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Bendición y felicidad

Del número de enero de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todos Somos Bendecidos con la habilidad de espiritualizar nuestro pensamiento y de expresar espiritualidad ampliamente en nuestra vida cotidiana.

La habilidad espiritual es independiente de las condiciones o circunstancias materiales. No es un don material. La capacidad de entender y expresar ideas y cualidades espirituales es otorgada a todos por el Espíritu infinito, Dios, y la puede utilizar cualquiera, donde quiera que esté, en cualquier momento. Este talento es descubierto por medio de la oración y se desarrolla a medida que se usa. Podemos comenzar por abrigar en nosotros el sincero deseo de conocer la verdadera naturaleza de Dios. Y podemos esforzarnos con determinación por reflejar Su naturaleza en todo lo que hacemos. Cristo Jesús nos ayuda en esto a través de su ejemplo y enseñanza.

Jesús comprendió plenamente la bondad ilimitada de Dios y la capacidad ilimitada que tiene el hombre de expresar la bondad de Dios. Su confianza en nuestra aptitud espiritual se evidencia en el hecho de que sus enseñanzas nos ordenan específicamente asemejarnos a Dios en todo nuestro proceder. En las Bienaventuranzas, Véase Mateo 5:3–12. por ejemplo, Jesús nos recomienda que tengamos admiración y adoptemos actitudes sagradas, tales como humildad, mansedumbre, el anhelo perpetuo de ser rectos, el ser misericordioso con todos, la pureza de corazón, un espíritu de reconciliación que promueve la paz y la salvación, y que nos regocijemos en medio de la persecución. La palabra bienaventuranza significa “perfecta bendición o felicidad”. Y en la Biblia cada una de las bienaventuranzas de Jesús comienza con “bienaventurados...”

Dios bendice las cualidades que contienen las enseñanzas de Jesús. Son bendecidas porque son sagradas, consagradas a la glorificación de Dios. Ellas reflejan la naturaleza de Dios como Verdad, Vida y Amor divinos. Dios expresa y bendice esas cualidades ininterrumpida y eternamente por todos lados. De modo que cuando las ponemos en práctica en nuestra vida, sentimos la bendición de Dios, que nos hace querer expresarlas más y más. Y “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6.

“Saciados”. ¡Qué diferente es este resultado del descontento que perpetuamente acecha nuestros anhelos cuando pensamos que la felicidad depende de circunstancias personalmente delineadas! Sin embargo, es de notar que esa bienaventuranza no prosigue diciendo “y cuando seréis saciados no desearéis más la justicia”. El hecho es que el Espíritu se manifiesta eternamente, y nuestro esfuerzo por ser una expresión espiritual satisface de tal modo que nunca nos puede sobrar. Eso es porque somos creados con un propósito específico: expresar al Espíritu. Como dice Mary Baker Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con clave de las Escrituras: “El hombre es la expresión del ser de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 470.

Lo que hace que la expresión espiritual sea una verdadera bendición, es que no es un propósito mezquino. Puesto que la espiritualidad glorifica a Dios y no a una persona, bendice a todos. Hace que el poder sanador y transformador del Amor divino se manifieste en nosotros y en todo aquel que se encuentre dentro del radio de nuestro pensamiento y experiencia. Este conocimiento aumenta nuestra felicidad de manera inmensurable y nos impulsa así a persistir en nuestra búsqueda espiritual. Mientras persistamos, Dios, por ser el único poder, nos capacita para amar como nunca antes. Y por medio del amor del Amor podemos prevalecer sobre cualquier supuesto obstáculo a nuestro progreso espiritual.

La felicidad es inherente a la bendición del amor espiritual. Como dice la Sra. Eddy: “Hacer el bien a todos porque amamos a todos, y usar al servicio de Dios el único talento que todos tenemos, es nuestro único medio de aumentar ese talento y el mejor modo de silenciar el profundo descontento por nuestros defectos”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 195. Cuanto más desarrollemos nuestra capacidad otorgada por Dios de expresar la Verdad y el Amor, mayor será el sentido de satisfacción que experimentaremos. Tal es sin duda la razón por la cual algunas traducciones modernas de la Biblia comienzan cada bienaventuranza con “Felices son...”

¡Felices sois cuando vuestros corazones anhelan expresar el amor de Dios!

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