Envio Este Testimonio en agradecimiento por el libro Ciencia y Salud. Estoy profundamente agradecido a la Sra. Eddy quien tuvo la abnegación de escribir su revelación de la Ciencia del Cristo y que de esta forma el mundo entero pueda beneficiarse.
Deseo compartir un ejemplo de la eficacia de la curación de la Ciencia Cristiana en mi propia vida, aunque un solo testimonio no es suficiente para mostrar todas las formas en que fui librado de la enfermedad y del pecado, ni para transmitir plenamente las bendiciones que he recibido. Pienso que las palabras de Juan expresan la naturaleza de esta curación: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).
Cuando era adolescente, fumaba tabaco y marihuana de forma habitual, tomaba alcohol y usaba cualquier tipo de droga ilegal que pudiera obtener. Esto ocurrió a pesar de haber sido criado en un hogar donde mis padres estudiaban y practicaban la Ciencia Cristiana. Cuando tenía dieciséis años fumaba más de un paquete de cigarrillos por día, y dos años después, consumía drogas diariamente, antes, durante y después del colegio. Recuerdo que pensaba que podía consumir drogas sin ningún impedimento; solía jactarme con mis amigos sobre cuanto había fumado o bebido. Estuve a punto de repetir mi último año y de hecho perdí un curso en el último semestre.
Después de la secundaria, estaba convencido de que todo lo que quería en la vida era un empleo seguro para vivir modestamente y continuar comprando las diversas sustancias que creía necesarias para ser feliz. Me mudé a otra ciudad donde pensaba que las drogas serían más baratas y abundantes, y comencé la escuela de comercio para prepararme para un empleo seguro en un campo técnico. Me desilusioné cuando descubrí que no sólo era difícil satisfacer el creciente apetito por las drogas, sino que no me iba bien en el colegio, aun en asignaturas que ya había tenido antes en la secundaria.
Recuerdo una conversación con uno de mis compañeros de dormitorio después de varios meses en esa ciudad. El afirmó que todo lo que cualquier persona quiere de la vida es la satisfacción. Me di cuenta de que yo estaba buscando la satisfacción primeramente en una de las formas materiales más efímeras: el fumar. Estas palabras de Ciencia y Salud vinieron a mi pensamiento: “El Alma tiene recursos infinitos con que bendecir a la humanidad, y alcanzaríamos la felicidad más fácilmente y la conservaríamos con mayor seguridad si la buscásemos en el Alma”. En ese momento entendía muy poco sobre Dios, pero sabía profundamente que esta declaración contenía la verdad que necesitaba. Me prometí a mí mismo que a partir de ese momento buscaría satisfacción desde el sentido espiritual del Alma, lo cual, la Ciencia Cristiana enseña, es un sinónimo de Dios. No recuerdo cómo llegué a esta verdad, porque de adolescente nunca estudié la Ciencia Cristiana concienzudamente. Lo debo haber aprendido durante la convivencia con mis padres y los años que asistí a la Escuela Dominical, y lo recordé justo en el momento que estaba listo para comprenderlo.
Dos meses después de esta comprensión, me mudé a la casa de mis padres, y para entonces ya había dejado de usar tabaco, alcohol y cualquier tipo de drogas. (Fui tentado a fumar tabaco y marihuana un par de veces después de esto, pero no encontré placer en ellos.) El deseo continuo de entender mi naturaleza espiritual y verdadera como reflejo de Dios, hizo desaparecer hasta la tentación de tomar drogas. Han pasado más de quince años desde esta curación; y desde entonces he completado mis estudios universitarios y de postgrado, y he encontrado empleo en varios cargos profesionales.
Por esto estoy agradecido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que me brindó una base espiritual que me permitió resistir la tentación. Me doy cuenta de que cada vez que permito que la Biblia y Ciencia y Salud me guíen al origen de la verdadera satisfacción, Dios, puedo hacer más progreso en la curación. En las palabras de Mary Baker Eddy: “Cuando el esclavo de deseos erróneos aprenda las lecciones de la Ciencia Cristiana, dominará esos deseos y ascenderá un tanto en la escala de la salud, la felicidad y la existencia”.