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Hasta Que Termine mis...

Del número de abril de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hasta Que Termine mis años de secundaria asistí a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, pero más tarde comencé a alejarme de lo que había aprendido allí y a dejarme llevar por las numerosas tendencias intelectuales de la época.

Llegué a sentirme vacilante, confusa y rebelde en mis relaciones con mi familia y con la sociedad. También comencé a beber, fumar y robar objetos en los negocios locales. Mis valores morales decayeron. Ya no podía conciliar mi forma de pensar, o mi comportamiento odioso y antisocial, con la pureza y la verdad sanadora que enseña la Ciencia Cristiana.

Esta confusión duró muchos años. Después de que mi matrimonio terminó en divorcio, fui a la universidad: allí las cosas empeoraron. Comencé a tomar drogas. A medida que el dinero comenzó a adquirir mayor importancia para mí, me dediqué a mi trabajo de tiempo completo y resté tiempo a mis estudios. Un día mi jefe me llamó, pidiéndome explicaciones por otro error que había cometido. Me dijo: “Será mejor que encamines tu vida o tendré que despedirte”. También me dijo confidencialmente que se había dado cuenta de que me faltaba una guía espiritual y me sugirió que recurriera a la religión en la cual había sido criada. Este hombre sentía un gran amor por Dios, y yo lo respetaba.

Comencé a asistir a los servicios religiosos de una iglesia local de la Ciencia Cristiana. “El designio del Amor es reformar al pecador“, escribió Mary Baker Eddy en la página 35 de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (¡parecía estar hablando de mi propia vida!). Retomé el estudio de la Ciencia Cristiana, y algunas de las primeras lecciones que había aprendido en la Escuela Dominical comenzaron a adquirir para mí mayor significado a medida que las recordaba. Cristo Jesús nos dice en la parábola del hijo pródigo que este hijo “volvió en sí” (Lucas 15:17). Fue como si yo hubiera estado inconsciente durante mucho tiempo y ahora hubiera vuelto en mí.

Cuando percibí mi amor hacia Dios y Su amor por mí, me sentí libre. Comencé a examinar mi vida y a poner en duda mis propias ideas, y me di cuenta no solo de que era hipócrita, sino con frecuencia directamente egoísta. Los cambios no siempre ocurrieron rápidamente, pero a medida que continué leyendo las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana, comencé actuar actuar y a pensar de acuerdo con los valores morales cristianos.

Siempre había amado las historias de la Biblia, y ahora podía aplicar más sus lecciones espirituales en mi vida diaria. Llegué a ser más compasiva. Fui sanada de la necesidad de tomar drogas. También fui sanada primero del vicio de fumar y después de tomar alcohol. Conocí y me casé con un hombre amable y protector, y encontré un empleo productivo.

“Al tratar de deshacer los errores de los sentidos, uno deberá pagar plena y honradamente hasta el último cuadrante, hasta que todo error sea finalmente subyugado a la Verdad. El método divino de saldar la paga del pecado consiste en desenmarañar nuestros enredos y aprender por experiencia a distinguir entre los sentidos y el Alma” (Ciencia y Salud, pág. 240). Por medio de la oración desenmarañé muchos “enredos” mentales y enfrenté situaciones que requerían valor, el cual yo sabía que provenía de Dios. No pasó mucho tiempo antes de darme cuenta de que necesitaba una mayor comprensión espiritual y un mejor concepto respecto a mis propios méritos. Durante muchos años había estado bajo cuidado médico a causa de anginas crónicas. Sin embargo, después de leer un artículo en particular del Christian Science Sentinel, y de darme cuenta de que como hija de Dios mi inocencia permanece por siempre intacta, sané tanto de las anginas crónicas como de esa sensación que por tanto tiempo había tenido de que no tenía ningún valor.

Estas experiencias ocurrieron hace más de quince años, y las curaciones que aquí se relatan han sido permanentes. Sería necesario todo un libro para relatar todas las curaciones que he experimentado y a través de las cuales he progresado, entre ellas un problema en una rodilla que me impedía andar, carácter violento, resfríos, gripes e hipersensibilidad.

Estamos criando a mis dos hijos de acuerdo con los valores de la Ciencia Cristiana. He estado y siempre estaré agradecida por los cimientos que la Escuela Dominical ha arraigado en mí, y ahora en nuestra familia.


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