitivos del cartel de la droga. Este cuadro estereotipado, si bien revela un serio problema, muestra sólo uno de los aspectos de un tema complejo. El problema de las drogas y el alcohol es mucho más profundo y mucho más sutil de lo que uno podría imaginar.
Existen millones de personas que consumen alcohol y drogas pero que jamás han sido arrestadas; nunca vivieron en una ciudad, ni tampoco pensaron en hacer uso de la violencia en su vida diaria. Esa gente no considera que las drogas y el alcohol los conducen fuera de los límites que imperan en la sociedad, para luego sumergirlos en la desesperación. Para ellos una parte normal de la vida es la creencia de que escapar de la realidad por un tiempo no es sólo deseable sino necesario, y que su única vía de escape es buscar vida y sensación en las cosas materiales.
Yo era una de esas personas. Para mí la felicidad consistía en tomar drogas y así volver a “viajar”, o tener la excitación de algo nuevo, y perder el tiempo sin sentido malgastándolo con los amigos. A decir verdad, esto era lo que las enseñanzas de la sociedad y lo que percibía de la vida me habían hecho creer.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!