En 1989 Me mudé a un lugar que es bastante accesible en cuanto al transporte público, para trasladarme de una zona a otra sin dificultades; pero la oficina donde trabajaba la tenía un tanto apartada, cosa que no era conveniente.
Una tarde en la que me encontraba orando, vino a mi pensamiento una idea que me pareció buena. Decidí averiguar si en el edificio donde vivía había una oficina para alquilar. Visité al dueño para consultarlo al respecto. Este señor en lugar de alquilar propuso la compra de un departamento contiguo a mi hogar. En ese momento no contaba con el dinero suficiente para abonarlo, pero él sugirió que lo pagara en trece cuotas.
Durante los primeros meses pude hacer los pagos; poco tiempo después se produjo una desvalorización muy grande de la moneda de mi país, lo que hizo casi imposible saldar la deuda.
Como estudiante de la Ciencia Cristiana, yo sabía que Dios siempre oye nuestras oraciones. Estaba convencida de que había sido guiada por la sabiduría divina en mi decisión de comprar la oficina; por lo tanto, debía ver que esta idea era completa y que no le faltaba nada.
Comprendí que la carencia no radica en la cantidad de dinero disponible sino en nuestra actitud mental. En la Biblia hay un relato en el capítulo cuatro del libro 2 Reyes que narra cómo una mujer viuda pudo saldar sus deudas. (Como soy viuda, la historia resultó muy significativa para mí.) Esta mujer se encontraba en una situación desesperada debido a sus deudas, y sus acreedores se iban a llevar a sus hijos. El profeta Eliseo le preguntó qué tenía en la casa, y ella le respondió que tan solo tenía una vasija de aceite. Este se multiplicó después que ella y sus hijos pidieron prestadas vasijas y vertido el aceite en ellas.
Después de leer cuidadosamente esta historia, me quedé con el pensamiento: ¿Qué tienes en casa? No había suficientes bienes, pero sí, yo sabía que como esa mujer, disponía de un poco de aceite. La Sra. Eddy da la definición de aceite en Ciencia y Salud como: “Consagración; amor; dulzura; oración; inspiración celestial” (pág. 592). Comencé a estudiar cada palabra por separado y poniéndola en práctica al expresarla, que es una forma de oración. Por ejemplo, con consagración, me empeñaba en dedicar todo mi tiempo y pensamiento a trabajar para Dios con alegría; me esforzaba por ver cada día la imagen y semejanza de Dios en mí y en los demás. Y por amor traté de expresar cualidades como cariño, afecto, ternura, devoción. Todo este trabajo de oración consagrada fue nada más que ver las cualidades que Dios da al hombre para que Lo glorifique. Cristo Jesús en su práctica nos muestra el desarrollo de sus talentos en todas sus demostraciones. El dijo: “El Padre que mora en mí, él hace las obras”. Y también dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:10, 12).
Este entendimiento se manifestó en un aumento en la actividad de mi trabajo. Además se concretó la venta de un pequeño auto que era una herencia familiar. Con estas fuentes de ingreso, se efectuó la compra de la oficina en el plazo establecido y hasta sobró algún dinero.
Lo más importante de este estudio fue mi entendimiento y reconocimiento de que es Dios el creador y Sus hijos están satisfechos y completos, y expresan la abundancia que Dios nos da a cada uno de nosotros. No podemos estar limitados ni restringidos por el engaño de pensamientos temerosos. El desarrollo de ideas espirituales es progreso, y este progreso es la ley de Dios, que trae la provisión necesaria.
Ramos Mejía, Argentina