Un Martes Por la mañana me levanté con dolor de cabeza y con fiebre. Pero no quería faltar a la escuela ese día, debido a que iba a pasar algo en la tarde para lo que había trabajado mucho, y también era el día en que sacaban la foto de toda la clase.
Mi mamá vino a mi habitación y le conté el problema. Inmediatamente empezamos a orar. Oramos para verme como la hija perfecta de Dios, que no está sujeta a la enfermedad. Un pasaje de la Biblia con el que oré fue: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Prov. 3:5, 6). Sabía que Dios es perfecto y no puede estar enfermo. Y debido a que soy el reflejo de Dios, yo no podía estar enferma.
Más o menos una hora más tarde llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana. Le dije que estaba enferma, pero que realmente quería ir a la escuela esa tarde. Me preguntó cuanto era dos por dos. “Cuatro”, le respondí. “Correcto, pero ¿qué ocurriría si respondieras cinco?” Le dije que sería incorrecto. Ella dijo: “Exacto; es lo mismo que no te estás sintiendo bien, es sólo un error, tan sólo una creencia. Y puedes probar eso”. Hablamos un poco más acerca del hecho de que es bueno estar en la escuela, entonces era justo que yo estuviera allí.
Al mediodía me sentía mucho mejor. Fui a la escuela y lo pasé muy bien. Más tarde descubrí que algunos chicos de mi vecindario tuvieron el mismo problema que yo tuve, pero lo tuvieron por una semana.
Estoy muy agradecida por mi rápida y magnífica curación.
St. Louis Park, Minnesota, E.U.A.
La curación de Molly ocurrió de la manera que la relató. Cuando se levantó con los síntomas que describió, aparentemente parecía que iba a tener que perder ese día de escuela. Eso era muy frustrante, ya que le encanta ir a la escuela y había trabajado mucho en algo que sólo podía presentar ese día.
Su deseo de llamar a una practicista, como también su clara convicción de que nunca podía dejar de ser perfecta por ser hija de Dios, produjo esta rápida curación.