La Biblia Nos habla de un muchacho que se llamaba David. Era pastor y fue progresando hasta llegar a ser rey de su país. Este relato resulta muy alentador para aquellos de nosotros que quizás nos sintamos atrapados en una maraña de circunstancias que parecen impedir nuestro progreso, más allá de algunos intentos poco fructíferos de ganarnos la vida.
La Biblia nos dice que cuando era pastor, David aprendió a volverse a Dios para hacer frente a todos los desafíos que se le presentaban, mientras aguardaba expectante ver satisfecha cada necesidad. Encontró las respuestas a través de la guía espiritual, afirmando su fe resueltamente en el poder que tenía Dios para ayudarlo.
Entre otras cosas, tuvo que luchar con el paladín de un ejército enemigo, un hombre de guerra llamado Goliat de Gat. En respuesta al desafío de su enemigo, le dijo: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”. 1 Sam. 17:45. David sabía que Dios estaba con él, y este entendimiento le dio sabiduría y fortaleza para vencer a Goliat y a los filisteos.
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