El siglo II antes del nacimiento de Jesús fue un período tempestuoso en la historia de los judíos. Tal como sucede en la actualidad, existía en Medio Oriente una lucha por el poder. Desde la muerte de Alejandro el Grande en el 323 a.C., su reino oriental se había dividido entre los ptolomeos de Egipto y los seléucidas de Siria. A comienzos del siglo II a.C. estas dos grandes dinastías estuvieron luchando por el control de Palestina. Pero con el tiempo los seléucidas, que habían adoptado con entusiasmo la cultura griega de Alejandro, impusieron su supremacía.
En un intento por alcanzar una unidad política, los seléucidas trataron de imponer a los judíos su cultura y religión helénicas. Alrededor del año 175 a.C., cuando Antíoco IV Epífanes, ascendió al trono de Siria, la presión sobre los judíos para que aceptaran las tradiciones griegas alcanzó un punto crítico. Aunque algunos aristócratas cooperaron con Antíoco, la mayor parte de los judíos resistieron tenazmente el intento de forzarlos a aceptar la helenización. La reacción de Antíoco fue anular los derechos religiosos de todos los judíos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!