La Biblia Nos habla de un muchacho que se llamaba David. Era pastor y fue progresando hasta llegar a ser rey de su país. Este relato resulta muy alentador para aquellos de nosotros que quizás nos sintamos atrapados en una maraña de circunstancias que parecen impedir nuestro progreso, más allá de algunos intentos poco fructíferos de ganarnos la vida.
La Biblia nos dice que cuando era pastor, David aprendió a volverse a Dios para hacer frente a todos los desafíos que se le presentaban, mientras aguardaba expectante ver satisfecha cada necesidad. Encontró las respuestas a través de la guía espiritual, afirmando su fe resueltamente en el poder que tenía Dios para ayudarlo.
Entre otras cosas, tuvo que luchar con el paladín de un ejército enemigo, un hombre de guerra llamado Goliat de Gat. En respuesta al desafío de su enemigo, le dijo: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”. 1 Sam. 17:45. David sabía que Dios estaba con él, y este entendimiento le dio sabiduría y fortaleza para vencer a Goliat y a los filisteos.
A través del estudio y la aplicación de los preceptos de la Ciencia Cristiana, nuestras esperanzas y esfuerzos se elevan para servir y glorificar a Dios de un modo diferente. Nos enteramos que poseemos aptitudes para reflejar Su sabiduría y reconocemos nuestra capacidad ilimitada para cumplir con las exigencias de nuestro trabajo. Esto proporciona una perspectiva diferente en nuestra búsqueda por dejar atrás la monotonía. Podemos comenzar a probar la verdad contenida en las palabras que la Sra. Eddy escribió en Ciencia y Salud: “El progreso quita los grilletes humanos. Lo finito tiene que ceder a lo infinito”.Ciencia y Salud, pág. 256.
Partiendo desde su sentido más verdadero, podríamos decir entonces que nuestra ocupación consiste en lograr que todo lo que pensamos, decimos y hacemos exprese nuestra alabanza al único Dios. También es importante reconocer las obras de Dios, afirmar la perfección de Su creación y vernos como Su linaje completo y espiritual, que llena un lugar establecido eternamente para nosotros en la Mente divina. Cuando hacemos esto puede servirnos de guía la siguiente afirmación que encontramos en Ciencia y Salud: “La Ciencia Cristiana no es una excepción a la regla general de que no se puede lograr excelencia si no se trabaja en línea recta”.Ciencia y Salud, pág.457.
Después que comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, dejé de ser taquígrafa y fui cambiando de puestos hasta que finalmente llegué a convertirme en gerente general de un sistema de servicios públicos que atendía las necesidades de varios miles de usuarios. Este progreso se fue desarrollando a lo largo de varios años. A medida que mi entendimiento de la Ciencia Cristiana fue creciendo, pude ver que mi trabajo era una oportunidad para glorificar a Dios. Al producirse este cambio de pensamiento, se fueron presentando nuevas oportunidades cada vez más gratificantes, representando cada una de ellas un avance lógico al ir utilizando el entendimiento que había alcanzado hasta ese momento y demostrando luego que era correcto y útil en el empleo subsiguiente.
El identificar nuestro trabajo como una oportunidad cotidiana de servir y glorificar a Dios e ir comprendiendo que reflejamos a la inteligencia divina en todo lo que hacemos, nos ayuda a dejar de lado tanto el temor al fracaso como el sentido de éxito personal. Cada tarea presenta sus desafíos. Pero la humildad nos ayuda a ver que la Mente divina está realmente en control de la vida del hombre, de nuestra vida. El entendimiento de la presencia y el poder de Dios puede corregir condiciones laborales frustrantes.
En mi propia experiencia, tuve muchas oportunidades de comprobar el poder de Dios en el trabajo, especialmente cuando aparecían problemas difíciles sin previo aviso. Hoy, aunque no ejerzo actividad alguna en el mundo de los negocios, sigo convencida de que una humilde confianza en Dios — desarrollada y reforzada por el estudio diario de Su Palabra — es suficiente para guiarme en mi trabajo actual.
El hombre, la idea de Dios, no fue creado en vano; ninguna identidad es innecesaria o incompleta. Cada uno fue creado para expresar, de distinta manera, la naturaleza de Dios. Esta comprensión puede ayudarnos a encontrar una actividad satisfactoria y gratificante, adecuada para nuestra individualidad.
Sigamos el consejo del Apóstol Pablo y seamos “firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor”. 1 Cor. 15:58. Nuestro propósito, nuestro nicho, es servir y glorificar a Dios.
Sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados...
¿Qué, pues, diremos a esto?
Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros?
Romanos 8:28, 31