En Ciencia Y Salud escrito por la Sra. Eddy, encontramos gran cantidad de conceptos que explican la naturaleza mental de la existencia. Esas afirmaciones me recuerdan que las imágenes que mantenemos en el pensamiento son parte integrante de la manera en que se suceden nuestras experiencias, la esencia de lo que nos hace felices, de lo que nos produce ansiedad, de cómo vivimos nuestra vida. Por ejemplo, una de esas afirmaciones dice: “Cerrad los ojos y puede que soñéis que veis una flor — que la tocáis y oléis. Así se aprende que la flor es un producto de la llamada mente, una formación del pensamiento más bien que de la materia. Cerrad los ojos nuevamente y puede que veáis panoramas, hombres y mujeres. Así se aprende que también ésos son imágenes que la mente mortal mantiene y desarrolla y que simulan mente, vida e inteligencia“.Ciencia y Salud, pág. 71.
Cada día nos presenta un cierto número de imágenes mentales y muy pronto aprendemos que debemos analizarlas cuidadosamente. A veces pueden engañarnos; a veces hasta pueden resultar perversas o violentas. Puesto que la paz de nuestra mente, nuestra salud mental y por consiguiente nuestra experiencia, están estrechamente ligadas a cómo pensamos y qué es lo que pensamos, dichas imágenes no deben tomarse a la ligera.
Si, por ejemplo, vemos en el cine o la televisión, una escena violenta que parece auténtica o cautivante, o si leemos detalles muy gráficos de las atrocidades que últimamente se cometieron en el mundo, es importante — tanto si se trata de ficción como de relatos verídicos — determinar por medio de la oración que las imágenes de violencia no pueden tener ningún poder para atraernos, causarnos daño o transformarnos en sus rehenes. Aunque no pasamos por alto el sufrimiento humano, el curso de nuestros pensamientos debe ser encauzado conscientemente de acuerdo con el poder del amor de Dios que lo abarca todo, y con la bondad irresistible que El tiene para con todos. Esta es nuestra mejor defensa y un camino seguro para ayudar a otros. La perfección espiritual que ha creado Dios es absolutamente verdadera. Sentir y saber lo que es verdadero nos ayuda a contrarrestar los pensamientos de violencia, horror y hasta los de autodestrucción.
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